martes, 4 de octubre de 2016

Capitulo 11 - Descubrimientos



Era muy tarde por la noche cuando Chloe salió de puntillas de la habitación de John. Tenía una sonrisa en la cara que se convirtió en un grito cuando vio a alguien sentado en la oscuridad. Reconoció a Paul por la nariz.
–¿Paul? –preguntó aunque ya sabía que era él.
–El mismo que viste y calza. ¿Qué hacías?
–¡¿Qué hacés vos acá?!
–No podía dormir y hace demasiado calor en mi habitación. ¿Qué hacías en la de John?
–Nada que te importe.
Paul soltó una carcajada que parecía demoníaca y ella corrió a su habitación.
Al día siguiente, cuando despertó fue por Zettie, que la empujaba con la punta de un bolígrafo.
–¿Eh? –dijo entreabriendo los ojos–¿Qué pasa? ¡Ensuciás mi pijama!
–Estoy enojada con vos y no quiero tocarte. De alguna forma tenía que despertarte. –le mostró el bolígrafo–Será mejor que te levantes. Brian está aquí y parece que no hay buenas noticias.
Se levantó de un salto y siguió a Zettie hacia la cocina, donde todos los beatles bostezaban mientras tomaban el desayuno.
–Buenos días. –saludó Brian–Disculpen que haya venido tan temprano.
–No hay problema. –Chloe se peinó con los dedos–¿Pasó algo?
–Si…
–Brian no sé porqué tanto escándalo, siempre hacés lo mismo. Y quisiera saber quién fue el te lo contó.  –John miró a Chloe y ella paseó sus ojos por todos los presentes, sin entender nada.
–No importa quién me lo dijo, lo importante es que lo sé. Señorita Read, me refiero a lo de usted y John.
Chloe abrió la boca y luego la cerró.
–Fue Paul. –sentenció, mirándolo con veneno.
–¿Yo?
–¡Sí, vos me viste salir de…! Ya sabés. Vos fuiste.
–Yo no lo hice, ¿por qué siempre se la agarran conmigo?
–Entonces fue Zettie.
–¿Eh? Ah listo, ahora la traidora soy yo. Buenísimo lo tuyo, Chloe. Encima que me dejás por este esperpento, tengo que aguantar que me trates así.
–¿A quién le dijiste esperpento?
–A vos, Lennon, ¿qué otro esperpento ves acá?
–Vos.
–Uy, se puso celosa. –George ahogó una risita.
–Callate vos, acosador de mucamas.
–¿Qué? –Brian miró a  George –¿Qué estás haciendo?
–No le hagas caso, está loca.
–George, no te pases. –dijo Ringo, que hasta ese momento sólo los había mirado a todos con indiferencia.
–Ay, ahora él la defiende. –se metió Paul.
–Paren un poco. –rogó Brian–A ver George, ¿qué dijo Zettie?
–Que es un acosador de mucamas. –dijo ella–Se quiere aprovechar de Dolores.
–¿Aprovecharme? Qué cizañera que sos, Zettie.  Si estás enojada con algo no es mi culpa.
–En vista de que hoy no se puede discutir nada con ustedes, me voy. –Brian se puso de pie–Sabía que todo esto pasaría, así que tomaré medidas.
De nada sirvió que le preguntaran qué medidas serían esas, sólo se fue sin contestar.
*********
Suponiendo que las “medidas” serían que los sacarían de la casa, George apuró las cosas. Poco le importaba lo que le dijera Zettie.  
Se metió en el cuarto de planchado, donde Dolores canturreaba una canción que sonaba en la radio.
–Buen día, Dolo.
Levantó la cabeza, extrañada.
–Buen día, señorito. ¿Necesita algo?
–No. Bueno, sí. ¿Querés salir conmigo?
–Pero usted no puede salir.
Se golpeó en la cabeza, ¿cómo había olvidado ese pequeño gran detalle?
–Bueno…salgamos a caminar por el parque.
–Ehhh…¿sabe? Me gustaría pero no puedo, tengo que trabajar. –señaló la pila de ropa para planchar.
–Entiendo. ¿Puedo hacerte compañía al menos?
–Claro, no es molestia. ¿Me alcanza esa camisa?
George le alcanzó la camisa y se apoyó en la pared.
–No me trates de usted, me hace sentir muy viejo.
–Es que no me sale –rió la chica.
–¿Qué música escuchás?
–Salsa. ¿Le gusta? Digo, ¿te gusta?
–Es interesante. ¿Se baila?
–¡Claro!
–¿Me enseñás?
Dolores reprimió una carcajada y luego desenchufó la plancha, lo agarró de las  manos y por una hora dejó su trabajo para reírse de las piernas de madera de George.
******
Cuando Paul abrió uno de los cajones y descubrió que faltaban dos pares de sus gemelos más caros, enseguida sospechó de ellas. Y mucho más de Chloe. Recordó las películas de policías que había visto, y supo que no tenía que enfrentarse a ella directamente. Sabía que Zettie estaba enojada con ella pero no sabía porqué, así que podía preguntarle a ella y eso haría que se pelearan más y que él se divirtiera porque era muy divertido verlas pelear. Pensó que el día que se fueran de esa casa las extrañaría mucho.
La encontró tratando de arrancar uno de sus autos que no sabía conducir.
–¿Necesitás ayuda?
–No.
–Pero no sabés conducir.
–¿Y qué?
–Una vez chocaste.
–Puedo chocar cuantas veces quiera. Tengo dinero para comprarme autos, chocarlos, y volver  a comprar.
Paul rodó los ojos, la chica estaba bien loca.
–Necesito preguntarte algo.
–¿Qué? Arrgg esta cosa. –se bajó del auto dando un portazo–Le diría a George que lo arregle pero está muy ocupado bailando con Dolores. Y después dice que no es un acosador.
–¿George bailando? ¡Necesito una cámara!
–Ay basta de molestarlo, después de todo hacen linda pareja. ¿Y bien? –puso las manos en la cintura–¿De qué te vas a quejar hoy?
–Me faltan dos pares de gemelos y la culpable es Chloe.
–¿Cómo creés eso? ¡Si vos no tenés amigos no te metas con los míos!
–Pensé que estaban peleadas…
–¿Y con eso qué? Además Chloe sería incapaz de hacer algo así.
–Te recuerdo que…
–Ya sé, somos delincuentes, pero a ustedes no les robamos. Sólo cositas sin valor para la colección, nada más.
–Nos robaron diez millones del banco.
–Lo dicho, cosas sin valor.
Paul suspiró y se rascó la cabeza.
–Bueno, si no fue Chloe, no sé quién fue. Pero no están. Busqué por todos lados y no están. Y hasta hace más o menos una semana estaban ahí.
–Eso es raro como la desaparición del reloj de John. Paul, creo que tenemos otro ladrón en casa. Compré setenta plantas y hoy las conté y sólo están puestas cuarenta y cinco.
–Tofu ya no las come después de esa diarrea que le agarró…
–¡Ay no me hagas acordar de eso! Tu caballo asqueroso…
–Entonces Jaime ni siquiera las puso. Quizás no tuvo tiempo.
–Paul, tuvo mas de una semana y siempre que lo veo está sin hacer nada, o sea que le sobra el tiempo.
–Entonces las vendió.
–Quizás. Y ahora que recuerdo, más de una vez lo vi dentro de la casa. ¿Qué hace un jardinero adentro de una casa? Se supone que su trabajo está en el jardín.
–Entonces quizás sea él. O Dolores.
–Decile eso a George y te abrirá la cabeza con una botella rota. Bueno, vamos a investigar. Siempre fuiste bastante policía así que supongo que esto te emocionará.
Paul la siguió hasta el cobertizo donde se guardaban las herramientas. Miraron desde allí hacia al entrada, donde Jaime cortaba el césped con demasiada lentitud.
–¿Lo ves? No hace nada. Estamos manteniendo vagos, además de ustedes. –dijo Zettie–A ver, revisá.
Comenzó por una simple caja que parecía tener semillas, pero no había nada. Zettie abrió varias latas, miró adentro de las regaderas, pero no encontró nada más que tierra o semillas.
–¡Zettie! ¡Su abrigo! –Paul revisó los bolsillos. No encontró los gemelos pero sí encontró un par de aros.
–Son de Chloe. –dijo Zettie al verlos–Será desgraciado…
–Quien le roba a un ladrón…
–Me importa un carajo quién le roba a quién. –Zettie le quitó los aros a Paul y fue rumbo a buscar a Chloe. La encontró riéndose con John, sentada al sol.
–A ver cabeza de novia. ¿Cuándo fue la última vez que usaste tus aros de perlas?
–Mmmm…¿ayer?
–Zettie no interrumpas. –se quejó John–¿Y qué hacés con Paul?
–¿Dónde los dejaste? –Zettie lo ignoró y Chloe pestañeó pensativa.
–Creo que en mi mesa de luz. ¿Por qué preguntás esas cosas?
Zettie abrió la mano y se los mostró.
–¿Los perdí?
–No. Te los robaron , que es peor.
–¿Cómo alguien se atreve a robarme a mí? –exclamó poniéndose de pie.
–Ahí lo tenés, cortando el césped. Estaban en su abrigo. Y creo que también robó el reloj de John y unos gemelos de Paul, porque todo es demasiado sospechoso.  ¡Nos está robando en nuestras propias narices!
Chloe corrió hasta donde Jaime ahora estaba sentado, sin ningún apuro en terminar su labor.
–¡Jaime! –le gritó–Esta me la pagás.
–¿Qué, señori…?
–Nada de señorita, viejo ladrón. –le mostró los aros–¡Te metiste en mi habitación y robaste! ¡Y robaste más cosas!
–¿De dónde sacó eso?
–Del mismo lugar que dice que voy a echarte ahora mismo. Fuera.
–No le conviene echarme. Sé todo sobre usted.
–Uy Chloe…–se quejó Zettie.
–¿Qué sabe?
–Mucho. Por ejemplo, que esos cuatro peludos son su harén.
–Otro con eso. ¿Y qué? ¿Tiene envidia?
–Para nada.
–¿Qué mas?
–Que en algo andan porque no trabajan nunca y tienen mucho dinero.
–Vos tampoco trabajás nunca y sin embargo te pagamos un sueldo. –dijo Zettie–Vamos, afuera.
–Les va a costar caro esto.
–Sí, sí, lo que diga. Mañana iremos a su casa y buscaremos las cosas que nos faltan.  –dijo Chloe increíblemente seria.
–Las vendí.
–Peor para usted.
Jaime se sacó el delantal y lo tiró en el suelo, y caminó hasta el cobertizo a buscar su abrigo.
–¿Qué le haremos? –preguntó Zettie.
Media hora después, hacían algo que no creerían que harían nunca: llamar  a la policia. En un rato estaban allí. Jaime finalmente dijo que no había vendido las cosas, porque esperaba una subasta importante en la que vendería “cosas exclusivas de los Beatles y sus novias”.
–¿Quiénes vendrían a ser sus novias? –preguntó el policia que anotaba todo, más por curiosidad que por otra cosa.
–Ella. –dijo Paul señalando a Chloe.
–Sos lo peor, McCartney.
–Cuando lo cuente, será genial. –dijo el policía sonriendo.
–¡No, no! Oiga, se supone que las cosas dichas acá son confidenciales, no puede contar todo.
–Depende.
–¿De qué?
–De cuánto pague.
–Yo no puedo creer esto. –Chloe comenzó a echarse aire con una revista–¡La policía nos pide sobornos a nosotras! ¡A nosotras!
–Tirale unos billetes, Chloe, para que deje de molestar. –dijo Zettie.
–Pagale vos.
–¿Por qué? Si vos sos la novia acá.
–Ayy bueno bueno. Pagará Paul.
–No va a pagar nadie. –dijo otro policía, que le estaba tomando declaración a Jaime–Agente, ya hablaremos de esto. Señoritas, les pido disculpas por el comportamiento. Que tengan buen  día.
***********
–¡Sonrían los novios! –gritó Paul antes de disparar su cámara. Brian les había traido cámaras nuevas y no paraban un segundo de tomarle fotos a absolutamente todo. Zettie ya había tirado la de John a la piscina pero la cosa seguía funcionando.
–Paul no aguanto más que vos y George griten todo el tiempo que somos novios y que sigan rompiéndome la paciencia con esos aparatos.
–¿Pero no son novios acaso?
–Algo así. –dijo John–Basta Paul. Crecé un poco, por favor.
–Uy, se puso en plan paternal.
–¡Sonrían! –gritó Ringo subido a un árbol.
–Y mirá a aquel mono ahí arriba. ¡Bajate! –Chloe le tiró con una de las nueces que estaba comiendo junto a John. Escuchó el “click” de la cámara de Paul otra vez y se cansó. Sin pensarlo dos veces, le tiró con algo más contundente: una maceta.
–¡Ey! –gritó el chico esquivando con habilidad. La maceta se hizo añicos contra el suelo y se escuchó el grito de Zettie desde el balcón.
–¡Esa era mi maceta!
–Zetie tenés setenta plantas.
–¡Cuarenta y cinco! Jaime me robó las otras, ¡y vos rompiste mi preferida! ¡Harta de todos ustedes estoy! –se escuchó que cerraba su ventana de un golpe y bajaba las persianas.
–Iré a pedirle disculpas, de verdad era su preferida. –dijo Chloe a John.
–¿A mi no me pedís disculpas? –preguntó Paul.
–No. ¡Y Ringo bajate de ese árbol!
**********
Escuchó golpecitos en la puerta y respondió con un gruñido. Se abrió apenas.
–Perdón. –dijo Chloe.
–Mmm. –respondió sin dejar de mirar los papeles que tenía sobre la cama.
–¿Qué hacés?
–Estudio. Algo que tendrías que hacer vos.
–Zettie…–se acercó a la cama y vio lo que había allí–Son los planos del palacio.
–Te dije que lo haría.
–No, no, no, Zettie….Es una locura. Siempre lo fue, pero insististe tanto que parecía fácil…pero no lo es.
–Lo puedo lograr sola. No como queria, disfrazada de guardia porque soy muy bajita  y me pescarán enseguida. Pero lo haré de otra forma, y lo haré mañana. 
–¿Qué? ¿Mañana? ¡Zettie, no!
–Haré lo que se me cante Chloe y lo haré cuando quiera. Y será mejor porque no tendré que dividir el dinero.
–No Zettie, por favor. Es una completa locura, te agarrarán enseguida y no será como si te agarraran robado un peaje, será peor.
–Bueno vení conmigo. De a dos puede salir.
–No, te dije que no.
–Chloe somos profesionales, nadie tiene la experiencia que tenemos.
–Pero es que algún día todo saldrá mal y ese día será mañana.  Mirá en todo lo que nos metimos. Hasta ahora las cosas van bien, pero ya tomamos muchos riesgos. Mirá si un día habla el ruso, o este Jaime de mier….Vos me entendés. O mirá si habla Dolores. Se acaba todo. Mejor terminar todo antes.
–Chloe con semejante experiencia ¿vas a dejar todo para ser no sé, oficinista?
–No sé. Pero lo que sí sé es que mañana no harás eso.
–Si querés abrite. Yo sigo. Y claro que lo haré, ni aunque me encierres podrás.  
Chloe suspiró y se fue caminando lento. Tenía que pensar un modo de convencerla de que no haga tal locura pero no sabía qué.
–¿Puedo pasar? –escuchó Zettie. Se guiró y vio a Ringo–Chloe dejó la puerta entreabierta.
–Ella nunca las cierra. ¿Vos no estabas arriba de un árbol?
–Me caí.
–Qué boludo. –rió y él también, pero enseguida se puso serio–Zettie no lo hagas.
–¿Qué no haga qué? –lo miró con desconfianza.
–No sé…Escuché lo que hablabas con Chloe. Y si ella, que no le tiene miedo a nada, dice que algo es peligroso, deberías hacerle caso.
–¿Ahora me decís lo que tengo que hacer?
Se acercó a la cama y miró el plano que ella tenía marcado con diferentes colores.
–¿Eso es el palacio?
–Sí.
–¿Lo van a robar? –preguntó boquiabierto.
–Lo haré sola. Toda la gloria para mí.
–Zettie eso es una locura. Te apresarán enseguida.
–Evidentemente no sabés con quién hablás. No me agarrarán ni muerta.
–No digas eso, por favor. Zettie no lo hagas, de verdad, es muy peligroso. Chloe tiene razón.
–¿Te manda ella?
–No, te dije que escuché todo.
–Chloe cambió totalmente cuando empezó a salir con John. Bueno, salir es un modo de decir. Solo salen al parque. El amor pone a la gente muy tonta.
–¿No querés ponerte tonta vos también? –se acercó a ella y le sonrió.
–No me diste ni la hora en todo este tiempo, ¿y ahora me salís con eso?
–Quizás no lo vi bien antes. Pero Zettie, cualquier cosa con tal de que no hagas eso. Te apresarán y no quiero verte en la cárcel.
–Lo decís de lástima.
–No, no, de verdad me importás. No lo hagas, por favor.  Te lo pido yo.
*************
Era muy tarde cuando Ringo despertó a Zettie con un ladrillazo en la ventana. Se sentó del susto, presintiendo que había comenzado la guerra nuclear o algo parecido.
–¡Pero quién fue el tarado que me rompió la ventana!
–¡Yo!
Miró para abajo y lo vio.
–¿Ringo? ¿Qué hacés ahí?
–Quería contarte algo.
–¿Y no podés golpear la puerta?
–Es más romántico tirando piedritas a la ventana.
–¡La rompiste con un ladrillo!
–Bueno, es que no te despertabas….pero no niegues que es romántico.
–Bueno, estoy en un balcón y vos abajo. ¡Somos Romeo y Julieta! Espero que no terminemos igual. ¿Y qué era eso que tenés que contar, querido Romeo?
–Algo malísimo. Brian nos viene a buscar mañana a primera hora. Nos vamos. Ya no hay amenaza terrorista y está furioso por lo de John y Chloe, cuando se entere de los nuestro y de lo de George y Dolores…se pudre todo.
–Hay que hacer algo.
***********
–¡Chloe! ¡Chloe! ¡Despertate de una vez!
–Zettie Foster, ¿toda la vida pensás despertarme así?
–Es una urgencia.
–¿Qué se quema?
–Nada. Bueno sí, ¡se queman nuestros sueños!
–Qué poética estás esta noche. Como se nota que estás enamorada, ¿eh, pillina?
–Chloe no me jodas, que es algo serio. Brian se los lleva. Mañana. Por la mañana. Se acaba todo.
–¿Vos me estás hablando en serio?
–Mas que nunca. Hay que hacer algo. Dijo Ringo que como ya no hay amenaza terrorista ya pueden irse de acá. Chloe, cómo nos quedamos en ésa. Nunca más amenazamos y ahora mirá…
–Eso se soluciona fácil. Vamos a la sala.
Caminaron con sigilo hasta la sala y ahí marcaron el número de Brian que ya sabían de memoria. Tan tarde sería más tenebroso.
–¿Y si nos reconoce la voz? –dijo Zettie.
–Dejame que yo sé imitar muy bien.
Cuando oyó que se descolgaba el teléfono, comenzó a hablar sin esperar un “hola”.
–Beatles. Bomba. –dijo con la voz más oscura que le salió.
–Muerte. –susurró Zettie.
–Muerte. –repitió Chloe. Escuchó el silencio del otro lado.
–¿Así que son ustedes?

Se paralizaron cuando oyeron la voz a sus espaldas. Chloe dejó caer el auricular y se giró con lentitud. Cruzado de brazos, John las miraba.  




*-*-*-*-*-*-*-*-*
Holaaaaa! Bueno, miles de días después aparecí, ya ni sé si alguien lee esto aparte de Cris HOLA CRIS! De todos modos aqui estoy trayendo el anteultimo capitulo de este desquicio.
Volveré...bueno, volveré algún día de estos.  

nRelate Posts Only