“Para
Elisa” comenzó a sonar de un modo que hasta al propio Beethoven hubiera
enloquecido, aunque fuera sordo. El teléfono celular reproducía el sonidito una
y otra vez hasta que calló producto de un manotazo que lo arrojó al suelo.
Midori suspiró aliviada, quizás acababa de romper su teléfono, pero se había
callado. Ni bien pensó eso, el sonido volvió, histérico, y arrastrándose cama
abajo hasta tocar el suelo, Midori lo agarró, dispuesta a tirarlo por la
ventana si era necesario. Vio que en la pantallita resplandecía un “Mamá” junto
con el número de llamadas perdidas. Suspiró otra vez, y atendió.
-¡Midori!
¡Al fin!
-Hola
mamá...Son las ocho de la mañana.
-¡Ya
lo sé!
-¿Es
necesario gritar? –alejó el aparato de su oído.
-Es
que con estas porquerías de teléfonos no sé si me escuchas o no, ¡y además
estás dormida!
Midori
negó con la cabeza. Aquel, seguramente, sería el comienzo de un mal día.
-¿Pasó
algo, Caster?
-¡No
me llames por mi nombre! ¡No soy una extraña, soy tu madre!
-Bueno
mamá...-bostezó, harta ya de la conversación -¿Pasó algo?
-No.
-¿Y
entonces para qué me llamas?
-Quería
saber cómo estabas.
-¿Y
porqué no llamaste mas tarde?
-Una
madre tiene derecho a saber qué hace su hijo a cualquier hora.
-Bueno,
estaba durmiendo. ¿Conforme?
-¿Dónde
está Jeremy?
-Y
yo qué sé, desde ayer por la tarde que no lo veo.
-¡Lo
mandé a cuidarte! ¡Qué inútil!
-Mamá,
para de gritar...
-Ay,
está bien. ¿Y? ¿Has logrado algo?
-Lo
has dicho tú: algo.
-¿Qué
cosa?
-Paul
ha aceptado hacerse el ADN.
-¿Y
tú le creíste? Eres ingenua, Midori Watts. Ay...¿cómo he podido criarte así? Si
yo....
Dejó
el teléfono en el piso y se recostó en la cama, dejando que su madre hablara y
hablara hasta que se diera cuenta de que ella no la estaba escuchando.
Se
tapó hasta la cabeza. Tenía ganas de volver, extrañaba su casa, su cama, su pato, sus cosas, pero cuando hablaba
con Caster prefería quedarse a vivir eternamente en esa pocilga antes que
volver.
*************
El
día pasó tranquilo. Se preparaba para ir esa misma tarde a ver a Ringo, tenía
la extraña seguridad de que lograría convencerlo.
De
cuando en cuando, releía el diario de su abuela. A veces, eso la hacía sentir
una tonta, Doris había vivido como quería, y ella estaba ahí, esperando que dos
tipos se dignaran a hacerse una ADN, aguantando a su madre y a un novio loco.
Hablando
de novio, Jeremy golpeó la puerta y entró
sin siquiera esperar repuesta.
-Hoy
podríamos ir a Hyde Park, ¿qué dices?
-Hola,
¿no? ¿Dónde estabas?
-Por
ahí. ¿Vienes o no?
-No
puedo, iré a ver a Ringo.
-¿Para
qué?
-Para
hablar con él, para eso vine a Londres.
-Puedes
ir mañana. Mira, hoy es un día hermoso.
-No
puedo Jeremy. Pero si quieres puedes acompañarme, te gustará.
-Ni
loco, no quiero ver a ese viejo.
-Podría
ser mi abuelo.
-¿Y
a mí qué? Ojalá te dé mucho dinero, así nos casamos y pongo mi empresa.
-Eres
un estúpido.
-Tú
eres la estúpida. Deja esos sentimentalismos de “ay, puede ser mi abuelo” y
piensa en el dinero. Sino, ¿de qué vas a vivir? ¿De amor de abuelo? Por favor...
-Sí,
eres un estúpido, cada vez que hablas, lo confirmo más. ¿Sabes qué, Jeremy? No quiero
estar más contigo. Esto se acabó.
-¿Me
estás dejando?
-¿Y
a ti qué te parece?
-¿Me
estás dejando?
-No,
tú me dejas a mí, porque te vas.
Jeremy
levantó una ceja y luego se echó a reír hasta quedar tirado en la cama,
agarrándose la panza.
-¡Eres
muy chistosa!
Midori
le pegó con un suéter.
-Ay,
¿por qué haces eso?
-Para
que te levantes, no estoy contando chistes. Te vas.
-Un
momento, un momento. ¿Me estás dejando?
-¿Jeremy
estás drogado o qué? ¡Qué sí, te dejo, adiós, no soy más tu novia! ¿Entiendes o
te explico con manzanitas?
-No,
no entiendo. ¿Por qué?
-Porque
nos llevamos mal. Parecemos un matrimonio con 20 años de casados.
-La
culpa es tuya.
-¿Lo
ves? Esto no es un noviazgo.
-¿Te
compro chocolates, peluches, flores?
-No.
Compra un pasaje y vuélvete a tu casa.
-Eres
mala, Midori. Tu madre tiene razón
cuando te lo dice.
-A
ver Jeremy...ven – lo tomó de un brazo y lo sentó en la cama –Piensa esto,
¿cuando nos llevamos bien?
-Mmm...bueno,
cuando empezamos a salir nos llevábamos genial.
-Eso
fue hace mucho, ¿ahora?
-Está
bien, tienes razón, nos llevamos pésimo. ¡Pero es porque no te entiendo! Haces
cosas raras, como ésta, venir a Londres.
-Sabes
que es algo importante para mí. Tú creciste con tus abuelos, con tus
padres...yo no. Quizás por eso no me entiendas. Jeremy, de verdad, creo que lo
mejor es que cortemos.
-No.
Mejor tomémonos un tiempo.
-¿Para
qué?
-No
sé, para mejorar.
-Está
bien...
-¿Sabes?
Anoche encontré a un amigo que se vino a vivir aquí. Pasaré el resto de mis
vacaciones con él, así no te molesto, ¿de acuerdo?
-De
acuerdo.
Jeremy
le dio un beso en los labios y se fue caminando cabizbajo. Le daba mucha pena
verlo así, pero las cosas se presentaban de esa manera. Y también, le daba
culpa haberle dicho que se darían un tiempo, cuando estaba segura de que no
volverían nunca.
*************
Luego
de que Jeremy al fin decidiera juntar sus cosas e irse, Midori terminó de
arreglarse y, nerviosa, se dirigió a la casa de Ringo. Pese a que ya la conocía
y lo más seguro fuera que la tratara muy bien, tenía miedo, ya que no sabía con
quién se encontraría allí. Quizás su casa estuviera llena de amigos o lo que
era peor, de familiares. Familiares que quizás también fueran suyos. Decidió
que si se encontraba con esa situación, volvería la hotel “con el rabo entre
las piernas”, sin haber hablado con Ringo. La verdad era que no quería pasar un
mal momento con gente que seguramente no la aceptaría.
Se
presentó con una sonrisa forzada, que más bien parecía una mueca, ante la mujer
que la atendió.
-Y...¿por
qué quiere verlo? –preguntó la mujer, desconfiada.
-Sólo
dígale que estoy aquí.
-Mmmm...de
acuerdo. –la mujer caminó de mala gana hacia adentro.
-¡Oiga,
espere! –gritó Midori. Con cara de pocos amigos, a mujer se giró –Antes de
llamarlo...¿podría decirme si está solo?
Quiero decir, si está con su familia y eso....
-Mire
señorita, no sé qué quiere, jamás la he visto, así que no responderé a su pregunta.
Agradezca que le avisaré al señor que usted está aquí.
Midori
resopló, era inútil llevarle la contraria.
Casi
quince minutos después, la mujer volvió, arrastrando los pies.
-Entre.
Midori
la siguió. La casa de Ringo no era tan despampanante como la de Paul, pero
también estaba repleta de objetos exóticos y obras de arte de todo tipo.
-Ahí
lo tiene. –la mujer señaló una habitación o sala, o lo que fuera. La puerta estaba abierta y se
escuchaban los sonidos característicos de un partido de fútbol y unos grititos
que no podían ser otros que los de Ringo.
-Vamos,
entre de una vez. –insistió la mujer, y luego se marchó, murmurando por lo
bajo.
Midori
entró con cuidado: había un corto pasillo desde la puerta hasta la sala
propiamente dicha, así que no veía nada de lo que allí sucedía. Como todo
estaba alfombrado, seguramente no escucharían sus pasos, así que golpeó la
puerta, pero nadie contestó. Tragando saliva, se decidió y entró de una vez, ya estaba perdida así que
no ganaría nada parada allí sin saber quiénes estaban.
Cuando
entró y vio lo que sucedía, no pudo más que estallar en una carcajada: frente a
un gran televisor de plasma, Ringo jugaba al fútbol con la Play Station.
-¡AAAHHH!
¿Qué haces aquí? ¿Pretendes matarme de un susto? ¡Deja de reírte!
-Perdón,
pero tu ama de llaves, -muy antipática, por cierto- parece que no se dignó a
anunciarme. Lamento interrumpir tu...hora de juego.
-Me
hacía falta un contrincante, me aburro jugando solo. ¿United o City? ¿Barça o
Real?
-No
sé jugar...
-¿Cómo
que no sabes jugar?
-Ringo,
soy chica.
-¿Y
con eso? Pensé que las jóvenes de hoy ya no se fijaban en cuáles cosas son de
hombre y cuáles de mujer. Anda, ven a jugar.
-Es
que venía a hablarte sobre...
-¡Para
eso hay tiempo! ¡Ven!
Y sin
otorgarle derecho a réplica, le tendió uno de los joysticks.
************
La
tarde estaba pasando a velocidad supersónica, y además, era la mejor tarde que
tenía en mucho tiempo. También, no recordaba haber reído tanto en un lapso de
pocas horas.
-¡Vamos
Messi! ¡Patea de una vez!
Otra
vez largó una carcajada, despatarrándose en el amplio sofá que había frente a
la tele, mirando la indignación de Ringo, que ya estaba parado, insultando a
todos los equipos.
-Oye
Ringo, ¿por qué no jugamos al Rock Band?
-Ni-lo-sue-ñes.
Odio verme en dibujitos.
-En
Yellow Submarine estás bien, pareces tierno.
-No
parezco, lo soy, y en todas partes, no sólo
en Yellow Sumbarine.
-Recién,
insultando a un jueguito, no lo eras...
-¿Viniste
a dudar de mi ternura, mi dulzura, y todas esas cosas que me adjudican?
-Sí.
-Has
venido a Londres sólo por eso. Eres rara, Midori Watts.
-Ya
lo sé.
-Dime
una cosa, ¿cómo supiste dónde vivo?
-Internet.
Google. Street View. Qué se yo, hay dos millones de cosas que te dicen dónde
vive un beatle.
-Qué
horror. Vamos, juega otro partido.
-Quiero
el Rock Band.
-Estás
en MI casa y jugaremos a lo que YO quiera. ¡Y yo quiero el Pro Evolution
Soccer!
-¡Uy
pareces niñito que invita a sus compañeritos a jugar y sólo a lo que él quiere!
-Sí.
–Ringo se sentó, serio, y comenzó a buscar qué partidos jugar –Vamos, el
último.
De
mala gana, Midori se posicionó para jugar. Un rato después, los dos estaban
parados, cada vez mas pegados a la pantalla, gritando y gritándose cosas.
-¡GOOOL!
-¡Niña!
¿No era que no sabías jugar? ¡Me has ganado todos los partidos!
-¡Oe
Oa ser del Barça es lo mejor que hay!-cantaba, saltando sobre el sofá.
-Bueno,
bueno, suficiente, deja de saltar sobre mis muebles.
-No
te gusta perder, ¿eh?
-¿Y
a quién le gusta?
-Hagamos
otro y te cobras venganza, ¿qué te parece?
-Excelente
idea.
Comenzaron
a jugar, encarnizados cada vez más.
-¡Goool!
Te voy ganando, chica.
-Me
da igual porque te estoy dejando ganar, sólo porque eres un señor grande.
-Eres
cruel. ¡Mira qué pase!
-Hermoso,
pero aquí va mi...¡goool!
-Ay...eres
buena, o quizás sólo tengas la suerte del principiante –la miró de reojo, sin
dejar de manipular el joystick. –Oye...¿y para qué viniste?
-Ah
no, no intentes distraerme.
-Me
salió mal la treta...Bien, dejemos esto en un empate, ¿sí?
-¿Lo
haces porque quieres hablar o porque no quieres perder otra vez?
-Digamos
que por ambas cosas.
Apagó
la televisión, se sentó y le ofreció un vaso de jugo, que ella tomó casi sin
respirar.
-¿Y
bien? –la miró, serio.
-Antes
que nada, una pregunta: ¿tienes un pato?
-¿Eh?
-Un
pato. Una mascota pato.
-¿Te
refieres a una mascota electrónica? Una vez tuve un tamagotchi, pero se me murió...
-No,
electrónica no, ¡deja la tecnología! Hablo de un pato de verdad, con sus
plumas, su pico, y su cua cua.
-No,
no.
-Deberías
tener uno, estás viviendo mal.
-Tengo
un gato, se lo comerá.
-Naaa....se
harán amigos. Bueno, ahora sí, a lo que vine: Paul ha aceptado hacerse el ADN.
-Ay...
-¿Piensas
imitarlo?
-A
ver Midori., esto es complicado, ¿sabes? Eres muy simpática, mira qué bien nos
llevamos, pero ya que seas mi nieta....Joder, te hablo como le hablaba a las
chicas que querían ser mi novia.
-Qué
espanto, usabas las mismas frases que usan todos los hombres.
-Supongo
que saber eso será una desilusión para ti... –sonrió-Oye, esto es muy raro y
además tengo que explicárselo a mi familia.
-No
hace falta, puedes hacerlo a escondidas. Si no somos familiares, quedará como que no pasó nada.
-Igual...
Ringo
se quedó pensativo, mirando un punto fijo en la pared. Después suspiró, sin
volver la vista a ella.
-De
acuerdo. Hagámoslo.
***************
No puedo creerlo, he metido a Messi en mi fic. XDDDDComo ya es costumbre, con casi un mes de retraso, les traigo el capitulo 7! Espero que les haya gustado, fue escrito en un Mc Donalds feo (para mí todos lo son, pero tenía hambre jaaj) mientras hacía tiempo para ir a la universidad.
Les dejo saludos a todos/as, nos vemos en el próximo capitulo!