domingo, 28 de octubre de 2012

Secretos Compartidos Capitulo VII


Una larga fila de muchachitas esperaban, ansiosas,  ser entrevistadas, aunque ignoraban que ninguna de ellas sería seleccionada.
Dos agentes mujeres de mucha confianza las esperaban detrás de un escritorio, donde les hacían unas pocas preguntas sin importancia, y con indiferencia, les decían que pronto las llamarían. Dobb supervisaba todo atentamente, en busca de la chica que realmente le interesaba. Tenía fé en que aparecería.
-Señor Inspector, estamos aburridas –dijo una de las agentes, mientras observaba las puntas maltratadas de sus largos cabellos.
-Recuerden la recompensa –respondió Dobb, guiñándoles un ojo.
-Igual....
-Priscila ¡los conoceremos! Has el sacrificio, faltan pocas chicas –le dijo la otra agente, llena de entusiasmo.


-El procedimiento del viejo este me parece lo mas estúpido del mundo.
-Paul, qué raro tú diciendo “viejo” y “estúpido”. ¿Adónde ha quedado tu educación?
-No me jodas Lennon.
-Paul tiene razón –acotó George –Encima le prometió a las mujeres policía que nos conocerían, todo para que lo ayuden ¿Saben lo que será soportar el acoso de dos mujeres policía?
-Nos amenazarán con sus armas reglamentarias –rió Ringo.
-También pueden esposarnos...-dijo John, pícaramente.
-Ya salió Lennon y sus degeneramientos. Como sea, esto es muy tonto. ¿Qué le cuesta agarrar a la supuesta asesina y meterla presa?
-Lo repetimos mil veces, Paul: no hay pruebas.



Mélisande miró el reloj de la cocina. Había pasado mas de hora y media desde la hora que anunciaba el volante pero, sabiendo que todo se trataba de una treta de Dobb, lo haría esperar. Lo haría esperar hasta que desesperara.
Con tranquilidad, tomó un baño, se vistió tomándose todo su tiempo para elegir la ropa, se peinó y se maquilló con lentitud. Después, salió fuera del departamento, pero alli la esperaba un joven rubio, con un bolso cruzado y unas carpetas negras.
-¿Es usted Leroux? –le preguntó precipitadamente,.
-Si....-respondió con desconfianza.
-Mi nombre es Jack, Jack Ernst. Soy el administrador que puso la viuda. Supongo que sabe que al dueño del edificio lo asesinaron....
-Oh si, lo sé, pobre hombre....
-Bueno, la señora me ha dado los registros y anotaciones de su esposo, y mirándolos veo que usted tiene una deuda.
-Si. ¿Ahora cobrará usted la renta?
-Así es.
-Espéreme una semana. Ahora mismo estoy yendo a una entrevista de trabajo que estoy segura que conseguiré. –Ernst miró con curiosidad a la chica, le pareció muy firme –Así que pronto tendré el dinero y le pagaré todo lo que estoy debiendo.
-De acuerdo....
-Déle mis saludos a la viuda.
Y sin decir mas, caminó apresurada hacia el ascensor, casi llevándose por delante a Jack, que se quedó mirándola, extrañado.


-Maldita sea ¡no puede ser que no venga!
-Inspector, ¿cuando terminemos con esto iremos enseguida a verlos? –preguntó una de las policías.
-¡Y yo qué sé! –respondió exasperado.
-Denos una respuesta, yo antes querría pasar por mi casa a arreglarme mejor, mi maquillaje ya se ve mal....
-Hagan como quieran.....-dijo resignado –Iré a tomar otro café.
Si bien la fila había sido muy larga, ya estaban quedando pocas chicas, que seguían entusiasmadas pese  a haber visto a las anteriores salir desilusionadas.
Pasó una hora y ya no quedaba ninguna.
-Esto fue un fracaso –Dobb arrugó con los dedos el vaso plástico del café que acababa de tomarse –Mejor junten sus cosas y vayan a sus casas, a arreglarse o a lo que sea.
Arrojó a un cesto de basura al arrugado vaso y se sentó en una silla giratoria. Se sentía frustrado, y ya no quería sabe mas nada del asunto. Miraba con indiferencia a las agentes, que estaban eufóricas hablando sin parar de lo que dirían o harían cuando conocieran a The Beatles.
-Si tan solo pusieran el mismo empeño en trabajar....-pensó.
Se puso de pie y cerró las puertas de vidrio del lugar que habían alquilado expresamente para la ocasión. Volvió a sentarse en la misma silla, pensado en el dinero que el Estado estaba invirtiendo en capturar a un asesino, y que por culpa de su ineptitud se estaba malgastando.
Levantó la vista para mirar a las agentes y decirles que era hora de irse, cuando la vio: Mélisande golpeaba tímidamente una de las puertas de vidrio.
Les dijo a las agentes que se quedaran, y que ésa era la chica que buscaba. Se escondió, rogando que Mélisande no lo hubiera visto.
Una  de las agentes abrió la puerta y Mélisande se disculpó por haber llegado tan tarde. Inventó una serie de excusas y se sentó frente al escritorio. Pese a su apuro y ansiedad, las dos policías se esmeraron en las preguntas, para que no sospechara. Demostraron estar conformes y luego de simular una charla privada entre ellas, le informaron que tenía el trabajo, y que sería asistente nada menos que de The Beatles.
A Mélisande se le iluminaron los ojos. Sí, sabía perfectamente de qué se trataba todo, pero a pesar de lo que ella era y de lo que ocultaba, también era una joven obsesionada con esa banda, como todas las chicas, y saber que los conocería a todos le habia despertado su lado mas inocente.
-Perfecto, mañana te presentarás aquí –una de las policías le dio una tarjeta con una  dirección –Te estará esperando un hombre que te llevará con ellos, para que empieces  a trabajar.
-Genial –respondió sonriendo.
-Si, es genial, nosotras nos vamos –una de las policías tomó su bolso y se puso de pie
-¡Priscila contrólate! –la reprendió la otra.
-Bueno, yo me voy, muchas gracias por todo –Mélisande guardó la tarjeta en su cartera y salió.



-Ok, entonces: Para Priscila, con cariño de...
-No, ella es Priscila, yo soy Rachel
-Ok...-Paul miró a John, que se reía, y volvió a su tarea de firmarle los discos a las policías –Para Rachel, con cariño, de Paul. Aquí tienes.
-¡Oh gracias Paul! ¿Puedo darte un beso?
-¡No, yo le daré un beso!
-¡No, yo!
Paul se volvió a Dobb, que enseguida intervino.
-Por favor, son policías, dejen de comportarse como colegialas.
-Entonces le pediré un beso a George
-¡No Rachel!
-¿Qué? Yo no pienso darle un beso a nadie –George se tapó la cara con un almohadón.
-Dobb, no sabe el odio que le estoy tomando –dijo Ringo -¡Trajo a estas dos locas que supuestamente son “policías” nada mas que para que se nos tiren encima!
-Es lo que les ofrecí con tal de que colaboraran y no hicieran preguntas. Y lo hicieron bien, sólo les dije que tomaran a Leroux. Ni siquiera saben qué tienen  que ver ustedes en esto, y cuantas menos personas lo sepan, mejor. Ahora colaboren ustedes, fírmenles lo que quieran, así se irán contentas.
-Encima mañana traen a esa loca –dijo John –La verdad, le tengo miedo.
-Tenemos que pensar qué le diremos a Brian –dijo Ringo.
-Si, es cierto.....



-¿Y usted para qué quieren una asistente? –preguntó Brian, con las manos en la cintura, mirándolos con severidad.
-Vamos Brian, tu estás muy ocupado, y nunca está de mas una asistente –dijo Paul.
-¿Y se puede saber quién es?
-Es....es....¡la prima de Ringo! –todos contuvieron la risa ante la respuesta de John.
-No sabía que tenías una prima....
-Si, si, vive en Li....
-¡Vive en Francia! –George habló antes de que su amigo metiera la pata.
-Ah, si, si, vive en Francia, pero ahora vino aquí.
-¿Cómo se llama?
-Mélisande Leroux –dijo John al ver la cara de desesperación de Ringo, que no recordaba el nombre.
-Ah claro, es bien francesa......Bueno, espero que sea verdad y no una noviecita de alguno de ustedes. Nos vemos después.
Cuando Brian se fue, todos respiraron aliviados, había sido mas fácil de lo que creían.


A la mañana siguiente, Mélisande se presentó en la dirección de la tarjeta. Se sorprendió mucho al encontrarse allí a Dobb. Según ella, el tipo no tenía ni el mas mínimo cuidado en que ella descubriera todo, aunque ya lo sabía. Quizás, todo era parte de la trampa.
-Inspector, que raro usted aquí.-dijo a modo de saludo.
-Es que debo estar aqui. Ya sabes, The Beatles es una banda muy famosa y deben contar con la máxima seguridad. Y de eso me encargo yo, y mas cuando se trata de personal nuevo. Sube al auto, iremos hasta los estudios Abbey Road, allí conocerás a los chicos y harán el contrato. Por favor, nada de escenas de histeria.
Mélisande sonrió y subió al auto con tranquilidad. Le estaba gustando mucho el juego, y mas cuando veía lo nervioso que estaba Dobb. Y es que él tenía ganas de saltarle encima y llevarla a la cárcel mas cercana. Pero debía disimular, aún a sabiendas que la chica era muy inteligente y que ya estaría al tanto de todo.



-Chicos, ella es Mélisande, su nueva asistente –dijo Dobb, con cuidado.
-¡Hola! –saludó ella sin poder ocultar su emoción.
-Ho...hola...-dijeron los cuatro entrecortadamente, tanto por el miedo como por la sorpresa. Y es que la chica les pareció hermosa, quizás demasiado como para ser una asesina despiadada.
-Bien, ¿quién se encarga del contrato? –dijo Dobb para cortar la tensión.
-Es Brian, pero no está, tenía que hacer unas cosas. Así que nos dejó los papeles  a nosotros –respondió John, sin sacarle los ojos de encima a Mélisande.
-Entonces me voy –Dobb se colocó su sombrero y se disponía a irse cuando se percató de la mirada suplicante de los chicos –Oh, tengo tiempo, mejor me quedaré.
Vio como todos relajaban sus expresiones, y Paul salió a buscar los papeles.
-Siéntate –George le ofreció  una silla y ella obedeció.
-Y...¿cómo te llamas? –preguntó Ringo.
-Mélisande.
-Lindo nombre.
-Gracias. –bajó la vista. Sabía que estaría muy sonrojada, y se odiaba por eso, ella que tenía la sangre fría como el hielo, estaba nerviosa por estar frente a ellos.
-Aquí está el contrato –Paul entró y se sentó frente a ella –Bien, la jornada es de seis horas, llevarás nuestra agenda de compromisos, atenderás llamados.....
-Ok –respondió asintiendo con la cabeza.
-Y...veamos, que mas dice –leyó el papel –Ah, si, se te pagará cada dos semanas.
-Que sea cada una.
Todos, incluído Dobb, se quedaron mirándola, sorprendidos por la firmeza de la exigencia. Ella sonrió para sus adentros: si todo era una trampa, no podían despedirla, por lo tanto quería darse el lujo de pedir cuánto y cómo se le pagaría.
-Emm...pero acá dice que.....
-Que sea todas las semanas –insistió.
-No sé si a Brian le gustará....-comenzó de decir George –Ya saben como es él con el dinero, y por lo que sé está ahorrando gastos...
Pero Dobb los miró casi rogándoles que le dijeran que sí.
-Está bien, será todas las semanas –dijo Paul quitando la mirada sobre el inspector y volviendo a los papeles, a la vez que suspiraba resignado.
-Firma aquí –John le señaló el lugar en el papel y le dio un bolígrafo. Notó que la firma de la chica era fina y clara.
-Bueno, mañana a primera hora te esperamos aquí –informó Paul.
Mélisande sonrió, agradeció y salió de allí, con Dobb casi pisándole los talones. Ya en la calle, se saludaron amablemente. Eso era parte del juego que los dos estaban jugando, simular. Aunque la inocencia que demostraba Mélisande a veces hacía dudar al inspector.

En el estudio, lo esperaban ansiosos.
-Bien chicos, ahora les toca actuar a ustedes. Recuerden, deben tener todos los sentidos puestos en ella., cualquier cosa, por mas mínima que sea, puede ser una pista de gran importancia.
-Dobb, solo le digo algo –dijo John –Mas vale que todo esto salga bien.



Llegó a su casa y cerró la puerta con una sonrisa. Dejó sus cosas desperdigadas por la pequeña cocina y se preparó para pintar. Antes de dar la primera pincelada, de color negro azabache, le dedicó una mirada furtiva al póster que tenía colgado en la puerta de su habitación y sonrió. Se sentía satisfecha por haber conocido, al fin, a esos cuatro. Y sobre todo, por haber conocido a uno de ellos, el que le parecía mas importante.





***********************
Hoolaaa!!!!!! perdón por la tardanza, tenía crisis inspirativa hasta hoy, que me senté y me obligué a escribir y salió esto. No sé porqué, pero me gusta como quedó, espero que piensen lo mismo.
Un beso a todas!

domingo, 7 de octubre de 2012

Secretos Compartidos Capitulo VI


Dobb dejó caer el auricular sobre el teléfono. Estaba desganado y totalmente frustrado. Acababan de notificarle otro crimen y sabía que eso ya desataría una histeria colectiva imparable. No sería fácil tratar de calmar a los londinenses cuando sabían que había alguien que mataba a cualquiera sin un aparente motivo. Lo peor era que se veía venir todo tipo de acusaciones y presiones. Él era el jefe de policía, pero tenía sus superiores que en cualquier momento podían mandarle un telegrama de despido.
Mas frustrado se sentía por haber errado de camino la noche anterior. Estaba seguro que esa chica tenía algo que ver, y sin embargo dejó de vigilarla para interrogar a un delincuente que nada tenía para decir, salvo un montón de recuerdos sobre su madre asesinada. Se dejó engañar por ella, fue mínimo, pero lo hizo, porque pensó que esa noche no pasaría nada, y sucedió otro crimen.
Miró su escritorio, donde se amontonaban varias carpetas amarillas. Buscó la que tenía la declaración de Mélisande y la releyó. No podía ser mentira, no había lugar a sospechas. Pero las había. Y si todo lo que decía allí era mentira, estaba ante una profesional, ante un cerebro inteligente y astuto.
Una oleada de rabia se apoderó de él, ganas de ir a buscarla y llevarla de los pelos a declarar, hasta que confesara. Pero no podía hacer eso, no tenía pruebas, y si quería tenerlas, debía pedir una orden de allanamiento al juez, mostrarle los motivos de sus sospechas y, si el juez quería, recién podía actuar en una semana, o mas. La justicia era lenta y no había tiempo. Además, quería demostrarle a esa chica que él era mas astuto. Había que hacerla caer, y mientras tanto vigilarla. Haría otras investigaciones y elaboraría un plan. Un plan en el que usaría a los cuatro de Liverpool.

-¡La culpa es de George! –se burló John, señalando a su compañero.
-¿Mía? ¿Y yo qué hice ahora?
-Escribiste la canción que la asesina usó.
-Ey, ¿cómo sabes que es una asesina? –preguntó Ringo.
-Es claro que es esa chica, la del nombre raro. No sé porqué no la encarcelan y listo.
-No hay pruebas –intervino Paul.
-¿Seis asesinatos en poca prueba?
-Pero no se sabe si fue ella o no....
-Como sea, la culpa es de George –dijo John, entre risas.
-No me causa gracia –replicó el guitarrista, cruzándose de brazos –En realidad, me preocupa mucho esto ¿Miren si no para hasta acabar con nosotros?
-Creo que mejor sería desentendernos de todo. Que la policía se arregle como pueda. –dijo Ringo.
-Ey, ey, ey ya estamos dentro, no podemos salir, dijimos que ayudaríamos....
-Pues yo me bajo Paul. Si quieren, sigan ustedes, yo no quiero saber nada con psicópatas.
-Ringo no te acobardes
-¡No me acobardo Paul! –gritó exasperado.
-¿Qué está pasando aquí? –Brian los miraba inquisitivamente,  parado en la puerta.
-Nada....-respondió Paul de malas maneras.
-¿Seguros? –insistió el manager.
-Seguros –afirmó John, mirando a Paul y Ringo –Oigan, mejor vamos, quiero mostrarles una canción que escribí hace unos días.


Mélisande frunció el ceño cuando el viento frío le pegó en la cara. Metió sus manos enguantadas en los bolsillos de su tapado, y caminó mas rápido. Mientras, miraba con el rabillo del ojo las vidrieras de los negocios, en busca de algún cartel donde solicitaran personal. Le molestaba muchísimo tener que “rebajarse” a trabajar, pero no tenía alternativa. Podría seguir con su derrotero sangriento y mientras tanto robar, o dedicarse sólo a asaltar, algo en lo que no tenía experiencia.  Pero ya estaba muy cercada y quería detenerse, mas que nada para desorientar a Dobb, a quien ya le había tomado un odio voraz.
Su búsqueda fue infructuosa, y después de caminar largo rato, decidió que no buscaría lugares donde solicitaran empleados, sino que entraría a cualquier comercio y se ofrecería. Miró atrás, en busca del auto del inspector pero no lo encontró. Esta vez, Dobb la seguía caminando, totalmente disfrazado.
Después de entrar en diez negocios, en vano, eligió uno cualquiera. Sino tenía suerte, probaría otro día.
-Buenos días –saludó a la vendedora del local de ropa.
-Buenos días –contestó la mujer amablemente -¿En qué puedo ayudarla?
-Mire, estoy buscando trabajo. No tengo experiencia previa, pero puedo aprender rápido –trató de hacer su mejor sonrisa.
-Entiendo, pero sólo soy una empleada. Preguntaré al dueño, espéreme un momento –la mujer entró en una oficina, mientras Mélisande observaba con detenimiento la ropa.
La mujer salió apresuradamente de la oficina.
-Dice el señor Rubrs que por ahora no necesita a nadie, pero que igualmente deje un número de teléfono para contactarla.
-No tengo teléfono –respondió Mélisande con sequedad –Pero puedo dejarle mi dirección.
-Perfecto, anote aquí –la mujer le dio un papel celeste, y un bolígrafo, donde Mélisande anotó su nombre y dirección.
-Gracias, es usted muy amable –saludó, y ajustándose la bufanda, salió del negocio, sin poder disimular su mala cara.
Ni bien salió vio a un hombre que se le hizo conocido, y en cuestión de segundos reconoció a Dobb, apoyado en una pared, anotando algo en una libreta y tratando de ocultarse bajo un gracioso sombrero.
-Viejo estúpido, se cree que no lo vi –pensó, y comenzó a caminar rápido, rumbo a su casa. Era la primera vez que sentía un poco de miedo por ser descubierta.


Dobb miró el registro que llevaba anotado. Eran todos los lugares que Mélisande había visitado, todos comercios donde entraba y al cabo de unos pocos minutos, salía sin comprar nada. Los primeros, eran negocios donde solicitaban personal. Los otros no. Era evidente que la chica estaba buscando trabajo, y a juzgar por las caras que le había visto, estaba de muy mala suerte. Recordó los datos personales de ella: vivía sola, estudiaba arte, y nunca había trabajado. Eso explicaba porqué nadie la tomaba, no tenía experiencia en nada. Y si recién en ese momento buscaba un trabajo quería decir que quien la mantenía había dejado de hacerlo. Quizás eran sus padres, algún pariente, un amante....Lo que sí sabía con certeza era que con ese dato, podría elaborar el plan.


-Llegó el momento de que actúen.
-No quiero.
Dobb miró a George, sorprendido por la convicción de su respuesta.
-Yo tampoco.
Ahora le tocó mirar a Ringo, que parecía tan firme como su amigo. Sin embargo, el inspector no se ablandó.
-Lo lamento, pero no pueden decir que no. Lo que tengo pensado los involucrará a los cuatro, quieran o no.
Ringo bufó y miró a George, que negaba con la cabeza. John y Paul los miraban, sin expresión.
-¿Sabe qué? La culpable es la chica esa. Arréstela y fin del problema. -dijo John, fastidiado por la tensión del ambiente.
-Yo también creo que es ella, pero sin pruebas no podemos hacer nada.
-Me exasperan las vueltas que da la policía y la justicia –dijo Paul
-Créeme que a mí también. Es un sistema perverso, al que tenemos que obedecer igual.
-Usted dijo que en casos como éste todo el mundo es sospechoso ¿pero cómo saber quién es el culpable y quién un pobre inocente? –preguntó George.
-Para saber eso ideé este plan. Esta chica está buscando trabajo. Encubiertos, nosotros se lo daremos. Será asistente de ustedes.
-¿QUÉ? –cuatro gritos alterados se escucharon.
-¡Está loco, nos matará a todos! –exclamó Ringo.
-Tranquilos, tendrán seguridad, mas seguridad de la que tienen ahora.
-No creo que pongan una escolta policial en la puerta de mi habitación por si la loca esa quiere entrar con un cuchillo a descuartizarme.
-George, cálmate. No vivirá con ninguno de ustedes. Será, por ahora, durante un mes. Anotará sus cosas, los acompañará, bueno, todo lo que hace una asistente. Cuando entre en confianza, será el momento ideal, porque será cuando tenga la guardia baja y dirá o hará algo que la descubra.
-No me parece bueno, se dará cuenta. –dijo Paul.
-No importa si se da cuenta o no –Dobb parecía hartarse- Lo que importa aquí es que esté cerca de ustedes, y si quiere hacerles algo, agarrarla en el momento justo.
-Sigue siendo una pésima idea –Paul estaba contrariado, y miró a sus amigos. Ellos no parecían así, mas bien parecían asustados.
-Oiga ¿cómo hará para que ella sea nuestra asistente? –preguntó John -¿Tendremos que ir nosotros a tocarle el timbre y decirle “Hola, ganaste un concurso en el que nunca participaste y ahora serás nuestra asistente por un mes”? Porque si es así, no dudará en matarnos allí mismo, y yo le daré la razón, porque todo esto es patético.
Dobb calló. El plan que al él le parecía perfecto, se estaba viniendo abajo con las críticas que todos le lanzaban, pero no aportaban ninguna idea.
-Se repartirán volantes en la escuela a la que asiste. Se anunciarán supuestas entrevistas de trabajo. No creo que los estudiantes de arte sean afectos a trabajar como asistentes, así que no se presentarán muchos, a menos que tengan urgencia de empleo, como ella.


Luchaba para que no se le cayera ninguna de las carpetas que llevaba en sus brazos, cuando un jovencito le entregó un volante. Como pudo, lo tomó. Al bajar las escalinatas de la salida, vio como varias chicas comentaban algo, mirando los volantes que repartían. Intrigada, acomodó bien sus carpetas y leyó: “Se solicita asistente para famosa banda de rock. No se necesita experiencia”. Se le hizo imposible reprimir una carcajada. Evidentemente, la policía iba de mal en peor, eran tan básicos....
-Vamos Dobb, sé que ésta es una jugadita tuya –dijo aún riéndose, mientras caminaba leyendo la dirección del papel –Ya te vi siguiéndome, si eres un policía bueno ya sabrás que busco trabajo. Y hoy, mágicamente, aparece uno, en la puerta de mi escuela. Igualmente, te daré el gusto. Ser la asistente de The Beatles será divertido. Muy divertido.



***********************
Hola!!! Perdonen la tardanza, ya saben, la universidad.......
Quiero hacerle publicidad  aun nuevo fic, es de Jane, y la verdad me encantó, léanlo, recién empieza, se llama Hombres de ningún lugar, y es muy original: http://hombresdeningunlugar.blogspot.com.ar/
Nos vemos!

nRelate Posts Only