martes, 4 de octubre de 2016

Capitulo 11 - Descubrimientos



Era muy tarde por la noche cuando Chloe salió de puntillas de la habitación de John. Tenía una sonrisa en la cara que se convirtió en un grito cuando vio a alguien sentado en la oscuridad. Reconoció a Paul por la nariz.
–¿Paul? –preguntó aunque ya sabía que era él.
–El mismo que viste y calza. ¿Qué hacías?
–¡¿Qué hacés vos acá?!
–No podía dormir y hace demasiado calor en mi habitación. ¿Qué hacías en la de John?
–Nada que te importe.
Paul soltó una carcajada que parecía demoníaca y ella corrió a su habitación.
Al día siguiente, cuando despertó fue por Zettie, que la empujaba con la punta de un bolígrafo.
–¿Eh? –dijo entreabriendo los ojos–¿Qué pasa? ¡Ensuciás mi pijama!
–Estoy enojada con vos y no quiero tocarte. De alguna forma tenía que despertarte. –le mostró el bolígrafo–Será mejor que te levantes. Brian está aquí y parece que no hay buenas noticias.
Se levantó de un salto y siguió a Zettie hacia la cocina, donde todos los beatles bostezaban mientras tomaban el desayuno.
–Buenos días. –saludó Brian–Disculpen que haya venido tan temprano.
–No hay problema. –Chloe se peinó con los dedos–¿Pasó algo?
–Si…
–Brian no sé porqué tanto escándalo, siempre hacés lo mismo. Y quisiera saber quién fue el te lo contó.  –John miró a Chloe y ella paseó sus ojos por todos los presentes, sin entender nada.
–No importa quién me lo dijo, lo importante es que lo sé. Señorita Read, me refiero a lo de usted y John.
Chloe abrió la boca y luego la cerró.
–Fue Paul. –sentenció, mirándolo con veneno.
–¿Yo?
–¡Sí, vos me viste salir de…! Ya sabés. Vos fuiste.
–Yo no lo hice, ¿por qué siempre se la agarran conmigo?
–Entonces fue Zettie.
–¿Eh? Ah listo, ahora la traidora soy yo. Buenísimo lo tuyo, Chloe. Encima que me dejás por este esperpento, tengo que aguantar que me trates así.
–¿A quién le dijiste esperpento?
–A vos, Lennon, ¿qué otro esperpento ves acá?
–Vos.
–Uy, se puso celosa. –George ahogó una risita.
–Callate vos, acosador de mucamas.
–¿Qué? –Brian miró a  George –¿Qué estás haciendo?
–No le hagas caso, está loca.
–George, no te pases. –dijo Ringo, que hasta ese momento sólo los había mirado a todos con indiferencia.
–Ay, ahora él la defiende. –se metió Paul.
–Paren un poco. –rogó Brian–A ver George, ¿qué dijo Zettie?
–Que es un acosador de mucamas. –dijo ella–Se quiere aprovechar de Dolores.
–¿Aprovecharme? Qué cizañera que sos, Zettie.  Si estás enojada con algo no es mi culpa.
–En vista de que hoy no se puede discutir nada con ustedes, me voy. –Brian se puso de pie–Sabía que todo esto pasaría, así que tomaré medidas.
De nada sirvió que le preguntaran qué medidas serían esas, sólo se fue sin contestar.
*********
Suponiendo que las “medidas” serían que los sacarían de la casa, George apuró las cosas. Poco le importaba lo que le dijera Zettie.  
Se metió en el cuarto de planchado, donde Dolores canturreaba una canción que sonaba en la radio.
–Buen día, Dolo.
Levantó la cabeza, extrañada.
–Buen día, señorito. ¿Necesita algo?
–No. Bueno, sí. ¿Querés salir conmigo?
–Pero usted no puede salir.
Se golpeó en la cabeza, ¿cómo había olvidado ese pequeño gran detalle?
–Bueno…salgamos a caminar por el parque.
–Ehhh…¿sabe? Me gustaría pero no puedo, tengo que trabajar. –señaló la pila de ropa para planchar.
–Entiendo. ¿Puedo hacerte compañía al menos?
–Claro, no es molestia. ¿Me alcanza esa camisa?
George le alcanzó la camisa y se apoyó en la pared.
–No me trates de usted, me hace sentir muy viejo.
–Es que no me sale –rió la chica.
–¿Qué música escuchás?
–Salsa. ¿Le gusta? Digo, ¿te gusta?
–Es interesante. ¿Se baila?
–¡Claro!
–¿Me enseñás?
Dolores reprimió una carcajada y luego desenchufó la plancha, lo agarró de las  manos y por una hora dejó su trabajo para reírse de las piernas de madera de George.
******
Cuando Paul abrió uno de los cajones y descubrió que faltaban dos pares de sus gemelos más caros, enseguida sospechó de ellas. Y mucho más de Chloe. Recordó las películas de policías que había visto, y supo que no tenía que enfrentarse a ella directamente. Sabía que Zettie estaba enojada con ella pero no sabía porqué, así que podía preguntarle a ella y eso haría que se pelearan más y que él se divirtiera porque era muy divertido verlas pelear. Pensó que el día que se fueran de esa casa las extrañaría mucho.
La encontró tratando de arrancar uno de sus autos que no sabía conducir.
–¿Necesitás ayuda?
–No.
–Pero no sabés conducir.
–¿Y qué?
–Una vez chocaste.
–Puedo chocar cuantas veces quiera. Tengo dinero para comprarme autos, chocarlos, y volver  a comprar.
Paul rodó los ojos, la chica estaba bien loca.
–Necesito preguntarte algo.
–¿Qué? Arrgg esta cosa. –se bajó del auto dando un portazo–Le diría a George que lo arregle pero está muy ocupado bailando con Dolores. Y después dice que no es un acosador.
–¿George bailando? ¡Necesito una cámara!
–Ay basta de molestarlo, después de todo hacen linda pareja. ¿Y bien? –puso las manos en la cintura–¿De qué te vas a quejar hoy?
–Me faltan dos pares de gemelos y la culpable es Chloe.
–¿Cómo creés eso? ¡Si vos no tenés amigos no te metas con los míos!
–Pensé que estaban peleadas…
–¿Y con eso qué? Además Chloe sería incapaz de hacer algo así.
–Te recuerdo que…
–Ya sé, somos delincuentes, pero a ustedes no les robamos. Sólo cositas sin valor para la colección, nada más.
–Nos robaron diez millones del banco.
–Lo dicho, cosas sin valor.
Paul suspiró y se rascó la cabeza.
–Bueno, si no fue Chloe, no sé quién fue. Pero no están. Busqué por todos lados y no están. Y hasta hace más o menos una semana estaban ahí.
–Eso es raro como la desaparición del reloj de John. Paul, creo que tenemos otro ladrón en casa. Compré setenta plantas y hoy las conté y sólo están puestas cuarenta y cinco.
–Tofu ya no las come después de esa diarrea que le agarró…
–¡Ay no me hagas acordar de eso! Tu caballo asqueroso…
–Entonces Jaime ni siquiera las puso. Quizás no tuvo tiempo.
–Paul, tuvo mas de una semana y siempre que lo veo está sin hacer nada, o sea que le sobra el tiempo.
–Entonces las vendió.
–Quizás. Y ahora que recuerdo, más de una vez lo vi dentro de la casa. ¿Qué hace un jardinero adentro de una casa? Se supone que su trabajo está en el jardín.
–Entonces quizás sea él. O Dolores.
–Decile eso a George y te abrirá la cabeza con una botella rota. Bueno, vamos a investigar. Siempre fuiste bastante policía así que supongo que esto te emocionará.
Paul la siguió hasta el cobertizo donde se guardaban las herramientas. Miraron desde allí hacia al entrada, donde Jaime cortaba el césped con demasiada lentitud.
–¿Lo ves? No hace nada. Estamos manteniendo vagos, además de ustedes. –dijo Zettie–A ver, revisá.
Comenzó por una simple caja que parecía tener semillas, pero no había nada. Zettie abrió varias latas, miró adentro de las regaderas, pero no encontró nada más que tierra o semillas.
–¡Zettie! ¡Su abrigo! –Paul revisó los bolsillos. No encontró los gemelos pero sí encontró un par de aros.
–Son de Chloe. –dijo Zettie al verlos–Será desgraciado…
–Quien le roba a un ladrón…
–Me importa un carajo quién le roba a quién. –Zettie le quitó los aros a Paul y fue rumbo a buscar a Chloe. La encontró riéndose con John, sentada al sol.
–A ver cabeza de novia. ¿Cuándo fue la última vez que usaste tus aros de perlas?
–Mmmm…¿ayer?
–Zettie no interrumpas. –se quejó John–¿Y qué hacés con Paul?
–¿Dónde los dejaste? –Zettie lo ignoró y Chloe pestañeó pensativa.
–Creo que en mi mesa de luz. ¿Por qué preguntás esas cosas?
Zettie abrió la mano y se los mostró.
–¿Los perdí?
–No. Te los robaron , que es peor.
–¿Cómo alguien se atreve a robarme a mí? –exclamó poniéndose de pie.
–Ahí lo tenés, cortando el césped. Estaban en su abrigo. Y creo que también robó el reloj de John y unos gemelos de Paul, porque todo es demasiado sospechoso.  ¡Nos está robando en nuestras propias narices!
Chloe corrió hasta donde Jaime ahora estaba sentado, sin ningún apuro en terminar su labor.
–¡Jaime! –le gritó–Esta me la pagás.
–¿Qué, señori…?
–Nada de señorita, viejo ladrón. –le mostró los aros–¡Te metiste en mi habitación y robaste! ¡Y robaste más cosas!
–¿De dónde sacó eso?
–Del mismo lugar que dice que voy a echarte ahora mismo. Fuera.
–No le conviene echarme. Sé todo sobre usted.
–Uy Chloe…–se quejó Zettie.
–¿Qué sabe?
–Mucho. Por ejemplo, que esos cuatro peludos son su harén.
–Otro con eso. ¿Y qué? ¿Tiene envidia?
–Para nada.
–¿Qué mas?
–Que en algo andan porque no trabajan nunca y tienen mucho dinero.
–Vos tampoco trabajás nunca y sin embargo te pagamos un sueldo. –dijo Zettie–Vamos, afuera.
–Les va a costar caro esto.
–Sí, sí, lo que diga. Mañana iremos a su casa y buscaremos las cosas que nos faltan.  –dijo Chloe increíblemente seria.
–Las vendí.
–Peor para usted.
Jaime se sacó el delantal y lo tiró en el suelo, y caminó hasta el cobertizo a buscar su abrigo.
–¿Qué le haremos? –preguntó Zettie.
Media hora después, hacían algo que no creerían que harían nunca: llamar  a la policia. En un rato estaban allí. Jaime finalmente dijo que no había vendido las cosas, porque esperaba una subasta importante en la que vendería “cosas exclusivas de los Beatles y sus novias”.
–¿Quiénes vendrían a ser sus novias? –preguntó el policia que anotaba todo, más por curiosidad que por otra cosa.
–Ella. –dijo Paul señalando a Chloe.
–Sos lo peor, McCartney.
–Cuando lo cuente, será genial. –dijo el policía sonriendo.
–¡No, no! Oiga, se supone que las cosas dichas acá son confidenciales, no puede contar todo.
–Depende.
–¿De qué?
–De cuánto pague.
–Yo no puedo creer esto. –Chloe comenzó a echarse aire con una revista–¡La policía nos pide sobornos a nosotras! ¡A nosotras!
–Tirale unos billetes, Chloe, para que deje de molestar. –dijo Zettie.
–Pagale vos.
–¿Por qué? Si vos sos la novia acá.
–Ayy bueno bueno. Pagará Paul.
–No va a pagar nadie. –dijo otro policía, que le estaba tomando declaración a Jaime–Agente, ya hablaremos de esto. Señoritas, les pido disculpas por el comportamiento. Que tengan buen  día.
***********
–¡Sonrían los novios! –gritó Paul antes de disparar su cámara. Brian les había traido cámaras nuevas y no paraban un segundo de tomarle fotos a absolutamente todo. Zettie ya había tirado la de John a la piscina pero la cosa seguía funcionando.
–Paul no aguanto más que vos y George griten todo el tiempo que somos novios y que sigan rompiéndome la paciencia con esos aparatos.
–¿Pero no son novios acaso?
–Algo así. –dijo John–Basta Paul. Crecé un poco, por favor.
–Uy, se puso en plan paternal.
–¡Sonrían! –gritó Ringo subido a un árbol.
–Y mirá a aquel mono ahí arriba. ¡Bajate! –Chloe le tiró con una de las nueces que estaba comiendo junto a John. Escuchó el “click” de la cámara de Paul otra vez y se cansó. Sin pensarlo dos veces, le tiró con algo más contundente: una maceta.
–¡Ey! –gritó el chico esquivando con habilidad. La maceta se hizo añicos contra el suelo y se escuchó el grito de Zettie desde el balcón.
–¡Esa era mi maceta!
–Zetie tenés setenta plantas.
–¡Cuarenta y cinco! Jaime me robó las otras, ¡y vos rompiste mi preferida! ¡Harta de todos ustedes estoy! –se escuchó que cerraba su ventana de un golpe y bajaba las persianas.
–Iré a pedirle disculpas, de verdad era su preferida. –dijo Chloe a John.
–¿A mi no me pedís disculpas? –preguntó Paul.
–No. ¡Y Ringo bajate de ese árbol!
**********
Escuchó golpecitos en la puerta y respondió con un gruñido. Se abrió apenas.
–Perdón. –dijo Chloe.
–Mmm. –respondió sin dejar de mirar los papeles que tenía sobre la cama.
–¿Qué hacés?
–Estudio. Algo que tendrías que hacer vos.
–Zettie…–se acercó a la cama y vio lo que había allí–Son los planos del palacio.
–Te dije que lo haría.
–No, no, no, Zettie….Es una locura. Siempre lo fue, pero insististe tanto que parecía fácil…pero no lo es.
–Lo puedo lograr sola. No como queria, disfrazada de guardia porque soy muy bajita  y me pescarán enseguida. Pero lo haré de otra forma, y lo haré mañana. 
–¿Qué? ¿Mañana? ¡Zettie, no!
–Haré lo que se me cante Chloe y lo haré cuando quiera. Y será mejor porque no tendré que dividir el dinero.
–No Zettie, por favor. Es una completa locura, te agarrarán enseguida y no será como si te agarraran robado un peaje, será peor.
–Bueno vení conmigo. De a dos puede salir.
–No, te dije que no.
–Chloe somos profesionales, nadie tiene la experiencia que tenemos.
–Pero es que algún día todo saldrá mal y ese día será mañana.  Mirá en todo lo que nos metimos. Hasta ahora las cosas van bien, pero ya tomamos muchos riesgos. Mirá si un día habla el ruso, o este Jaime de mier….Vos me entendés. O mirá si habla Dolores. Se acaba todo. Mejor terminar todo antes.
–Chloe con semejante experiencia ¿vas a dejar todo para ser no sé, oficinista?
–No sé. Pero lo que sí sé es que mañana no harás eso.
–Si querés abrite. Yo sigo. Y claro que lo haré, ni aunque me encierres podrás.  
Chloe suspiró y se fue caminando lento. Tenía que pensar un modo de convencerla de que no haga tal locura pero no sabía qué.
–¿Puedo pasar? –escuchó Zettie. Se guiró y vio a Ringo–Chloe dejó la puerta entreabierta.
–Ella nunca las cierra. ¿Vos no estabas arriba de un árbol?
–Me caí.
–Qué boludo. –rió y él también, pero enseguida se puso serio–Zettie no lo hagas.
–¿Qué no haga qué? –lo miró con desconfianza.
–No sé…Escuché lo que hablabas con Chloe. Y si ella, que no le tiene miedo a nada, dice que algo es peligroso, deberías hacerle caso.
–¿Ahora me decís lo que tengo que hacer?
Se acercó a la cama y miró el plano que ella tenía marcado con diferentes colores.
–¿Eso es el palacio?
–Sí.
–¿Lo van a robar? –preguntó boquiabierto.
–Lo haré sola. Toda la gloria para mí.
–Zettie eso es una locura. Te apresarán enseguida.
–Evidentemente no sabés con quién hablás. No me agarrarán ni muerta.
–No digas eso, por favor. Zettie no lo hagas, de verdad, es muy peligroso. Chloe tiene razón.
–¿Te manda ella?
–No, te dije que escuché todo.
–Chloe cambió totalmente cuando empezó a salir con John. Bueno, salir es un modo de decir. Solo salen al parque. El amor pone a la gente muy tonta.
–¿No querés ponerte tonta vos también? –se acercó a ella y le sonrió.
–No me diste ni la hora en todo este tiempo, ¿y ahora me salís con eso?
–Quizás no lo vi bien antes. Pero Zettie, cualquier cosa con tal de que no hagas eso. Te apresarán y no quiero verte en la cárcel.
–Lo decís de lástima.
–No, no, de verdad me importás. No lo hagas, por favor.  Te lo pido yo.
*************
Era muy tarde cuando Ringo despertó a Zettie con un ladrillazo en la ventana. Se sentó del susto, presintiendo que había comenzado la guerra nuclear o algo parecido.
–¡Pero quién fue el tarado que me rompió la ventana!
–¡Yo!
Miró para abajo y lo vio.
–¿Ringo? ¿Qué hacés ahí?
–Quería contarte algo.
–¿Y no podés golpear la puerta?
–Es más romántico tirando piedritas a la ventana.
–¡La rompiste con un ladrillo!
–Bueno, es que no te despertabas….pero no niegues que es romántico.
–Bueno, estoy en un balcón y vos abajo. ¡Somos Romeo y Julieta! Espero que no terminemos igual. ¿Y qué era eso que tenés que contar, querido Romeo?
–Algo malísimo. Brian nos viene a buscar mañana a primera hora. Nos vamos. Ya no hay amenaza terrorista y está furioso por lo de John y Chloe, cuando se entere de los nuestro y de lo de George y Dolores…se pudre todo.
–Hay que hacer algo.
***********
–¡Chloe! ¡Chloe! ¡Despertate de una vez!
–Zettie Foster, ¿toda la vida pensás despertarme así?
–Es una urgencia.
–¿Qué se quema?
–Nada. Bueno sí, ¡se queman nuestros sueños!
–Qué poética estás esta noche. Como se nota que estás enamorada, ¿eh, pillina?
–Chloe no me jodas, que es algo serio. Brian se los lleva. Mañana. Por la mañana. Se acaba todo.
–¿Vos me estás hablando en serio?
–Mas que nunca. Hay que hacer algo. Dijo Ringo que como ya no hay amenaza terrorista ya pueden irse de acá. Chloe, cómo nos quedamos en ésa. Nunca más amenazamos y ahora mirá…
–Eso se soluciona fácil. Vamos a la sala.
Caminaron con sigilo hasta la sala y ahí marcaron el número de Brian que ya sabían de memoria. Tan tarde sería más tenebroso.
–¿Y si nos reconoce la voz? –dijo Zettie.
–Dejame que yo sé imitar muy bien.
Cuando oyó que se descolgaba el teléfono, comenzó a hablar sin esperar un “hola”.
–Beatles. Bomba. –dijo con la voz más oscura que le salió.
–Muerte. –susurró Zettie.
–Muerte. –repitió Chloe. Escuchó el silencio del otro lado.
–¿Así que son ustedes?

Se paralizaron cuando oyeron la voz a sus espaldas. Chloe dejó caer el auricular y se giró con lentitud. Cruzado de brazos, John las miraba.  




*-*-*-*-*-*-*-*-*
Holaaaaa! Bueno, miles de días después aparecí, ya ni sé si alguien lee esto aparte de Cris HOLA CRIS! De todos modos aqui estoy trayendo el anteultimo capitulo de este desquicio.
Volveré...bueno, volveré algún día de estos.  

lunes, 27 de junio de 2016

Revolver Capitulo 10 - Por debajo de la puerta


Querido diario:
Ha pasado un mes desde que los Beatles están en casa. Las cosas mejoraron, acatan las reglas, no se pelean y comen menos. Tampoco dan signos de querer denunciarnos. Con Chloe llamamos dos veces más a Brian haciéndonos las terroristas para que no piense que el peligro pasó y se los lleve. A continuación, un listado de los cambios y continuidades de este mes:
*El pelo les creció malditamente rápido. A George se le dio por querer ser rubio y casi se echa encima tres frascos de agua oxigenada de no ser porque Chloe lo vio a tiempo y los tiró en el inodoro.
*Ringo ni siquiera respira el mismo aire que yo porque procura situarse a tres kilómetros de distancia de mí. Lo odio. John no ha hecho nada para que cambie de opinión por lo tanto también lo odio a él.
*John sólo tiene tiempo para Chloe pero no son nada, sólo se miran y suspiran hasta que Paul y yo nos metemos un dedo en la boca y simulamos que vamos a vomitar.
*Hablando de Paul, sigue sin poder montar a Tofu.
*Hablando de Tofu, sigue comiéndose mis flores.
*Se nos está acabando el dinero así que pronto haremos un peaje.

*********
–¿Cómo ve veo? –George se plantó delante de Chloe con una sonrisa tonta en la cara.
–Eh…¿perdón?
–Que cómo me veo.
–Ehh…¿cómo tendrías que verte? –lo miró de arriba a abajo, desconcertada. Lo veía igual que siempre.
–Ay, decime si estoy bien o no.
–¿Estás enfermo?
–¡Decime si estoy guapo!
–Siempre lo estás…
–¿De verdad?
–Claro, sos lindo. ¿Por qué me estás preguntando esto?
–Es que necesito saber si me veo bien.
–George, ¿pasa algo? Te veo bien pero estás algo…raro.
–Estoy perfecto, no te preocupes. Gracias por tu ayuda.
George se fue caminando y silbando, no sin frenarse ante cada espejo para contemplarse. Choe sólo agitó la cabeza, pensando que las drogas de verdad hacían mal.
********
Se ajustaron los guantes y el gorro y entraron al auto, listas para un día de trabajo.
–¿Notás raro a George? –preguntó Chloe mientras controlaba que tuvieran todo.
–¿En qué sentido?
–No sé, de pronto pregunta si se ve bien y se viste como si fuera a aparecer en una película. Y todo eso de querer ser rubio…
Escucharon golpecitos en la ventanilla y vieron a Paul, vestido con su mejor ropa. Chloe bajó el vidrio.
–¿Me llevan?
–No. –subió el vidrio.
–¿Por qué?
–Porque no.
–¡Me hablan como si fuera un niño de cuatro años!
–Paul, siempre que alguien te dice lo contrario a lo que querés, ¡te comportás como un niño de cuatro años!
–¡Pero es que quiero irrrrrrrr!
–Mierda, ¿adónde querés ir?
–Necesito cuerdas para la guitarra.
–Nosotras las podemos comprar.
–¡Ustedes no saben nada!
–¡Claro que sabemos!
–Ay basta. –dijo Zettie, ya harta–Que venga Paul. Pero no pensarás que irás  a comprar cuerdas vestido así. Si te reconocen estamos fritos todos.
–Tengo mi disfraz. –Paul buscó en un bolsillo y encontró un bigote sintético. Se lo pegó y al instante se cayó al suelo.
–Excelente disfraz, McCartney. Vení.
Zettie salió del auto y abrió el baúl. Buscó en una bolsa hasta que sacó una peluca y anteojos de abuelita. Además, una falda.
–¡No pienso ponerme esto!
–Entonces te quedás.
De mala gana, Paul subió al auto y comenzó a vestirse. Por el espejo retrovisor, Chloe y Zettie lo veían luchando con la peluca y se mataban de risa.
*****************
El auto estacionó lentamente a un lado del peaje. Por ser casi mediodía, el lugar estaba atestado de autos y bocinazos.
Chloe se giró para mirar a Paul. Trató de mantener la seriedad pese al disfraz.
–Vos te quedarás acá, nosotras tenemos que hacer algo. Ya volvemos.
–¿Eh? ¿Me van a dejar?
–Sí, quedate quietito ahí.
–¡Van a robar! ¡No, no! ¡Tengo que avisarle a esa pobre gente!
–¡Paul dejá la liga de la justicia a un lado, carajo! No vas a avisar a nadie, porque si lo hacés…–Chloe mostró el revolver que llevaba y Paul tragó saliva.
–Me quedaré acá. –dijo al fin, acurrucándose en el asiento trasero–Además los del peaje  roban con los precios que cobran.
–Y ya sabés que quien le roba a un ladrón…

Paul asintió asustado y las chicas se fueron. Se quedó sudando y tratando de pensar en otra cosa. A los cinco minutos, se sobresaltó al escuchar que las puertas del coche se abrían, quizás fuera la policía que había descubierto todo y ahora se lo llevaban a él también como cómplice. Pero oyó las voces.
–¡Dale Chloe arrancá esta cosa de una vez!
–¿Ya terminaron?
–Claro chiquito, somos rápidas. Ey, no malinterpretes–Chloe lo miró por arriba de sus gafas negras– Si venías con nosotras podríamos haber despistado aún más a la policía. Serían las dos chicas de siempre, y una abuelita ladrona.
Paul sonrió y se incorporó totalmente, mirando hacia atrás y haciéndole fuck you al auto de la policía que intentaba seguirlos.

********
–Podría robar el negocio de música.
–Alto ahí McCartney, que hayas participado indirectamente de un robo no te hace ladrón. Aparte tenés muchos instrumentos y mucho dinero, ¿para qué vas a robar? Entrá y comprá y pagá.
Paul salió del auto simulando ser una respetable anciana. Entró y dijo que quería cuerdas para la guitarra de su nieto. El vendedor, viendo que era una anciana que no sabía nada, intentó venderle las más caras.
–No se aproveche jovencito, sé muy bien de estas cosas y las más caras no son las mejores. Deme aquéllas.
El vendedor, sorprendido, le dio lo que quería. Paul pagó y dejándole unos insultos más, se fue.
–Me encanta esto. –dijo cuando entró en el auto.
–Sabíamos que te convenceríamos. –dijo Zettie–Ahora vamos a casa, ya estoy muy cansada. Ah Chloe, ¿qué me decías hoy de George?
–¿Eh? ¿Qué pasa con George? –preguntó Paul.
–Nada que te importe.–respondió Chloe–Como te decía…lo veo raro. Está todo el día frente al espejo como una quinceañera, y no está comiendo tanto como comía, ni lo hace como un animal de granja.
–Quizás le guste alguien. –dijo Paul.
–¿Quién le puede gustar si no sale de casa?
–Quizás le gustás vos. Ah no, cierto que de vos gusta John.
–Callate.
Paul se echó a reír. Luego dijo:
–Quizás se haya enamorado de Zettie.
–No estaría mal. –convino–Teniendo en cuenta que Ringo no me da ni la hora…
–¿Qué? ¿Te gusta Ringo?
Paul se echó a reír con más ganas, como si le hubieran contado el mejor chiste del  mundo. Zettie comenzó a pegarle con una franela para limpiar pero él seguía riendo.
–¡Quizás guste de vos!
Paul se calló y miró a Zettie. Esta vez fue Chloe la que largó una carcajada.
–No es una idea descabellada. –dijo sin dejar de mirar el camino–George últimamente está todo el día hablando con vos y te pide las guitarras.
–Dejen de decir estupideces. George siempre me pide las guitarras. Y le gustan las chicas.
–¿Acaso vos no sos una?
Zettie comenzó a reírse esta vez, hasta que se quedó sin aire.
–No confío en las teorías gays de Zettie porque ya falló una vez, pero quizás ahora acierte.
–¿Qué teorías?
–Nada, hablamos de otra cosa, chica Paul.
–Paulina. –dijo Chloe y comenzó a reírse.
–¡Sostengo que seguro está interesado en alguna de ustedes dos!
**********
Cuando llegaron a la casa, vieron a George sentado al sol,  tallando un palito de madera con una navaja, completamente  aburrido. Se bajaron dando tremendos portazos. Habían hecho todo el viaje acusándose mutuamente de ser el objeto de amor de George y para cuando llegaron, la duda los consumía.
–¡Decime que no gustás de mí! –gritó Chloe.
–¡O de mí! –dijo Zettie.
–O…¿de mí?
George miró a cada uno achicando los ojos por el sol que le daba en la cara. A Paul lo miró durante unos segundos más.
–Están desquiciados. –dijo al fin, volviendo a mirar el palito.
–¡Alguien te gusta! –dijo Paul.
–¿Y qué? ¿Tengo que pagar un impuesto por eso?
–¡No! Sólo queremos saber.
–¿Por qué?
–Porque me tenés harta con tus preguntas sobre tu pelo, tus cejas, tus brazos, tu altura, tus zapatos, tus medias, y un millón de cosas más. –dijo Chloe–Y porque te ponés litros de perfume.
–Es verdad, la sopa de anoche tenía gusto a perfume de George. –agregó Zettie.
–¿Y bien? ¿Quién es?
–Ninguno de ustedes. Mucho menos Paul. ¿A quién se le ocurrió esa estupidez?
–Zettie dejá de hacer teorías, siempre fallás.
–Está bien, no haré ninguna más. ¿Pero quién es? ¿La conocemos?
–Claro. Es Dolores.
–¿Dolores? ¿Nuestra empleada? ¿Estás manipulando a nuestra empleada?
–¿Manipulando? Miren lo que dicen, simplemente me gusta. Pero…
–¿Pero?
–Ella no. O no sé. Ella piensa que nosotros somos sus amantes, como una especie de harén.
–¿¿¿Qué???
Paul comenzó a reírse a carcajadas pero Zettie  y Chloe permanecieron serias.
–Esto es grave, tendremos que decirle que las cosas no son así. No sabía que pensaba eso, nunca lo dijo.
–Y si lo dice estaremos en problemas.
–¿Pueden hablarle? Así no me ignora.
–Momento Harrison, ¿por qué te interesa Dolores?
–Zettie, simplemente me gusta.
–¿Simplemente? Entonces no te ayudaremos.
–¿Por qué?
–No voy a permitir que un beatle le rompa el corazón. Suficiente conmigo…–Zettie se largó a llorar de forma histérica y se fue corriendo a la casa. Los demás la miraron como si se hubiera vuelto loca.
–¡Ah! –exclamó Paul– ¡Cierto que Ringo ni la mira!
–¿Ringo?
–Sí George, Zettie está enamorada de Ringo y él, nada.
–¡Dejá de contárselo a todo el mundo!–gritó Zettie desde el balcón de su habitación.
–Tiene razón, no hay que comentarlo. –dijo Chloe.–Bien, hablaré con Dolores, pero sólo para aclarar este tema, no para ayudarte, George.
–¿Por qué?
–No voy a ser la celestina de nadie. ¿Qué es eso?
Paul y George miraron hacia donde miraba Chloe. Enseguida hicieron una mueca de dolor.
–Ay no…–se quejó Paul.
–¿Es un camión del correo?
–Sí. Sabía que esto sucedería.

********
Con un sonido de alarma intermitente, el camión volcador del correo fue dejando caer una pila de cartas. Cuando terminó, dio un rodeo y salió, sin pisar ni un solo papel.
–¿Qué es todo esto?
Chloe miraba la montaña, que medía unos dos metros de alto. Había cientos de sobres.
–Cartas de fans. –dijo George–Se han acumulado en este mes.
–¿Y lo decís así, tan tranquilo?
–Estamos acostumbrados.
–¡Pero yo no! ¿Por qué todo esto en mi jardín?
–Porque son muchas. Peor hubiera sido que el camión entrara a tu sala para dejarlas ahí.
–No es gracioso, Paul. Bien, haré una fogata.
–¡No! ¡No se pueden quemar! Hay que contestarlas.
–Ay por favor, no me digan que las leen todas y encima las contestan.
–Sí.
–¿Cómo que sí?
–Que sí, que las leemos y las contestamos.
–¿Siempre?
–Claro.
Chloe comenzó a ponerse cada vez más roja.
–¡Le envié treinta cartas a John y jamás me las contestó! Pensé que sería porque ni siquiera las leían, ¡y resulta que sí!
Entró a la casa dando un portazo.
***********
Dolores pestañeó al ver la montaña de papeles.
–¿Se supone que tengo que limpiar todo esto?
–No Dolores, no hay que limpiar nada. En nuestra correspondencia. –respondió George, del modo más dulce.
–¿Todo eso lo tienen que leer?
–Sí.
–Y responder.
–También. ¿Nunca nos enviaste una carta?
–Nunca supe que se podía.
–Ahora ya sabés, escribinos.
–¿Para qué si los tengo acá?
George rió ante la lógica de la chica y agarró una primera carta.
–Puedo ayudar. –se ofreció Dolores–Si contesta alguien que no es alguno de ustedes, pero con palabras de ustedes, ¿vale igual?
–Claro, te lo agradecería mucho. No tengo mucho para hacer pero aún así tardaré mucho tiempo si lo hago solo. 
Dolores sacó un bolígrafo del bolsillo de su uniforme y agarró la primer carta dirigida a George que encontró.
–¿Qué hacen? ¿Qué es esto? –dijo Zettie saliendo de la casa, al parecer repuesta de su ataque de llanto.
–Cartas de los fans. Ayudo al señorito George.
–¿Puedo yo también, George?
–Sí, por favor. Sino jamás terminaremos.
Zettie agarró una carta del montón, iba dirigida a Ringo.
–¡Ringo! ¡Esta carta es para vos!
–Leela. –dijo él acercándose–Dios, ¿todo esto hay que responder?
–Y seguro traerán más. –respondió John–¿Dónde está Chloe?
–En su cuarto, supongo. Se fue enojadísima.
–¿Qué le hiciste, Paul?
–Nada. El culpable sos vos.
–¿Yo?
–Dijo que te escribió treinta cartas y que nunca respondiste. –dijo George encogiéndose de hombros–Y ahora se enteró que las leemos a todas y las respondemos. ¿Por qué no respondiste las suyas?
–¡Y yo qué sé! No la conocía. Ni siquiera recuerdo haber leído su nombre alguna vez.
–Será mejor que le expliques eso como puedas, John. –dijo Zettie–La conozco, no te lo perdonará.
–¿Y entonces para qué iré a explicarle si no me perdonará?
–Ayy…¡hombres! –exclamaron Zettie y Dolores.
–De acuerdo, iré.
John se fue y todos continuaron sentados en el jardín, abriendo y leyendo cartas.
–Ringo, leo la tuya.–dijo Zettie–Dice…”Querido Ringo: quiero que sepas que te amo y…” ¡Esta estúpida quiere ser tu novia! ¡Y encima envía su fotografía!
–A ver cómo es, mostramela.
–¡No! Ahora le contestaré: Querida…¿cómo se llama? Angela. Bien, Querida Angela, quería decirte que sos muy puta.
–¡Zettie no podés escribirle eso!
–¿Por qué? Es la verdad.
–¡Pero no podés escribirle eso a una fan!
–Está bien, ahí te dejo a tu Angela. Ayudaré a Paul.
–No te enojes.
–No me enojo, sólo digo que ayudaré a Paul. Porque a vos te parece que todo lo que hago, lo hago mal.
–¡Yo no dije eso! ¿Por qué siempre tergiversás todo?
–¿Tergiversar? Vaya, qué léxico manejás hoy. ¿Desayunaste un diccionario o qué?
–¡Zettie sos imposible!
–¡Y vos también!
Zettie le dio una patada a la montaña de cartas, y todas se desparramaron o volaron. Se sentó junto a Paul y comenzó a leerle una carta. De lejos escuchaba todo lo que Ringo murmuraba sobre ella.
–No le hagas caso. –le dijo Paul.
–Ya quisiera no hacerle caso.
–Es que sos muy caprichosa. Él tiene razón, a una fan no se le puede contestar eso, por más que lo pienses.
–El quería ver la foto.
–¿Qué tiene de malo eso?
–Supongo que nada. ¡Pero es que…! Ay ya, mejor lo dejo así.
–No, pedile perdón.
–¿Por qué?
–¿Por engañarlo diciéndole que eras una princesa? ¿Por decirle que tus parientes querían matarte y por eso guardabas armas? ¿Por robarle sus medias? ¿Por acusarlo de ser novio de John? ¿Por gritarle cuando rompió una taza? ¿Por…?
–Bueno, bueno, ya entendí el concepto. Tiene razones para odiarme. ¡Pero Chloe le ha hecho lo mismo a John, y él la ama! 
–John no es Ringo y Chloe no sos vos.
–Por una vez en la vida voy a tener que darte la razón, aunque me cueste.
Zettie se puso de pie y caminó hacia donde Ringo estaba sentado, garabateando una respuesta en una carta.
–Perdón. –dijo parándose frente a él. Ringo levantó la vista y la vio con su rostro más altivo.
–No te creo. –respondió al fin.
–Está bien. –se puso en cuclillas frente a él–Perdón.
–Ahora sí. –él le sonrió–¿Podrías ayudarme con estas?
Zettie agarró la docena de cartas que Ringo le tendía y se sentó junto a él.
**********

John golpeaba la puerta y llamaba a Chloe pero no había respuesta. Cuando se cansó pensó en irse, pero lo pensó mejor y se sentó en el piso, encendiendo un cigarrillo. Esperó unos minutos y volvió a golpear. Como nadie respondió, suspiró. ¿Qué culpa tenía él que las cartas de Chloe nunca hubieran llegado? Todo el mundo sabía que el correo era un desastre.
Se le ocurrió una idea y sonrió con  picardía. Buscó su bolígrafo en su chaqueta y revolvió un escritorio que había en el pasillo de las habitaciones, hasta que encontró unos papeles que no parecían tener uso. Garabateó algo en uno y lo pasó por debajo de la puerta.
***********
Chloe no entendía muy bien porqué estaba enojada. Era absurdo pero aún así…Se tapó hasta la cabeza e intentó dormir, John parecía que se había cansado, ya hablaría luego con él y le pediría disculpas por su extraño comportamiento. Después de todo, no podía protestar porque no eran nada, absolutamente nada. Le dolió pensar aquello y se tapó aún más.
De pronto escuchó un ruidito. El ruidito de algo deslizándose debajo de la puerta. Se incorporó y vio un papel blanco. Pensó en Zettie, a veces hacía eso cuando ella estaba enojada y no tenía ganas de pelear. En sus papelitos escribía cosas como “¿Querés sopa?” o “Te llaman por teléfono”. Decidió no darle importancia, ya lo leería. Necesitaba estar sola y pensar. A los pocos minutos, escuchó el mismo ruido. Abrió un ojo, había otro papel. Refunfuñando, se levantó.
“Siento no haber leído tus cartas. Si me mandas una ahora, la leeré”
Se tapó la boca con una mano para no gritar y buscó un bolígrafo en su desordenada mesa de luz. Probó uno pero no funcionaba y maldiciendo lo arrojó al suelo, ensuciando la alfombra. No le dio importancia, había algo mas importante que hacer. Rebuscó hasta que dio con otro.
“De acuerdo. En mis cartas te pedía un botón”
Deslizó el papel y esperó.
*********
John tenía miedo de leer. Conociendo a Chloe, lo más probable era que le insultara hasta el órgano reproductor de su madre. Con una mueca abrió el papel doblado y leyó. Su mueca se acentuó aún más.
–¿Qué mierdas…? ¿Por qué un botón? No pienso arrancarme un botón de mi ropa.
Agarró otro papel y escribió.
“Espero que no sea del pantalón. Es que tenés cara de ser demasiado pícara”.
Cuando lo pasó por debajo de la puerta se maldijo a sí mismo. Era un completo idiota por haber escrito esa completa idiotez.
*********
Esta vez, Chloe se tapó la boca con las dos manos para que su carcajada no se escuchara. Después se dio cuenta que su enojo se había disipado y que se sentía muy contenta con el extraño método de comunicación que estaban usando. En el reverso del papel, escribió con letra temblorosa:
“Veo que me estuviste observando demasiado. Sólo es un botón, no importa de dónde. Siempre me hizo ilusión”.
*********
Con más temor que antes, John desdobló el papel. Sonrió al ver la repuesta.
–Esa es mi chica.
Sin dudar mucho más, con los dientes arrancó un botón de su camisa. Después, poniendo todo su lado poético en una frase, garabateó un “Todas siempre piden pelo, vos sos distinta y lo sabía. Te envío el que estaba junto a mi corazón”
Envolvió el botón en el papel.
*********
Al ver aquello, Cloe se sintió más que feliz, pero dudó. ¿Qué podía responder a eso? No iba a encontrar palabras. Así que respirando hondo, abrió la puerta de su habitación.
–Hola. –dijo cuando lo vio.
–Hola chica de los botones. ¿Es para una colección?
Chloe negó con la cabeza.
–¿Te gustaría pasar?

***************


–Chloe tenemos mucho que hacer. Hay que llamar a Brian, otra vez. Y yo no me olvido de nuestro super proyecto.
–¿Eh? –Chloe parecía estar en las nubes, apenas se había dado cuenta que Zettie estaba en la misma habitación que ella.
–Ay ¿qué te pasa? ¡Te hablo de algo serio! Hay que llamar a Brian, amenazar otra vez. Hace mucho que no lo hacemos y no quiero que confíe que el peligro pasó. Aún nos queda mucho por hacer con estos beatles. Y nuestro proyecto, el palacio. Chloe, el palacio es nuestra consagración. Robamos el palacio y nos vamos al Caribe por siempre, nunca nos van a encontrar.
–No quiero.
–¿Eh?
–Que no quiero. No lo voy a hacer.
–Pero…pero…¿por qué?
–Es que no quiero ir al Caribe.
–Bueno, vayamos a otra parte...
–No, me quiero quedar.
–Chloe no seas tonta, no podemos quedarnos, nos encontrarán enseguida.
–Entonces no robemos.
–¿Qué te pasa? ¡Hace años que planificamos esto! ¡Es nuestro golpe! Nadie en la historia lo ha logrado y con nuestro y nuestro talento plan lo conseguiremos. Somos las mejores, y para las mejores, el mejor premio.
–No lo haré.
–Estás estúpida. ¿Por qué?
–No quiero robarlo porque no quiero irme. Y no quiero irme porque estoy con John.
Zettie pestañeó una vez, dos, tres. Luego cerró los ojos mientras trataba de respirar.
–Lo sabía.  Lo sabía, lo sabía, ¡lo sabía, maldita sea! ¡Sabía que esto iba a pasar! Y qué suerte que no fui yo, al menos estuvo bien no haber tenido nada con Ringo. Chloe, lo de John es pasajero, ya lo verás.
–No. Zettie lo quiero, lo sabés bien.
–Ay una cosa es quererlo en las revistas o en la televisión y otra cosa es quererlo en serio. Era parte de nuestra diversión.
–¿Vos querés que Ringo?
–No lo sé. Y mejor no saberlo.
–Sí que lo querés, y si pasara algo con él, estarías de acuerdo conmigo.
–No, no estaría  de acuerdo. Llevamos años preparándonos y lo vas a dejar todo por él.
 Zettie salió de la habitación hecha una furia. Una vez en la suya comenzó a juntar todo lo que iba a necesitar. Si Chloe no la acompañaba, lo haría ella sola.





 Si alguien sigue leyendo esto, pido perdón por la tardanza. En dos capitulos finaliza el fanfic.




nRelate Posts Only