Pasaron 15 días. Mis vacaciones van tranquilas, Brian me
avisó por teléfono que le daría mi número a varios tipos, que luego me
llamarían para que yo les hiciera un lugar en la agenda. Lo malo es que , como
están del otro lado del mundo, esos tipos llaman a cualquier hora de la noche,
lo que provoca malas caras en mi padre, que según él, no puede dormir. También
tengo a mi cargo la comunicación con el
club de fans, así que les paso las últimas noticias. Por esto me hice
“conocida”, ya que ponen mi nombre en la revista del club. Luego, cuando
Chelsea recibe la revista, veo un “Agradecemos a Josephine March por su
colaboración”. Por suerte no ponen cuál es mi trabajo, sino mas de una se las
apañaría para saber dónde vivo y se aparecería para pedirme mechones de pelo de
su beatle preferido.
A pesar de que estoy algo ocupada, repetidamente suena en mi
cabeza las palabras de Val: “ahí está tu gran oportunidad”. Pero...yo no soy
así, no me gustaría aprovecharme de la situación de George y Pattie. Pero por
otro lado, siento que soy una completa tonta si no lo hago. Ay, ¿para qué tanto
pensar en eso si apenas me acuerdo de Harrison? Y es que es verdad, con los
días apenas me acuerdo, claro que cuando lo hago....siento que el corazón se me
acelera. Basta Jo, él seguro que está penando por su rubia Pattie, y vos acá,
viendo si aprovechás o no una oportunidad que SEGURO no te va a dar.
Lo que mas me intriga, y esto lo digo para que todas ustedes
vean que Harrison no me preocupa, es que ni Val ni ningún productor me llamó.
Está bien, son gente ocupada, quizás ni siquiera han mirado el título de mis
novelas., pero es que, pese a que tenía ciertas
reticencias, ahora estoy muy ansiosa por saber qué opinan, y tengo mucha esperazas
de que les guste, o por lo menos, los convenza.
-Jo, teléfono para vos –dice mi madre asomada a mi
habitación.
Bajo rápido y me pongo al teléfono.
-¿Si?
-Josephine. Soy Brian.
-Ya lo sé jaja
-¿Cómo?
-Porque sos de los pocos que me llama Josephine. No me
llames así, no me gusta.
-No me hagas renegar vos también, que demasiado tengo con
tus cuatro jefes, o amigos, no sé qué son. Me van a volver loco.
-Eso te pasa por no permitirme ir.
-Te aseguro que en la próxima venís, nos hacés mucha falta.
Bueno, eso terminará pronto, porque te llamo para decirte que en cinco días
volvemos.
No sé si me alegro o no. Y esto no tiene nada que ver con el
trabajo. Porque con lo que dijo Brian, la imagen de George se dibujó ante mis
ojos. Cinco días para volver a verlo.
Cinco días para tomar dos decisiones: si estaba verdaderamente enamorada de él,
y si daba un paso adelante o no.
******************
-Señorita March, para usted –Henry me da el teléfono. Otro
mas para entrevista. ¿Para qué tantas si en todas preguntan lo mismo?
-Henry, ¿los trajes están bien?
-Si señorita, pero creo que igual tendría que comunicarse
con el sastre.
Tanto Henry como yo corremos por toda la casa. Hoy llegan, y
todo tiene que estar ordenado, aunque ellos sean el desorden convertido en
personas.
-Bien, creo que terminamos, ¿no? –digo mirando todo, con las
manos en la cintura, y rogando que el maldito teléfono no suene una vez mas.
-Si, está todo listo.
-¿Qué le parece si tomamos un té mientras vemos por
televisión cuando lleguen?
-Bueno...sería un honor, señorita.
-Deje de tratarme así, que no soy de la realeza jaja
Al rato, sentados en los sillones, Henry, muy correcto, toma
té conmigo, que carezco de las reglas de protocolo que él conoce y aplica.
Mientras, miramos el caos total que hay en el aeropuerto, parece el fin del mundo.
Al fin, vemos que desde la escalerilla del avión, saludan los cuatro porrudos.
-Oh por Dios, ¿quién le dio ese traje a Paul? Es evidente
que tiene mal corte, le queda mal en las mangas –dice Henry, escandalizado.
-Veo que usted sabe de todo
-No sé si se todo, pero, no es por pecar de soberbia, estoy
muy bien preparado.
-Quédese tranquilo, se le nota. Y se le nota aún mas sentado
acá, conmigo.
-Oh, señorita March, usted es muy fina y delicada. Claro
que....sí, le harían falta unas clases....
Sólo río, Henry es ese típico mayordomo mega refinado, pero
que aún así entiende a quienes somos unos completos “rotosos”, y que además,
nos ayuda. Y ese “somos” no solo me incluye
a mi, sino también a nuestros
“jefes”.....que están haciendo desastres en la conferencia de prensa. Yo
solo me río a carcajadas y él niega con la cabeza, lamentándose de que en todos
lados se comporten como en casa. Aunque sé que detrás de su desaprobación, está
ahogando una risita. Y yo, detrás de mis carcajadas, estoy ocultando algo indefinido
que me pasa viendo a George ahí, en la televisión, y sabiendo que en una hora o
menos, estaremos cara a cara. Y que aún, no tomé ninguna decisión.
*************************
-JOOOOOOOOOO!!!!!!! ¿Me extrañaste? ¿Me extrañaste? ¿Me
extrañaste?
-A vos no, John, pero a tus gritos sí.
-¡Seguís mala conmigo! Yo sí te extrañé, no sabés, lloraba
antes de dormirme y...
-Si, si, tu revista está arriba de la mesa. Y el yo-yo con
luces también.
Abre grande los ojos y, casi llevándome por delante, atraviesa
la puerta y se mete en la cocina.
Los otros tres lo miran con una mueca de fastidio, aunque ya
están acostumbrados a John.
-Jo, ¿cómo estás, tanto tiempo?
-Muy bien Paul. Ese saco te queda mal.
-¿Apenas me viste y ya te diste cuenta?
-Jaja, el mérito es
de Henry.
-Joicita!
-Ey Ringo! Veo que no te creciste jajaja
-¡Pe...pero! ¿Recién llego y ya me decís esas cosas? –quiere
parecer ofendido pero termina riendo.
-Hola Jo.
-Ho...hola George –maldición, sólo me quedo mirándolo, ¿por
qué me pasa esto?
-¿Cómo pasaste tus vacaciones?
-Bien. ¿Y tu gira? ¿Cómo estuvo?
-Pues...al principio mas o menos. Después todo se arregló.
Auch. Ese “todo se arregló” me hace pensar que la supuesta
oportunidad se esfumó. Mis sospechas se confirman cuando veo que se acerca al teléfono
y dice:
-Voy a llamar a Pattie para que ésta noche venga a cenar.
Me culpo por haber sido una tonta cuando alguna vez pensé
que podría avanzar. Pattie está en mi camino. No, mejor dicho, está en SU
camino, un camino que yo jamás tomaré.
Dejo de pensar esas cosas cuando veo a John, muy
entusiasmado, jugando con su yo-yo, sonriendo como un niñito. La imagen es muy tierna
hasta que pasa Ringo y se lo arrebata, luego comienza una persecución por la
sala, la cocina y la escalera, que incluye saltos arriba de los sillones, y que
finaliza con John usando su nuevo juguete para golpear a Ringo. Todo eso
también me incluye a mi, que trato de separarlos y a Brian, al que parece que
le va a dar un ataque de nervios y stress.
-BAAAAASSSSTAAAA!!!!!!!!
Todos callamos al escuchar el grito de Brian. Hasta George,
que dejó de hablar pero que aún tiene el tubo de teléfono en la mano.
-¡Por una vez en su vida pórtense bien!
-Ahhh...era para decirnos eso...-dice George ignorándolo,
poniéndose el tubo en la oreja –Perdón Pa....¡Brian! ¡Por tu culpa me colgó!
No Jo, no te sonrías maliciosamente, olvidá lo que acabas de
escuchar.
Al día siguiente, cuando llego, veo que hay tanto o mas caos
que el día anterior. Parece que el país se los disputa por aunque sea dos
minutos para una nota. Y ellos, pobrecitos, están cansados. Y como son casi
como niños, estar cansado es igual a estar fastidioso e insoportable.
-¡No quiero ir!
-Paul ¿qué querés que haga? Son cuatro, no pueden ir sólo tres
-La culpa es tuya por haber agendado todos esos compromisos
-Ey, ey, Jo no tiene la culpa, hace su trabajo
-No te metas Lennon!
-¡Ay ya terminenla los dos! Acomódense y váyanse.
Se van, yo nos los acompaño porque tengo que atender el
teléfono, que parece endemoniado.
Vuelven pasado el mediodía, yo sigo con el teléfono en la
oreja y ellos dejan sus sacos y sus zapatos desperdigados por todos lados. John
se tira en el sofá, y desde ahí, cuando por enésima vez levanto el tubo, antes
de poder decir Hola, él me corta la comunicación.
-¡John! ¡¿Qué hiciste?!
-Basta de agregar cosas, no doy mas. Aparte, necesito el
teléfono.
-¿Vas a llamar a tu tía? –pregunta Paul a la pasada.
-No, voy a llamar a mi
novia.
Se hace un silencio. Ringo y George se asoman desde la
cocina. Todos miramos a John.
-¿Qué? ¿Dije algo raro?
-Si. Dijiste que vas a llamar a tu novia. –responde George.
-Voy a llamarla porque tengo.
-¿¿¿Y desde cuándo??? –peguntan todos
-Desde ayer.
-¿¿¿Desde ayer???
-Si, ayer me puse de novio. Y ahora, voy a llamar a mi dulce
Amy.
-¿¿¿Amy???
-¡Ya dejen de preguntar cosas! Y no se preocupen, no es
desde ayer, fue tres días antes de que nos fuéramos de gira.
-Pero no nos dijiste nada
-Porque era un secreto, ahora ya no lo es. A ver, Jo, dejame
ese teléfono. Quiero invitarla a que ésta tarde nos acompañe.
-John ¡Brian no sabe nada!
-¿Y? Starkey, no me molestes.
****************************
A las 4 de la tarde, Brian intentaba asesinar a John. Así de
la nada, había aparecido Amy, una chica alta, delgada, de largo cabello castaño
y muy graciosa. Una chica que enseguida “pegó onda” conmigo.
-¿Como hacés para soportar esto todos los días? –me dice entre
risas, mientras ve a su novio huyendo de su manager
-Pues....no lo sé. Pero me divierto muchísimo.
-¡De eso no me cabe duda! ¿Antes de qué trabajabas?
-Redactaba notas de crímenes para un diario jaja
-Jaja, algo bien diferente a esto, ahora entiendo porqué te
parece divertido.
-¿Y vos? ¿Trabajás?
-Si, soy camarera en una cafetería. Ahí conocí a John, se
apareció disfrazado pero lo reconocí inmediatamente. Empezamos a charlar
y....no sé cómo pasó, pero estoy acá.
El timbre suena, Henry abre y aparece, radiante, Val.
-Ay no ¡otra mas! –dice Brian -¿Ustedes piensan venir con
nosotros?
-Ehh....-las chicas dudan
-¡Claro que si! –exclama Paul
-¡Claro que no! –contradice Brian –Se quedarán las tres acá,
no quiero que las fans despellejen a alguna.
Las tres nos miramos con algo de susto, pero la idea de
quedarnos juntas nos gusta.
Los chicos están terminando de arreglarse, mientras nosotras
charlamos.
-Jo, vine a decirte que Ian leyó una de tus novelas
Abro la boca, sorprendida, y voy a decir algo, cuando George
nos interrumpe.
-¿Qué? ¿Les diste tus escritos? –me pregunta. Veo en él una
rara mezcla de sorpresa, enojo y desilusión.
-Si, si –respondo con firmeza. ¿Por qué se enoja? ¿Por qué se
mete?
-Aahhh....-dice apenas, y se va con los otros. Val y yo nos
miramos con cara de “¿Qué demonios le pasa?”.
-¿Y qué te dijo? –le pregunto.
-Nada, dijo que leerá la otra y después se comunicará con
vos para darte una opinión completa sobre las dos.
Los chicos se van, y nosotras pasamos la tarde juntas, parecemos
amigas desde siempre.
-Chicas voy a preparar café, me sale muy rico –dice Amy
–Para algo trabajo en una cafetería, ¿no?
-Desde hace 2 horas que quiero tomar café, pero por no ir a
prepararlo, estaba esperando que alguien se ofreciera a hacerlo jaja –digo
Amy se va a la cocina y Val me toca el hombro.
-¿Qué pasa?
-Eso quiero saber. ¿Qué pasa con George?
-Val, no empieces...
-¿Es verdad que se reconcilió con la rubia?
-Así parece.
-¿Y qué vas a hacer?
-Nada. Ya está Val, es imposible que pase algo. Fue un error
haberme fijado en él.
Son las 8 de la noche, los chicos aún no han vuelto, y Val y
Amy deciden irse, al día siguiente tienen que trabajar. Yo debo quedarme,
todavía tengo que comunicarme con la presidenta del club de fans. Estoy en eso
cuando llegan los chicos, cansadísimos. Paul sube a bañarse, John comienza un asalto a la heladera,
y George y Ringo se tiran a mirar televisión. Mientras hablo, veo que el
programa que miran es un show cómico. Ringo se retuerce de la risa, pero a
George no se le mueve un pelo, tiene la mirada clavada en un rincón y casi ni
pestañea. Cuelgo, y llega Brian. Estamos un buen rato juntos, ajustando
detalles para el día siguiente, pero no puedo dejar de dedicarle miradas
furtivas a George, me preocupa que esté tan abstraído.
Dejo de hablar con Brian, ya está todo arreglado, y él
comienza a dar instrucciones a los chicos, instrucciones que no escuchan en
absoluto.
-Ay, me dio hambre –de un salto, Ringo se pone de pie y se
va a la cocina.
-Brian –John parece algo enojado desde que llegó –por tu
culpa hoy apenas vi a mi novia. Si esto sigue así me bajo de la banda.
Miro a ambos, junto con Ringo. Nos miramos entre nosotros.
Brian da un suspiro.
-Vamos al jardín, así hablamos –John lo sigue de mala gana.
Ringo se queda en la cocina y yo voy a la sala. Quienes
están en el televisor se descostillan de la risa, pero quien está mirando, o sea,
Harrison, parece que estuviera en un velorio. No aguanto mas y me siento a su
lado, en el sofá. Él ni siquiera se da cuenta. Lo miro. Creo que lo miro por
mucho rato, pero sé que sólo fueron unos segundos. En realidad, no lo miro. Contemplo
lo inalcanzable e imposible. Su perfil perfecto, sus oscuros ojos que muestran
al algo que me angustia no poder
descifrar, sus pestañas que siguen el compás de sus párpados cansados. Su
nariz, sus labios que se me antojan dulces como la miel, y su pelo un poco
desordenado.
Mi Dios....ya no tengo remedio, estoy completamente
enamorada, y acabo de darme cuenta que lo que siento es amor. Si pensé que no
me importaba, que ya lo había olvidado, estaba totalmente equivocada.
Trato de salir de mi ensoñación, antes de que él me descubra
mirándolo embobada.
-George.....-digo suavemente
-¿E...Eh? –reacciona
-¿Qué te pasa?
-¿A mi? Nada. ¿Por qué esa pregunta?
-Porque....estás así como...un poco ido –sonrío.
-No, nada que ver
-¿Seguro? El programa está súper chistoso y vos no moviste
ni un dedo.
-¡Con que me estabas mirando, eh! –hace una sonrisa pícara,
aunque tiene los ojos tristes.
-Si, desde que estaba hablando por teléfono
-¿Vos estabas hablando por teléfono?
-¿Lo ves? No estás enterado de nada. Hace como 40 minutos
que tenés las vista fija en esa pared. Te ves...preocupado.
-Es que....lo estoy –baja la mirada.
-¿Por?
-Ehmm.....Jo, ¿puedo contarte algo?
-Si, por supuesto
-Es que sos mujer y quizás puedas ayudarme.
Escuchar eso hace que intuya de qué va lo que me está por
contar. Pero dejo que continúe.
-Cuando estaba en la gira discutí bastante con Pattie, por
teléfono. Después, otra vez por teléfono, nos reconciliamos. Cuando volví pensé
que estaría todo bien, pero la noté distante. Y hoy, otra vez teléfono por
medio, discutimos muy mal -dice apenas.
-¿Y por qué discuten? –mi voz es apenas audible, estoy sintiendo
su propio dolor, y estoy tratando de no hacer o decir nada que revele lo que
siento, porque en realidad estoy desesperada por poder consolarlo.
-Es que....ay....no sé...-larga un suspiro- ....son varias
cosas.....pero la principal es que ella parece que no me entendiera. Quiere que
cambie, y no sé porqué, si ella ya me conoció así....y tampoco entiende lo que
hago, que no tengo tiempo. O sea...yo también sufro por no poder verla, pero
las cosas son así, no puedo dejar la banda y todo esto que conseguimos.....Le
molesta eso, lo que hago, que no tenga tiempo para ella....por eso siempre nos
peleamos por teléfono, ni tiempo para pelearnos cara a cara....
-George....
-¡Jo, no sé qué hacer! –no, no George, no te pongas así
desesperado porque no puedo controlarme. Sólo le acaricio un hombro y logra
tranquilizarse, pero otra vez se queda con esa triste mirada clavada en la
pared.
Me parte el alma verlo así. Quiero ayudarlo, ¿pero cómo?
Otra mujer se abalanzaría sobre él, y le diría que ella sería mejor, que no le
haría daño. Quizás podría tener éxito, pero él...¿sería feliz? Yo también puedo
hacer eso, colgarme de su angustia, y él podría tomarme, como un recurso desesperado.
Pero no sería feliz, porque quiere a otra.
Entonces tomo una decisión: lo voy a ayudar, aunque me duela
en el alma.
-George, entendela, ella quiere verte, es lógico, sos su
novio...
-Yo también quiero verla. Pero cuando empezamos, ella ya
sabía cómo eran las cosas, no serían fáciles. Y resulta que ahora me reprocha
todo. Cada vez que tengo tiempo, nos terminamos peleando.
-Mmmm...George, mirá, ahora tenés tiempo, y resulta que
estás acá, sentado, lamentándote. ¿Por qué no la llamás?
-No, está enojada....
Tomo mi agenda y miro qué hay para el día siguiente. Las
actividades comienzan recién a las 10 de la mañana.
-Llamala. No sé, pedile disculpas, o algo. Mañana tienen que
empezar a las 10. Hablale ahora, tratá una reconciliación, charlás un poquito
hasta la hora de la cena, y le decís que mañana venga a desayunar. No, mejor
que vas a su casa a desayunar.
-¿Te parece?
-Si. ¿Ves que hay tiempo? Decile que lo estuviste pensando y
que aunque sea así, de a ratitos, se pueden ver. Te va a entender, de eso estoy
segura –hago mi mejor sonrisa, para darle confianza, aunque una voz en mi interior
me repite que soy una tarada.
Él también sonríe, sinceramente, y así, de la nada, me
abraza. No puedo reaccionar.
-Gracias Jo, gracias. Sos una gran amiga.
-De nada, sólo quiero ayudarte –lo abrazo y cierro los ojos,
para sentir mejor sus manos y su calor.
Se separa y me mira, está radiante.
-Gracias –me dice de nuevo –Voy a llamarla ahora mismo
-Yo me voy, ya es tarde –me pongo de pie y me cuelgo mi
bolso –Hasta mañana. Y mucha suerte.
-¡Gracias de vuelta, sos mi ídola! Nos vemos mañana.
Sonrío, con una sonrisa triste. ¿Acaso no quiero su felicidad?
Bueno, ahí está, pero siento como me desgarro por dentro.
Salgo afuera y lo contemplo una vez mas, lo noto ansioso
hasta que escucho un “Hola Pattie”. Me trago las lágrimas y cierro la puerta.