martes, 26 de mayo de 2015

Revolver - Capitulo 5 "El tiro por la culata"




Llegaron al estudio, bajaron de sus coches, y se miraron. Poco les importó que las fans estuvieran rodeándolos, lo que querían era asegurarse que los cuatro habían visto lo mismo. No precisaron palabras, sólo asintieron y entraron.
–Llamá ya, pero ya, a Brian. –le ordenó John a Paul. Él le obedeció sin chistar, sabía que John tenía razón, había que informar enseguida sobre lo que habían visto.



–¡Lo logramos! Sooomos genias somos genias somos geniaaaas –cantó Chloe mientras conducía.
–Pobrecitos, sus caritas de susto…Pero bien dicen que el fin justifica los medios.
–Además en unos días olvidarán el trauma, supongo que no serán tan gallinas de estar muertos de miedo por lo que hicimos, ¿no?
–No, para nada, son valientes, estoy segura.
Chloe dobló rápidamente y entró por al camino de la casa, hasta meter el coche dentro de uno de los garages, pensando en que debía deshacerse pronto de ese auto y del auto que habían usado para robar el banco. De pronto, tuvo una gran idea.




–¿De qué te reís tanto? –John le arrebató el auricular a Paul. Estaba indignado, Brian sólo se reía de lo que les había sucedido.
–Están paranoicos, seguro eran un par de fans.
–Las fans no hacen eso. –replicó, más serio que nunca–Las fans se nos tiran encima, lloran, se arrastran, gritan, se arrancan los pelos. No pasan con un auto delante nuestro disfrazadas del KKK y nos miran amenazantes.
–Sería una simple broma. ¿Desde cuándo son tan gallinas? La gente se enterará y comenzará a gastarles bromas porque sabrán que se asustan con cualquier cosa.
John colgó con un golpe.
–¿Y? –preguntó Paul.
–Nos dijo gallinas.



Sobre la mesa quedaban muchos platos vacíos y dos botellas de vodka: una para Dimitri, y otra para las chicas.
–Oigan, ¿por qué yo sólo tomo de aquella botella  y ustedes de otra? No le habrán puesto veneno, ¿no? –preguntó con voz errática.
–Ay, ¿cómo creés eso? –sonrió Chloe–Seríamos incapaces. Es que tu vodka es muy fuerte para nosotras.
Miró a Zettie, esta sonrió y le dio un trago a su “vodka”. En realidad, la botella de ellas sólo tenía agua, a ambas les gustaba tomar, pero esa noche querían tener alertas a todos sus sentidos y sabían que un poco de alcohol las descontrolaría.
–Les pasa por ser mujeres. El triste sexo débil, no aguantan ni un sorbo de vodka. –Dimitri se tomó de un saque otra copita y la apoyó con un golpe sobre la mesa–Dame más Zettie, dejá de mirarme con esos ojos de pescado.
Se puso de pie, pero Chloe le hizo un gesto para que se calmara. Sin decir nada, llenó otra vez la copita de Dimitri, que nuevamente se la empinó tragándose todo.
–Ahh…este es el mejor vodka del mundo, directo de la estepa rusa. ¿Alguna vez fueron a Rusia? Deberían ir, es…
–Dimitri tenés que hacernos un favor. –Chloe lo interrumpió, estaba harta de escucharlo.
–Cualquier favor les haría a dos muñecas como ustedes. No son como las rusas, que son bien rubias y altas, y pechugonas, pero no están mal. ¿A quién mato?
–A nadie, sólo debes hacer una llamada.
–¿Llamada? Si es a los Estados Unidos la haré con gusto, les diré que llegaremos antes a la Luna, que haré volar su estúpido país, y que todo el mundo será ruso.
–No es a los Estados Unidos, es aquí, a Londres.
–Vaya, qué desilusión. Llamada de corta de distancia, pues. –soltó una risita y se sirvió más.
Zettie agarró el teléfono que estaba sobre un mueble cercano y lo puso delante de él con un golpe tan fuerte que le arrancó un pequeño “ring”.
–Es una llamada importante. Dirás esto.
Dimitri agarró el papel que Zettie le tendía. No podía distinguir bien las letras así que comenzó a reírse.
–Si va a estar riéndose se darán cuenta que está borracho y creerán que es una broma. Así no podemos.
Chloe sólo asintió, comprendía bien la preocupación de su amiga. Vio a Dimitri, que seguía riéndose de vaya a saberse qué, hasta que escuchó un “click” que conocía muy bien. Levantó apenas la vista, vio a Chloe con un arma apuntando directo a su frente.
–Dejá de hacerte el idiota o esta noche dormís en el Támesis.
–E…es…está bien. –parecía que la borrachera se le había pasado en un instante–¿Qué hago?
Con un movimiento de cabeza, Chloe le señaló el papel que había dejado en la mesa. Zettie marcó el número y le pasó el auricular a Dimitri.
–¿Podrías…bajar el arma? –suplicó.
Sin decir nada, Chloe se la calzó en la cintura. Dimitri temblaba con el auricular en la mano, no distinguía bien las letras porque tampoco sabía leer bien, pero sabía que cualquier error le costaría caro. Lamentó estar tan mareado como para ni siquiera poder sacar su propia arma.
El tono sonó varias veces hasta que al fin alguien contestó al otro lado.
–¿Señor Epstein? –leyó Dimitri–¿Brian Epstein?
–Sí, soy yo.
–Quería decirle que nos gusta mucho su banda, esos cuatro chicos. De hecho, nos gusta tanto que los mataremos a todos.
Dimitri tembló una vez más al leer eso. Se hizo un silencio, Chloe y Zettie pegaron más sus orejas al auricular. Se oyó una fuerte respiración.
–¿Quiénes son?
–Personas que ya no quieren oir más a esos cuatro herejes. Que no se cuiden mucho, no servirá de nada.
Dimitri vio que ya no había nada más escrito en el papel y colgó.
–¿Quiénes son los cuatro herejes?
–Nadie. –sonrió Zettie, sirviéndole más–Lo hiciste muy bien.
–¿Y qué gano yo con esto?
–El vodka que te estás tomando, que bastante caro salió. ¿Acaso no sabés hacer un favor?
–No. Quiero algo a cambio.
–Te daré un auto. Es un Porsche amarillo, lo conocés.
Zettie la miró sin comprender. Chloe se acercó a ella, y le susurró.
–Es la única forma de sacarme ese auto de encima, si lo vendo nos pueden descubrir. Y si buscan el auto, encontrarán a Dimitri.
–Pero él puede decir que vos se lo regalaste.
–Por favor…¿quién le creería a un ruso indocumentado que quiere volar los Estados Unidos?
Se volvieron a mirar a Dimitri, que tomaba y hablaba sobre lo que haría con el auto amarillo. Sonrieron.




–¿Y ahora quién es la gallina?
Todos hubieran reído pero estaban demasiado preocupados.
–No es chiste, John. Aunque sin embargo, sigo creyendo que puede ser una broma de muy mal gusto.
-Ah claro, que nos quieran matar a los cuatro ahora es una broma.–dijo George–Es una amenaza bien clara, lo que pasa es que no la querés ver.
–De todos modos, ¿por qué nos querrían matar? –preguntó Ringo–Cualquier haría volar a los Estados Unidos, no a los Beatles.
–Porque somos herejes y tenemos hartos a un grupo de gente con nuestra música-respondió Paul–Pero…¿ven? Eso es lo raro, ¿sólo porque están cansados de nosotros nos matarían? No creo que haya gente tan loca.
–¿Ah, no? Pues la hay, y para que nos callemos nos tienen que matar.
Brian asintió apagando su cigarrillo en el cenicero.
–Tanto Paul como George tienen razón. Parece una reacción desmedida, pero hay gente así. Esperaremos, si no hay más  amenazas, todo habrá sido una broma. Tengan paciencia, no desesperen.




Chloe despertó, era tarde pero aún tenía sueño. Sin embargo, la aspiradora de Dolores andaba cerca y ella odiaba a esa aspiradora, ¿no podía limpiar en otro momento? ¿No existían las aspiradoras ultrasónicas? Dio vueltas en la cama, pero ya no pudo volver a dormir. Miró la hora, eran más  de las once de la mañana. De suerte acertó a encontrar sus pantuflas y se puso de pie, rascándose la cabeza. Salió al pasillo, la aspiradora dejó de funcionar. La maldijo, fue caminando hasta la habitación de Zettie  pero sólo encontró el revoltijo habitual, no había ni rastros  de la chica. Se llevó por delante una mesita.
–¡Ayyy, puta mesa! ¡Te incendiaré y compraré otra!
Bajó hasta la cocina rengueando, llamando a Zettie, y pensando que ese día ya había comenzado muy mal. Por ningún lado había nadie. Cuando llegó a la sala, se encontró con Dimitri tirado sobre la mesa.
–¿Pero qué hace éste acá? ¡Zettie te dije que lo metieras en un taxi y que lo mandaras a la casa! ¡Zettie!
–Señorita…
Sobresaltada se dio vuelta, vio a Dolores y su aspiradora maléfica.
–Ah, Dolores, disculpá esto. –señaló a Dimitri.
–Lo quise despertar pero habla raro, no sé qué dijo y se durmió otra vez. Aunque parece desmayado.
–No te preocupes, es…un amigo. Lo llevaré a su casa, ¿viste a Zettie?
–Salió  temprano.
Se encogió de hombros y como pudo levantó a Dimitri.


No hacía ni cinco minutos que había vuelto a su casa después de llevar  a Dimitri a la suya, cuando vio que un auto rosa entraba lentamente por el camino de piedritas de la casa, estacionaba frente a la puerta, y de él bajaba un muchacho y Zettie. El muchacho le dio unas llaves a Zettie, y se fue caminando.
–¿Se puede saber qué es esto?
–Buen día Chloe, te presento a…¡mi auto!
–¿Tu qué?
–¡Mi auto! El último Cadillac recién salido de fábrica, mirá, sentí qué olor a nuevo.
–¿Para qué querés un auto sino sabés conducir?
–¿Acaso la única que puede tener siete, sí, siete autos, sos vos? ¿Por qué no puedo tener uno yo?
–¡Porque no sabés conducir!
–Ay me da igual, tendré chofer. Miralo, ¡es rosa!
–Ya veo que es rosa…Ey, no está nada mal…-abrió una de las portezuelas y comenzó a mirarlo por dentro–Está espectacular. Bien, te felicito. Pero lo usarás sólo cuando tomes clases y sepas bien.
–Sí, sí, lo que digas.  –respondió lanzando las llaves al aire y volviéndolas  a agarrar.
–Tenemos que hablar del ruso.
–A ese hay que matarlo.
–¡No! ¿Cómo se te ocurre?
–A la larga va a hablar, contará todo, nos hundirá. Anoche tendrías que haberlo matado, estuviste ahí nomás de hacerlo. Total, un ruso más, un ruso menos...
–No, no, no dirá nada, esta tarde le llevaré el auto, si habla nadie le creerá. Ah, y te dije que lo mandaras  a su casa, no que lo dejaras dormir toda la noche en nuestra sala.
–Tenía sueño, me olvidé de él.
–Pero tuve que llevarlo yo, ¡casi vomitó en mi Ferrari! ¿Te das cuenta si hacía eso? Ahí sí que lo mataba sin pestañear, por suerte me lo saqué de encima tirándolo desde el auto en movimiento. Se golpeó un poco pero le sirvió para que se despertara. Y vos, paseándote en un Cadillac nuevo con un muchacho.
–Lo hubieras visto, es el de la concesionaria, le pedí su número de teléfono.
–No es momento para andar levantando hombres. Estamos en algo delicado, tenemos que cuidarnos de todo.
–¿Nuestro plan habrá funcionado?
–No losé…Es algo que no lo veremos en la prensa, nadie se atrevería a publicar un titular que diga “The Beatles amenazados por grupo terrorista” Se desataría una paranoia colectiva. Anoche Dimitri lo hizo muy bien, a cualquiera asustaría mucho una llamada así, pero la policía es más dura de convencer…
–Habrá que meter más  presión entonces. ¿Qué tal si secuestramos a alguno?
–No, no, secuestro no, eso sería lo último. Otra aparición como la del otro día  podría funcionar. Iré yo sola esta vez, para que se desconcierten.
–¿Y si te pasa algo?
–No pasará nada, ¿qué puede hacerme John Lennon?




–Dolores, ¿te gusta mi auto? –Zettie no dejaba de pasearse alrededor del Cadillac. No tenía nada que hacer, Chloe estaba asustando a Lennon y ella ya se había aburrido de contar billetes.
–Claro que me gusta, ¡adoro el rosa!
–Lo mandé a pintar así, ¿no es genial? Mirá, entrá. –abrió las puertas, Dolores se metió adentro.
–Nunca estuve en un auto así…
–¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta?
–Pero…¿usted sabe conducir?
–¡Pfff  por favor! La duda me ofende, claro que sé.
–Si es así, ¡acepto!



Llevaba casi una hora esperando y durmiéndose dentro de su auto. Puso la radio y comenzó a tararear algunas de las canciones que sabía, pero el sueño la vencía. Recordó a la aspiradora endemoniada, cuando volviera la pondría en la basura.
De pronto lo vio salir y caminar por el parque de su casa.
–John, por Dios…qué lindo sos. ¿Y si me quito esta ropa del cura y me acerco en son de paz? No Read, calma, tu papel es el de un kukuxklanero.
Puso su mejor cara de amenaza, pero John no reparó en ella.
–Cierto que es miope, ¿cómo va a ver a un auto y a alguien que está dentro de él? Iré más cerca, el movimiento le resultará sospechoso.
Puso en marcha el auto, avanzó unos metros  y se detuvo. John la vio, pero no estaba segura de que la haya visto bien.
–John, yo lamento esto, la verdad…
Puso atención en todos sus movimientos, sacó los binoculares que tenía en la guantera para verlo mejor. Vio que John entraba  a su coche y salía lentamente de su casa. Al fin la vio, y ella se enterneció con su cara de susto. Lo siguió unas cuantas calles hasta que dobló y volvió a su casa. El deber ya estaba cumplido.
Sin embargo, al llegar, vio humo. Le extrañó, eso no era para nada normal. Entró por el camino que atravesaba el parque y vio el desastre.
–¡Zettie! –gritó al salir precipitadamente de su auto.
–Hola…-la chica la saludó con timidez–Choqué.
–¡Ya veo que chocaste! –vio al flamante Cadillac estampado y echando humo contra uno de los árboles del parque.
–Lo mandaré a arreglar…
–¿Arreglar? ¡Está hecho pedazos! ¡Estás loca, te dije que tenías que tomar clases!
–Pero lo hizo muy bien, paseamos por el centro y no pasó nada. –Dolores se acercó, sonriendo–El problema fue cuando entramos.
–Doblé para el otro lado y en vez de frenar, aceleré. Ay no hay problema, compraré otro.
–Un momento, un momento. ¿Saliste al centro? ¿Y con Dolores?
–Ehh…sí.
–¡Loca! Mirá si chocabas a alguien o si le pasaba algo a ella, iba a venir el Sindicato de Sirvientas y nos dejaría más pobres que nunca. Tendría que echarte de la casa, pero no lo hago porque la mitad es tuya.
–Perfecto, en una mitad vivís vos, y en la otra yo. Y se acabaron los negocios.
–Ey, ey, ey, no te es para tanto. ¿De qué vamos a vivir? Zettie sos muy buena para rob…digo, para los negocios, pero sos  un desastre al volante. –le sonrió a Dolores, que las miraba extrañada.
–¿Qué negocios hacen?
–Nada, vos ocupate de la aspiradora, la tiraremos y compraremos otra.
–Señorita Chloe…¿Por qué está vestida así?
Se dio cuenta que aun tenía puesta la ropa del cura.
–Fui a…a una fiesta  de disfraces.





–¡Basta, esto es demasiado!
John entró agitado a la oficina de Brian, que lo miró desconcertado y luego miró al Inspector de la policía.
–¿Qué te pasa? ¿Por qué entrás así?
–Mirá Brian, vos dirás que todo es una broma, pero no es así. Había uno de esos de blanco, en la puerta de mi casa. Me siguió.
–Ya no lo tomo como una broma, por eso estaba charlando con el Inspector Connor. ¿Estás seguro que era como los que los siguieron la otra vez?
–Sí, era igual, pero en otro auto. –se sentó en una silla y le quitó de la mano al Inspector su vaso de agua.
–¿Era un hombre? –preguntó éste, mirando a su vaso–¿O era una chica?
–No, no, reconocería a una chica en cualquier parte.
–Les avisaré a los demás, para que estén atentos. –Brian levantó el tubo del teléfono–¿Qué haremos, Inspector?
–Hay que actuar rápido, la prioridad es que estén bien protegidos. Sé que es muy importante para ustedes que esto no se sepa, y ponerles una guardia policial no sería discreto, muchos se darían cuenta que algo pasa. Lo ideal sería que se retiraran por un corto periodo de tiempo.
–¿Vacaciones? Eso no estaría mal.
–No me refiero a vacaciones, señor Lennon. Esta gente tiene contactos en todo el mundo, en cualquier parte a la que vayan estarán vigilados por ellos, y eso requeriría más policía detrás de ustedes. Tendrían que quedarse en Londres, cerca de nosotros, pero a la vez cuidados por gente más especializada, gente que cuide a personalidades importantes. Deberían quedarse con esas personalidades, no habría sospechas, estarían cuidados…
–¿Y quiénes podrían ser esas personalidades? Sé que nadie se negaría a tener a The Beatles bajo protección, pero creo que deberían ser personas que no tengan problemas ni conflictos, para que no afecte a la carrera de los chicos.
–Tiene que ser gente que no sea conocida, lo importante es que nada llame la atención, los periodistas son muy listos.
Brian colgó, todo lo que el Inspector Connor decía era extraño pero parecía una buena solución, sólo faltaba que sus chicos quisieran pasar una temporada con gente como la que Connor proponía.
–Hay dos chicas….-continuó el Inspector–Son bastardas de la reina, por lo tanto tienen la mejor seguridad, y nadie las conoce.
–¿La reina tiene bastardas? –John rió pero de inmediato se puso serio–Perdón pero suena increíble…
–Las tiene, sí. Las conocí en una fiesta...Son educadas, gentiles, tienen mucha clase. Hablaré con ellas cuanto antes, me parecen la mejor solución.



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Volví después de más de un mes, pero volvi! Espero que les guste este capitulo bien loco, les aviso que seguirán más locuras!
Saludos!




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