La mañana la encontró con la cabeza muy ocupada. No paraba de
pensar y de premeditar. Decidió levantarse. Se sentó en la cama y se vistió con
una bata. Sonrió, sería un gran día, ya tenía todo planeado. Primero, buscaría
el club de tiro cuya publicidad salía en el periódico. Allí verificaría su puntería.
Después, buscaría a cualquiera para matarlo y así “estrenar” su arma. Quería
estar bien entrenada para cuando le tocara a John. Él merecía lo mejor.
Abrió el cajón de su mesa de noche, que estaba lleno de papelitos
y cosas pequeñas que no usaba. Encontró varias fotos de The Beatles, recortadas
de revistas hacía mucho tiempo.
Miró a John y sonrió. Con un marcador rojo que encontró en
el mismo lío de su cajón, redondeó su rostro. Recordó con una sonrisa cuando un
día, mas precisamente el día que le obsequió el cuadro, había leído una letra
de una nueva canción de John. Mucho no había entendido, pero sabía que le
cambiarían el nombre, y que las primeras frases le habían llegado mucho. John
la descubrió leyéndola y se había enfadado, pero ella supo enseguida que lo
hacía en broma. Ya lo conocía bien.
El teléfono sonó y corrió a atenderlo, dejando la foto sobre
su desordenada cama.
-¿Papá? –dijo cuando levantó el auricular y escuchó una voz
demasiado conocida.
-Si Mélisande....
-Oye, no sé cómo consiguieron mi número, pero te digo que
aún estoy muy enojada con ustedes.
-Oh hija....De hecho te llamaba para pedirte perdón, nos
hemos enterado de tus exposiciones, tienes mucho éxito ¿verdad?
-Demasiado tarde para pedir perdón. Adiós –colgó y comenzó a
prepararse el desayuno.
Comió bastante inquieta, la llamada la había turbado. Pero
decidió olvidar el hecho, tenía que estar concentrada al cien por cien y no
dejarse distraer por algo así. Si otro día volvían a llamar se tomaría algo de tiempo para
escuchar excusas que no perdonaría.
Guardó la pistola en su bolso, se arregló un poco frente al
espejo de su habitación y salió con paso decidido.
Dobb escuchaba la radio, con la cabeza apoyada en el asiento
del coche. Cuando la vio salir del edificio, se quitó los lentes de sol y la
observó bien. No iba muy arreglada, quizás sólo iba a hacer compras....Pero no
se dejaría engañar por su apariencia. La siguió con la vista hasta que estuvo
bien alejada y encendió el coche. La siguió de lejos, durante cuatro cuadras
hasta que se detuvo cuando ella llegó a una parada de autobús. Esperó unos diez
minutos hasta que el autobús llegó y subió. Ahí si, Dobb la siguió a toda
marcha.
Después de un viaje medianamente largo, bajó justo enfrente.
El autobús arrancó con suficiente velocidad como para despeinarla, cosa que la
molestó. Miró la elegante fachada del edificio que en letras de metal decía
“Club de Tiro de Londres”. Cruzó la calle y espió a través de la puerta de
vidrio, antes de entrar.
-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla? –preguntó un joven,
detrás de un escritorio.
-Quiero hacerme socia de este club.
-Perfecto. ¿Usted es policía, o pertenece a alguna fuerza armada?
-No, para nada. Soy pintora –rió.
-Vaya, eso es extraño....
-Mi hermano practicaba tiro, y me empezó a gustar mucho
–explicó con simpatía, para no levantar sospechas.
-Ahh...ya me parecía, no le encontraba la relación a la pintura y el tiro. Bien, tendrá que
darme sus datos –abrió un cajón y sacó una planilla –Dígame su nombre y apellido.
-Mélisande Leroux.
-¿Leroux? ¿Es familiar de Amédée Leroux?
-Es mi hermano –respondió con una sonrisa.
-¿Su hermano? Ohh....¡hace mucho tiempo que no lo vemos! Recuerdo
que en un torneo entre Francia e Inglaterra él se lució; pese a que perdimos
quedamos muy sorprendidos con él, y después vino un par de veces aquí, porque
vivía en Londres.
-Volvió a Francia con
mi familia, yo me quedé.
-Ya veo....Cuando lo vea dígale que le manda saludos John,
del club de tiro.
-John....-repitió en voz baja. Después sonrió, ocultando su
perturbación –Le diré en cuanto lo vea.
-Bien, dígame su edad.
-23 años.
-¿Tiene un documento de identidad? Copiaré el número y su dirección.
-Claro –rebuscó en su bolso y se lo entregó. El joven copió
todo y se lo devolvió.
-Muy bien, en unos días le llegará la credencial a su casa.
-Pero....-dijo algo desilusionada -¿Ahora no puedo
practicar? Aunque sea un poco...
-¡Sí, claro que si! Pase por esta puerta y siga el pasillo.
A la izquierda hay un salón donde hay otros socios practicando.
-Ok, muchas gracias –sonrió y entró por la puerta indicada.
Dobb la había estado observando a través de la puerta del
edificio, pero desde la vereda de enfrente. Cuando la vio desaparecer tras una
puerta, miró su reloj pulsera. Si practicaba tiro tardaría bastante y eso le
daba tiempo. Sin perder un segundo más, puso en marcha el coche y fue lo mas rápido
que pudo hasta el edificio de Mélisande. Entró y buscó al encargado.
-Departamento de la señorita Leroux –dijo sin saludar.
-Es el piso...
-Ya sé en qué piso es. Déme las llaves.
-¿Qué? ¡No puedo darle las llaves a un desconocido!
-Policía –contestó con prepotencia, mostrándole su placa.
El encargado primero se sorprendió, y después se atemorizó.
-¿Por qué busca a ésa chica? ¿Está metida en algo raro? ¡Yo
no vi nada!
-Solo déme las putas llaves –casi lo agarró del cuello, pero
se contuvo. –Lo demás no es de su incumbencia.
El encargado caminó hasta su departamento, entró dejando la
puerta abierta y de un pequeño armario sacó una caja, donde estaban todas las
llaves “de repuesto” de los departamentos del edificio.
-Aquí las tiene –Dobb las tomó y lo miró.
-Mas le vale que no diga una palabra de esto.
Se calzó las antiparras y los protectores de oídos, y con
las manos en la cintura miró las figuras de madera que imitaban humanos, al
otro lado del salón.
-Señorita, ¿es nueva? –le preguntó un muchacho rubio acercándose
a ella.
-Si, recién me asocié.
-Yo soy Peter, el instructor, también me encargo de las
armas. ¿Ya sabe como se dispara, o necesita asesoramiento?
-Ya lo sé, sólo vengo a practicar porque hace mucho que no lo
hago.
-¿Qué arma quiere usar?
-Una 45.
El joven fue hasta una mesa llena de armas, buscó una, la
cargó, y se la pasó a ella, que ya estaba posicionada. Miró bien, apuntó
achicando los ojos y vació el cargador en los lugares mas precisos de los
muñecos: la cabeza y el pecho.
-¡Vaya! ¡Qué puntería! –dijo Peter cuando ella terminó.
-Parece que no la perdí con el tiempo.
Tres hombres se acercaron a ella, atraídos por la cantidad
de tiros que habían escuchado. Dos eran tipos mayores, el otro era mas joven,
parecía el hijo de uno de ellos.
-¡Pero si es una chica! –exclamó el que parecía el padre.
-Hola, ¿qué tal? –saludó el joven.
-Hola. –les sonrió, levantándose las antiparras.
-¿Ya te vas? –preguntó el otro tipo.
Mélisande lo miró, y se dio cuanta enseguida de la clase de
tipo que era. Un viejo verde, que seguro no perdería la oportunidad para
invitarla a salir. Justo lo que ella estaba buscando.
-No, me quedaré otro rato –respondió, y le hizo señas a
Peter para que le cargara el arma.
Comenzó a disparar, ante la mirada atónita de los hombres.
-¿Cómo sabes hacer eso? –preguntó el tipo, boquiabierto –Por
cierto, ¿cómo te llamas?
-Mélisande ¿y usted? Ah, mi hermano me enseñó –rió un poco.
-Pues te ha enseñado muy bien. Me llamo Robert. ¿Qué te
parece si....hacemos una competencia? A ver cuál de todos dispara más rápido y
justo en medio de la cabeza.
-De acuerdo., me parece fácil.
-Qué seguridad, ¿no? –dijo el otro tipo.
Se colocaron los protectores, tomaron armas iguales a la de
ella y dispararon por turnos. Mélisande fue la única que dio en el blanco.
-Estoy sorprendido –dijo Robert –Es rarísimo ver a una joven
con tanta habilidad. Te felicito.
-Gracias –dijo mirándolo, pero después desvió la vista hacia
el mas joven. Le pareció lindo, pero estaba un poco avergonzado porque su padre
le decía que tenía que mejorar mucho para ser como ella.
-Robert, tenemos que irnos –dijo el otro tipo. Su hijo
miraba a otro lado.
-Bien, yo me quedaré un rato mas, mi mujer no está en casa
hoy. Y tú muchacho, a ver si le pones mas ganas a la cosa.
El chico no contestó, y se fue siguiendo a su padre. Le dio
un poco de pena por él.
-¿Otra competencia? –dijo Robert.
-Otra.
-¿Cómo es posible que una artista excelente esté tan perdida?
–se preguntó Dobb a sí mismo. Estaba asombrado de la cantidad y calidad de los
cuadros que veía por doquier, en ese pequeño departamento.
Trataba de caminar con cuidado de no mover nada de su sitio
y de tocar las cosas lo menos posible.
Todo parecía normal, quizás un poco de desorden, pero nada
mas. Hasta que entró en la habitación. Lo primero que notó fue que, a
diferencia del resto de la casa, ésta no tenía cuadros, sino pósters, muchos
pósters de The Beatles. Allí había mas desorden, las cortinas estaban apenas descorridas,
había ropa por todas partes y la cama estaba sin hacer. Un gran panel lleno de
fotos llamó su atención. Se acercó y vio que no sólo eran fotos, sino recortes.
Comenzó a leerlos, y mientras lo hacía cada vez se le helaba mas la sangre.
Muchos eran de exposiciones, pero los otros eran de los crímenes que él estaba
investigando. Ahora ya no tenía ni la mas mínima duda acerca de quién era
Mélisande Leroux.
Se giró buscando con la mirada algo mas que la implicara.
Vio algunas gotas de sangre sobre una pared, que le llamaron la atención, pero
se desvió cuando vio sobre la mesa de noche una caja demasiado grande como para
estar ahí. La abrió, no había nada, sólo un cartucho de arma de fuego.
-Aquí guardas lo que compraste en la armería, desgraciada....
Cerró la caja, ya listo para largarse de allí y no perder mas
tiempo, cuando entre las sábanas de la cama notó algo raro. Tanteó y encontró
un marcador rojo y una foto. La tomó con cuidado y al verla, la soltó
espantado.
-Mierda....John es el próximo...¡¿Por qué fui tan imbécil de
no haber hecho esto antes?!
Salió corriendo y ni esperó al ascensor, porque también
corriendo bajó las escaleras.
-Tome –le arrojó las llaves al asustado encargado –Y ya sabe
que ni una palabra de esto.
Mélisande se la estaba pasado en grande coqueteando con aquel
viejo, que parecía creerse todo lo que ella le decía.
-Las francesas siempre me parecieron preciosas.
-Espero no decepcionarlo....
-¡Claro que no! ¡Lo confirmo totalmente! Además, ahora
agregaría que son agresivas
-¿Agresivas? ¿Me ve así? –dio haciéndose la inocente.
-Por favor Mélisande, tutéame. Está bien que sea bastante mayor
que tú, pero....hay que tener mas confianza, ¿no te parece? Decía que son
agresivas porque viendo a tal muñeca disparar de la forma que lo hace, no
demuestra que seas muy tranquila.....¿Y sabes qué? Me encantan las chicas agresivas.
Rió, haciéndose la avergonzada, y de reojo miró a su bolso
colgando del respaldo de una silla cercana. No veía la hora de poner en
práctica definitivamente su puntería, y ese viejo ya la estaba fastidiando
demasiado.
-Mira, ya casi es mediodía –dijo Robert -¿Qué te parece si
vamos a almorzar? Conozco un restaurant muy bueno cerca de aquí, así podemos
charlar tranquilos....
-Me parece una idea estupenda.
Robert esbozó una ancha sonrisa, seguramente satisfecho de
su reciente conquista. Devolvió, junto con Mélisande, las armas que habían estado
usando y le guiñó un ojo a Peter.
-Aprende muchacho, aprende de mí –le dijo por lo bajo, el
joven sólo hizo una mueca de asco.
Tamborileaba los dedos sobre el volante del coche, ansioso,
cuando la vio salir a las risas con un tipo.
Ambos caminaron unas dos cuadras y entraron a un pequeño
restaurat. Por suerte, se sentaron cerca de la ventana y desde allí los vigiló.
-No puede ser familiar, están demasiado juntos y
cuchicheando.....Tampoco un novio, se nota que aún no son nada, y a ésta chica
no puede gustarle un tipo como éste. Entonces...entonces es otra víctima.
Tomó aire después de haber lanzado una carcajada muy bien
hecha. Se estaba asombrando a sí misma de sus dotes actorales.
Miró su reloj, ya estaba harta, pero tenía que seguir
haciéndole el jueguito para que él la invitara a ir a su casa. Y ahí actuaría de verdad.
-Mélisande, ¿por qué no vamos a un lugar....mas cómodo?
-Aquí estoy cómoda.
-Me refiero a un lugar mas tranquilo, donde no haya tanta
gente.
Esbozó una sonrisa de picardía, que al viejo terminó de
volver loco.
-¿Como por ejemplo?
-Mmm....mi casa.
-¿Tu casa? Dijiste que eras casado, ¿me llevarás a conocer a
tu esposa? –trató de disimular su risa.
-¿Piensas que sólo tengo una casa? Un hombre como yo siempre
tiene un pequeño lugar para él y....sus cosas. Podrías ir, y ver cómo decorarlo
con alguno de tus cuadros, porque lo compré hace poco y está muy despojado.
-Bueno....me interesa. Vamos.
Robert sonrió, y ella también. Llegaba el momento que mas le
gustaba.
Dobb se escondió aún mas cuando los vio salir. Volvieron caminando
hacia el club de tiro porque al parecer, Robert tenía estacionado allí su
coche. Subieron riendo y salieron bastante rápido.
Los siguió por una calle que llevaba a las afueras de la
cuidad, hasta que llegaron a un barrio de clase media. El coche estacionó
frente a una casita pequeña, casi un departamento, totalmente pintada de blanco.
-¿Éste es el famoso lugar?
-Así es. Es pequeño pero es mi lugar.
Entraron y ni bien cerraron la puerta, Dobb avisó por el
radio que sus agentes estuvieran listos para un operativo. Una vez que obtuvo
la respuesta tomó el teléfono. Siempre había renegado de ese teléfono que le
habían instalado en el coche, alegando que no era una limusina, pero ahora lo
agradecía. Es mas, creía que era la primera vez que lo usaba.
-John –dijo ni bien escuchó al chico.
-Dobb...¿y ahora qué? –dijo en tono cansino.
-Escucha, estamos a un paso de atrapar a Mélisande.
-¿Atraparla? Pero...yo pensaba que...
-¿Qué? ¿Que era inocente? –dijo con dureza.
-Es que no parecía....
Estuvo por decirle lo que había visto en la casa de la
chica, pero le parecía muy cruel decírselo por teléfono. Ya le hablaría
personalmente, así se convencía del todo de que no era inocente.
-Debo dejarte, pronto llamaré a los agentes, ella está con un
hombre, en una casa. Seguramente lo quiere matar.
-¿Con un hombre? –preguntó, tragando saliva.
-Si, pareciera que el tipo quiere algo con ella.
-Ah....
-¿Y bien preciosa? ¿Qué me dices? –Robert tomó a Mélisande
por la cintura.
-Pues...le falta color.....y adornos. Queda muy serio.
-Bueno, asesórame....-intentó darle un beso, pero ella lo
esquivó –Ey...eres arisca....
-Me gustan otras cosas –dijo lo mas seductora posible.
-Uh...creo que eres la chica perfecta: francesa, agresiva, y
con ganas de probar otras cosas. Dime, muñeca.
-Bueno...podríamos empezar por esto....-lentamente le
desabrochó la camisa –Ey, ey, no me toques, manitas quietas.
-Vaya...chica dominante también....
-Ahora siéntate allí –con suavidad lo empujó para que se
sentara en una silla -¿Tienes un pañuelo largo?
-Sí, aquí en mi pantalón.
Con suavidad le quitó el pañuelo del bolsillo, y como con
descuido, le acarició una pierna, pero enseguida se arrepintió.
-Si no te apuras, éste viejo se moriría de un infarto –pensó
–Debe hacer mucho tiempo que no tiene a una
muchacha cerca.
-¿Qué harás con eso?
-Haré esto....Pon las manos atrás del respaldo de la silla –Robert
le obedeció y ella le ató las manos con el pañuelo.
-Ahh.....sadomasoquismo, ¿eh? Sin duda eres perfecta, amo
las perversiones.
Le sonrió con mas picardía y abrió su bolso.
-Dame todo el dinero que tengas, viejo asqueroso –dijo en un
rápido movimiento en el que sacó la pistola y le apuntó.
Robert se la quedó mirando, totalmente desconcertado. Después
se echó a reír.
-¡Con actuación y todo va la cosa!
-No estoy bromeando viejo enfermo –apuntó la pistola en la
sien de Robert, y él entendió que, efectivamente, no bromeaba.
-N...no tengo dinero.
-¡No mientas! –apoyó con mas fuerza la pistola en su sien.
-E...está bien. En la habitación hay una caja fuerte. Y un
cajón del armario hay algunas joyas.
-¡Dime la combinación!
Fue hasta la habitación y haciendo gala de su memoria, recordó
toda la combinación y abrió la caja que
estaba adosada en una pared. Encontró las escrituras de una casa y debajo varios fajos de billetes
de cien dólares. Los tomó todos y los metió en su bolso. Después abrió el cajón
del armario, pero tomó sólo las joyas que mas le gustaron.
Dobb estaba desesperándose porque se sentía un inepto
tratando de escuchar por una puerta, y no escuchando nada. Hasta que escuchó.
-¡Ayuda! ¡Ayuda!
-¡Mierda, mierda! ¡Eres una estúpida Mélisande! –se gritó a
sí misma, saliendo de la habitación y corriendo hacia Robert.
-Te amordazaré, viejo idiota ¿y sabes qué? Te voy a matar, porque
me encanta hacerlo. ¿Dónde hay otro pañuelo?
-No, no...
-¡Dónde hay otro pañuelo, dije!
-En el mismo armario, hay una caja verde, allí hay algunos.
-Vuelves a gritar y mueres ahora., ¿entediste? –le apuntó
nuevamente. Robert asintió, llorando con desesperación.
Corrió hacia el armario, dio vuelta una caja verde que
encontró y agarró otro pañuelo. Con eso lo amordazó.
Para ese momento, Dobb ya había dado aviso y casi toda la
policía se aproximaba al lugar.
-Ahora sí vas a morir –apuntó el arma hacia le frente de
Robert –Sólo dime qué frase de The Beatles quieres como epitafio.
Robert abrió grande sus ojos. Se había dado cuenta que quien
quería matarlo era el famoso asesino serial.
-Dime una cosa, maldito gusano...¿Te gusta The Beatles?
Negó con la cabeza, mirando el suelo.
-¡¿No te gustan?! Mas razones para que mueras –cargó el arma
y volvió a apuntar –Quédate quieto, que contigo estoy practicando para cuando
le toque a John.
Escuchó una sirena de la policía y miró hacia la puerta.
Bajó el arma y se asomó con cuidado a la ventana. Se paralizó cuando vio todo: muchos
policías, al mando de Dobb.
-Maldito Dob no puedes ganarme....-trató de tranquilizarse,
pero se vio acorralada.
-Leroux, sabemos que estás ahí –Dobb habló con un megáfono –Deja
a ese hombre.
Volvió corriendo hacia donde estaba Robert.
-¡¿Qué hiciste para que supieran dónde estaba?! –gritó
-¡Mélisande, entrégate!
-¡No! –gritó, y corrió hacia la ventana. La abrió y se asomó
-¡Voy a matar a este tipo! ¡Lo haré!
-¡Mélisande no hagas nada, entrégate y todo terminará bien!
-¡No!
-Averigüen quién es el dueño de la casa, y localizen a su
familia –le dijo Dobb a un grupo de policías. Después volvió a ponerse al
megáfono -¡Sal de ahí Leroux!
Comenzó a desesperarse, a ponerse cada vez mas nerviosa.
Jamás pensó que llegaría a una instancia semejante. Se le ocurrió una idea.
Obligó a Robert a pararse e ir hacia al ventana. Allí puso
el arma en su cabeza.
-¿Lo ven? –gritó -¡Éste tipo va a morir si ustedes me hacen
algo!
-Inspector, el hombre se llama Robert Jefferson –informó uno
de los policías –Ya estamos llamando a su familia.
-Muy bien., qué eficientes.
Mélisande seguía gritando.
-¡Va a morir! ¡Déjenme huír y no lo mato!
-¡No puedes tomarlo de rehén!
-¡Claro que puedo, y también puedo matarlo si se me antoja!
-¡Ya sabemos que eres la culpable de los demás crímenes, ya
no puedes huír!
-¡Entonces un crimen más no me hará nada! –casi a rastras,
llevó a Robert hacia adentro y lo volvió a sentar en la misma silla.
-Fue adentro, lo matará –dijo uno de los policías, preocupado.
-No, no lo hará –respondió Dobb –La conozco.
Sin querer, comenzaron
a caerle lágrimas de angustia. No sabía qué hacer, estaba atrapada. Si mataba
a Robert ya no le causaría nada de placer. Tenía que huír pero no sabía cómo.
Nunca se había sentido tan desesperada y se odiaba porque ella siempre tenía
todo calculado y bajo control, siempre tenía la cabeza fría y eso le permitía
pensar, pero en ese momento no estaba así y por eso no se le ocurría nada.
La esposa de Robert llegó al lugar, en medio de un ataque de
nervios. Dobb tomó el megáfono nuevamente.
-¡Mélisande! ¡Sal de ahí y no te pasará nada!
-Ven, viejo mugroso –arrastró a Robert hasta la ventana y
allí volvió a encañonarlo.
-¡Robert! –gritó la esposa -¡Robert, ¿qué haces ahí?!
-¿Usted es la esposa? –gritó Mélisande –Sepa que su marido la
engaña, aquí trae a sus amantes –rió descontroladamente -¡Creyó que me acostaría
con él!
-¡Suelta a ese hombre!
-¡Lo haré si me dejan ir con todo el dinero que le robé!
-¡Por última vez, suéltalo!
Miró a Robert. En verdad, ya no le servía para nada, no podía
matarlo y era obvio que no la dejarían ir. Lo llevó hasta la puerta, abrió, y
le dio un empujón para que saliera afuera.
-¡Ahí lo tienen! Señora, ¡péguele por mujeriego! –volvió a reírse.
-¡Entrégate! –volvió a gritar Dobb.
-¡No! ¡Me quedaré aquí, me voy a atrincherar!
Cerró la ventana de un golpe y se sentó en el suelo. No
tenía escapatoria, todo se le venía abajo. Comenzó a llorar, pensando en qué
había fallado, porqué estaba en esa situación. Jamás pisaría una cárcel. No,
alguien como ella no podía estar allí. Ella....ella era pintora. ¿Por qué se dedicó
a eso? Volvió a sentirse tan mal como en la Nochebuena. No
entendía qué la había llevado a ser lo que era. Se recordó de niña y....no., no
podía creer que esa niña se hubiera convertido en...un monstruo. Era un monstruo
al que llevarían a la cárcel, de por
vida. Antes prefería estar muerta. Sí, morir era su solución. Y su salvación.
-¡Mélisande! –volvió a escuchar.
Se abrazó a sus piernas, como una niña pequeña.
-John....-susurró –John...voy a morirme. Pero te quiero. Y
tienes que saberlo, quiero decírtelo. Por lo meno moriré yo, y no tú.
Abrió nuevamente la
ventana, y se puso la pistola en la cabeza.
-¡Escuchen! ¡Voy a matarme!
-¡No, no! –gritó Dobb –Mélisande no lo hagas, sólo
entrégate, no te pasará nada.
-¡No! ¡Si me entrego iré a la cárcel y antes que eso prefiero
estar muerta!
-¡No, por favor!
-Antes quiero pedir una cosa....Quiero que venga John, John
Lennon. Debo decirle algo.
-¿John Lennon? –dijeron varios policías, asombrados.
-¡Si, ¿no escucharon?! –gritó enojada –Quiero verlo antes de
matarme.
-De acuerdo, ya lo llamaremos.
Cerró la ventana y se quedo allí, sentada en el suelo, con
el arma en la mano. Tenía muchas ganas de terminar con todo. Recordó algo, otra
cosa que debía hacer antes de matarse. Se puso de pie y revolvió en varios
lugares de la casa, pero no encontró
algo que le sirviera. Abrió su bolso y sacó un lápiz labial rojo. Se acercó a una
pared y llorando desconsolada, escribió “I know what it’s like to be dead.” Se quesó
parada, dándole la esplada a la pared, esperando que avisaran que John había
llegado.
-¡Rápido! –dijo John al resto de la banda -¡Dejemos todo,
tenemos que irnos!
-¿Pero qué pasa? –preguntó George, muy extrañado.
-Mélisande ha tomado de rehén a un tipo o algo así, y quiere vernos.
-¿Qué? ¿Es broma?
-No Paul, no lo es. Y en realidad....me quiere ver a mí.
-Pero....
-¡Recién llamó Dobb, y avisó! ¡Apúrense!
-¿Entonces de verdad ella es la....?-comenzó a decir Ringo,
pero se detuvo al ver la mirada de John, que le confirmaba todo.
-¿Toma de rehenes? –murmuró George.
-Se quiere matar –agregó John.
-Ay...esto es mas grave de lo que pensé.
Todos salieron afuera, donde dos autos de la policía los
esperaban para llevarlos.
Dobb reunió al personal mas capacitado que tenía.
-Escuchen, hemos pasado por esto otras veces. Actúen con calma.
Que un grupo se quede apostado aquí, y que otro grupo suba por el techo y entre
a la casa por detrás. Antes de que la ambulancia se lo llevara, Robert me dijo
que hay dos puertas traseras, entren por cualquiera. Cuando yo les dé la orden,
entren los dos grupos a la vez. Pero escuchen una cosa: sólo la detienen.
Todos asintieron y mientras un grupo subía al techo, Dobb volvió
a hablar.
-¡Mélisande! ¡Entrégate ahora o entraremos a la casa!
-No...no....-susurró poniéndose la pistola en la sien, sin
moverse de la pared de la inscripción.
Pasaron diez minutos en los que Dobb siguió gritando sin
obtener respuesta. Temió lo peor.
En ese momento, llegaron los autos con los chicos, que se
bajaron apresurados. Pero Dobb no los vio, y dio la orden para que los grupos de
agentes ingresaran en la casa. Patearon las puertas hasta que las derribaron y entraron.
Presa de la desesperación de verse perdida para siempre, Mélisande
les apuntó a todos.
-¡Atrás! ¡Déjenme en paz, voy a matarme! –se puso la pistola
en la cabeza y volvió a gritar -¡Voy a matarme!
Intentó jalar el gatillo, pero no tuvo tiempo. Desobedeciendo
las órdenes, la policía abrió fuego contra ella, descargando un sinfín de balas que dieron en todos los
objetos de la casa....y en ella. Cayó de espaldas, soltando su arma.
Mélisande murió al instante.
-¡Malditos hijos de puta, dije que sólo la detuvieran! –gritó
Dobb como un poseso, entrando a la casa.
Los agentes comenzaron a echarse la culpa unos con otros, y
algunos dijeron que se lo merecía por matar tanta gente. Dobb les gritó que se largaran
de allí ya mismo. Miró a Mélisande, tirada en un charco de sangre.
-Muchacha....No debías haber terminado así.....
-¡¿Cómo que la mataron?! ¡Déjenme pasar! –escuchó la voz de John
y corrió a la puerta. Vio al chico gritándole a los agentes, y tratando de
zafarse de ellos, que lo tenían agarrado para que no entrara.
-John, no puedes pasar, ella...
-Está muerta, ¿no? –preguntó con angustia.
-Sí....Está muerta. –respondió bajando la vista, lleno de
culpa. –Está bien, pasa si quieres.
John entró con miedo a encontrarse algo de lo que nunca se
olvidaría, pero así fue. Estaba atemorizado, el corazón le latía muy fuerte. Nunca
se había enfrentado a algo así. Vio mucha sangre en el piso y en las paredes, y
cartuchos de balas desperdigados. Y vio a Mélisande. Se acercó con lentitud, y
se agachó junto a ella, con un temor que desapareció cuando notó el rostro
sereno y tranquilo, lleno de paz. Observó bien la perfección ese rostro y se
pregunto porqué había terminado todo de esa manera. La acarició con suavidad,
apenas tocándola, sin decir ni pensar nada, sólo mirándola. Levantó sus ojos
hacia la pared, leyó la inscripción y sonrió.
-Recordaste la letra de esa canción.....-dijo en un susurro,
volviéndola a acariciar.
Volvió a la realidad cuando escuchó el alboroto en la calle
y vio como sus tres amigos entraron, llenos de espanto, pálidos.
-John, vámonos –lo tironeó Paul –Ey, vámonos de aquí, por
favor.
Con la mirada les suplicó que lo dejaran allí. George se le
acercó y se agachó un poco junto a él, y lo tomó de un brazo.
-John, tú eras el próximo. Iba a matarte. Lo dijo Dobb recién.
Sólo asintió, como si ya lo supiera, y bajó la cabeza, tal
vez para esconder una lágrima.
-Te dejamos un minuto mas, sólo eso –dijo Ringo, y salió rápido
seguido por Paul y George.
Volvió a mirarla, perdonándole todo lo que tenía pensado
para él. La acarició por última vez, con el revés de la mano.
-¿Sabes? Te quise. Y sé que tú me quisiste a mí.
Le dio un beso en la frente, apretando los párpados para no
llorar. Se separó, se puso de pie y salió de allí.
La última mirada que le dedicó fue desde la puerta, antes de
que dos policías la taparan con una manta.
FIN
*************
Bueno....acá tienen el final. Mas de una seguro que no se lo esperaba, y me querrá matar, pero a mi, que desde que imaginé este fic y supe enseguida como terminaría, me cuesta. Uno se encariña con los personajes, por mas desgraciados que sean. Y cuando todo termina, y termina así....es como mas duro. Mas cuando este fic fue el que mas me costó hacer, a veces estaba días con un solo capitulo, y mas de una vez me dije "¿Dónde me metí?" Pero nunca pensé en dejarlo ni nada de eso. Será por esa razón que le tomé mucho cariño, no voy a decir que es mi favorito porque no lo tengo, una madre no tiene preferencias con sus hijos (?)
Espero que les haya gustado, y muchas gracias por leer, en serio.
Cambiando de tema, ya sé con cual fic seguiré, el próximo será de comedia, o eso intentaré. No sé cuando lo empezaré, antes quiero "meterle pata" a los dos que ya tengo.
Otra vez les agradezco todo.
Las/Los quiere,
María Luján.
JO-DER. Sólo puedo decir eso con este final. A tus pies, colega. A tus pies. Lo peor de todo es que en estos momentos siento como que no puedo hacer un comentario acorde con este capi. Es decir, que por más que ponga, será una mierda comparado con lo que te mereces después de haber escrito un fic así.
ResponderEliminarNo sé, la verdad por qué dices que alguien te va a matar por el final. Vale, quizá más de uno se haya encariñado con Mélisande (yo incluida, lo reconozco, y que conste que me cuesta mucho tenerle "aprecio" a un personaje malo por definición porque normalmente los odio -soy así de básica, jajaja-), pero me parece un final genial. Digno de novela negra. Digno de la protagonista, que se había metido en un infierno del que no podía salir de otro modo que no fuera acabando con todo. Pffff... Quién diría que la perfecta Mélisande, la inalcanzable, la de los planes perfectos, iba a acabar de este modo, abatida a tiros después de atrincherarse en la casa de una de sus víctimas "de paso", la víctima que iba a ser el ratón de laboratorio para su crimen perfecto, la cumbre: John Lennon. Y bueno, me alegra que Mélisande no haya podido perpetrar su crimen, muchísimo y pese a que haya acabado así, aunque en el fondo, como John, me da una inmensa lástima. Lástima porque, como dice ella, una chica normal se ha convertido en un monstruo y ella, solo ella y nadie más, sin ayuda de nadie, lo ha echado todo a perder, tirando por la borda un futuro prometedor en todos los aspectos. Y acaso hay algo más digno de lástima que eso? No, yo creo que no. Que uno mismo dilapide su existencia sin ningún sentido es una de las peores cosas de las que somos capaces de cometer los imbéciles de los seres humanos.
Y John. Sí. Yo también estoy segura de que la quiso, aunque quisiera matarlo (y él lo sabía, también lo sé, como también sabía pese a que intentara engañarse que ella era la asesina)Pero las cosas son como son y el destino esta vez quiso salvarle a él en lugar de Mélisande, porque estaba muy claro que los dos, teniendo en cuenta cómo era ella, no podían seguir con vida. O era uno, o era el otro. Y parece que por una vez el destino ha sido completamente justo.
(Y como ya sabes que yo eso de la brevedad en los comentarios no lo tengo muy claro y menos tratándose de un capítulo final de un gran fic, pues sigo lo que te tengo que decir en otro, que Blogger no me deja ponerlo todo aquí -él y sus puñeteros 4.096 caracteres, que ya me sé la cifra de memoria y todo, jajajaja-)
Sabes? Este final me ha hecho recordar mucho a un caso que ocurrió aquí, muy sonado, hace unos meses, en los que un asesino se atrincheró durante bastantes horas en una propiedad de su familia después de haber matado a su novia (que apenas era una niña de 13) y a otro chico que pasaba por la calle en ese momento. La Guardia Civil, la Policía, negociadores, familiares, todos, estuvieron allí intentando convencerle de que se entregara y él al final acabó disparándose ante todos, agobiado. Por cierto, también era experto en tiro. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/10/22/actualidad/1350892970_872889.html
ResponderEliminarNo sabes cómo se me ha puesto la carne de gallina al asociar mi mente los dos casos, uno real y otro fiquer.
Sabes? Redactado así de bien lo único que has hecho ha sido meterme más en el fic y hacer que leyera a ritmo trepidante lo que pasaba. Enhorabuena. :)
Y bueno, sobre el fic en general, decirte que yo tampoco oso decirte que es mi favorito (porque la verdad es que los tuyos me gustan todos y no sabría con cual quedarme, en serio), pero que realmente me ha encantado. Lo sabes y te lo dije. En esto de la novela negra tendrías un gran futuro, aunque reconozco que la trama es muy complicada y que te habrá dado muchos quebraderos de cabeza. Pero precisamente por eso es por lo que este fic es tan grande. Porque te lo has currado, porque no es el típico y porque por mucho que muchos vayan erigiéndose como los únicos que tienen el fic más original, tú eres la única que ha logrado romper todos los esquemas, la única que ha conseguido hacer algo realmente diferente a TODO y que, además, lo ha hecho con una genialidad digna de admirar.
Un gran trabajo el tuyo, sin dudas, mi fiquer-escritora favorita.
Mi más sincera enhorabuena por habernos deleitado con esto y por habernos dejado sentir como la adrenalina corría por nuestras venas mientras te leíamos.
Saludos y besotes, crack!
PD: Espero con ansias esa comedia. Seguro que nos haces partir de risa. :D
A LA MIERDA. Es lo único que puedo decir, me dejaste boquiabierta. Juro que no esperaba eso, fue tan pero tan raro. Sos la fucking mejor escritora de fics de todo el universo. Odio haber querido tanto a Mélisande, me parecía genial y una hija de puta a la vez. Que soretes los que la mataron y no siguieron las instrucciones de Dobb, con este también me re encariñé. Es un genio. Ay, no se que decir! Aunque me cueste aceptarlo es mejor que se haya muerto la loquita esta, porque sino iba a ir a la cárcel o matar a John, una de dos. Es uno de los mejores fics que leí, la verdad que tenés toda mi admiración. Genia, ídola, crack! (?)
ResponderEliminarQue lindo comedia, eso va a estar bueno! Espero que escribas en Stop and Smell, en el otro o cualquier cosa que hagas me vas a tener ahí leyendo.
simplemente dire que te amo . Soy la que tiene gran obsecion por ti y este fin me lo comprueba mujer divina eres una excelente escritora. Supongo los retos que tuviste para escribir este tipo de fic pero debes de quedar satisfecha con el resultado es tremendamente bueno. Triste pero en fin... FELICIDADES
ResponderEliminaresperare el proximo sea des estilo que sea eres muy buena en todos asi que saludos
y otra vez TE AMO *.*
HOLA:)Me encanto la historia.
ResponderEliminarIncreíble final, sin duda no me lo esperaba.
WOW! Me encanto esta fic. <3 Es tan original y el tema me fascina. Te ah quedado estupendo. Y me hizo recordar a esta canción http://www.youtube.com/watch?v=dpAWVJdyHNM
ResponderEliminarJajajajajaja. Espero que sigas haciendo cosas como esta porque eres muy buena.
Saludos, paz y amor. =D