viernes, 11 de octubre de 2013

¡Mi abuelo es un beatle! Capitulo 6

Llevaba diez minutos, o quizás más, tiritando de frío en la puerta. Y haciéndose  a la idea de que tendría que dormir en la calle porque Paul no la atendería. Una y otra vez se dujo que ir a Londres a comenzar su búsqueda había sido la peor decisión de su vida. Si no lo hubiera hecho, a esa hora estaría calentita en su casa y no allí.
Al fin vio a través de una puerta de hierro y cristal que una luz amarilla se encendía y que alguien caminaba hacia ella con unas llaves.
-¿Qué haces aquí? –gritó Paul cuando abrió la puerta.
-Déjame pasar. Por favor....-suplicó desde la acera.
Paul entró  nuevamente y presionó  un botón, que hizo que las rejas exteriores se abrieran automáticamente. Midori entró al jardín y se dirigió a la casa. Paul salió nuevamente, cruzado de brazos para protegerse del frío.
-Qué noche horrible. Dime qué haces aquí.
-Es que...
-Anda, entra o te congelarás –la interrumpió.
Midori paseó sus ojos al entrar a la gran galería cubierta de mármoles blancos mientras Paul cerraba la puerta.
-Mandé al servicio a dormir así no te ven y piensan cosas que no son. Ahora dime porqué estás aquí.
-Es que....es que vino mi novio y bueno, peleamos mucho y me fui del hotel donde dormía, pero olvidé el dinero. Y no quería dormir en la calle.
-¿Tienes novio?
-Sí.
-¿Y te dejó ir con esta noche que está haciendo?
-Sí pero...me fui yo.
-Da igual, él no te tendría que haber dejado. Estos jóvenes....Bien, sígueme.
Siguió a Paul por un extenso corredor donde los pisos parecían espejos de tan limpios y lustrados que estaban, y donde había también una colección de cuadros y adornos de todo tipo.
-¿Tienes hambre? –preguntó Paul cuando llegaron a una sala que mas bien parecía biblioteca por lo repleta de libros que estaba.
-Hambre tengo siempre.
Sonrió y con la mano le hizo un ademán para que lo siguiera. Al fin llegaron a una cocina que Midori comparó con la extensión total de su casa.
-Bien, aquí tienes comida, elige lo que mas te guste.
-¿De verdad? –Midori abrió el refrigerador -¡Hay de todo!
-Sí.
-¿Y puedo comer todo?
-Oye, con cuidado, que no tengo ganas de llevar chiquillos al doctor porque tuvieron un atracón.
-No soy una chiquilla.
-Me da igual. Ah, mira, ¿ves ésa escalera? –señaló una escalera de caracol.
-Sí, claro que la veo.
-Puedes subir por ahí hasta las habitaciones. Las de la derecha son para huéspedes, elige la que mas te guste.
-Pero Paul....¿qué dirá tu familia? Bueno, Nancy...la verdad es que tiene cara de que no le gusta nada.
-Oye no ye pases.
-Lo dice todo el mundo –se excusó poniendo cara de inocente -¿Qué le dirás?
-Nancy no vuelve hasta mañana al mediodía. Y no hay nadie mas en la casa, salvo la mujer que te atendió por el portero eléctrico y dos choferes.
-Ahh...bueno, si tienes  problemas....
-No habrá ninguno –la cortó con una sonrisa –Tú tranquila. Y mira, puedes pasar a la sala donde está la televisión y elegir una película para ver mientras comes.
-¡Genial! ¡Muchas gracias!
-De nada. Iré a seguir con mis cosas, nos vemos.
Paul se retiró y Midori comenzó su saqueo a la cocina. Había cosas vegetarianas, demasiadas, pero al parecer los empleados de Paul eran carnívoros como ella, así que se armó un sándwich, buscó papas fritas y descongeló una pizza, y encontró palomitas de maíz para ver la película que se le antojara. Con una bandeja cargada con toda la comida, encontró la sala a la que Paul se había referido: era enorme, con un gran sofá y un televisor que ocupaba casi toda la pared. Se sentó cómodamente y eligió una película de acción.
Estaba muy entretenida, mirando y comiendo cuando sintió que alguien sentaba a su lado.
-AAAAHHH!!!
-Tranquila –rió Paul -¿Cómo no me viste?
-Es que estaba concentrada en la pelicula. Es muy buena.
-Pero...se están matando a tiros.
-Por eso está buena.
-No veo que seas una chica muy pacifista.
-No, no lo soy, ¿quien te dijo que lo era?. ¿Quieres comer? –señaló la bandeja.
-¿Qué comes? Ey, eso es carne.
-Si...¿no quieres?
-¿Estás loca? Lo que te estás comiendo era una vaca que estaba en el campo, pastando tranquila y...
-Y las lechugas que tú te comes eran lechugas que también estaban en el campo. Y alguien las arrancó con crueldad, separándolas de sus hermanas, y viniste tú y te las comiste.
-¿Sabes? Tienes capacidad para hacer sentir culpable a la gente.
-Lo sé –sonrió con malicia.
Siguió comiendo y mirado la película. Paul, muy a su pesar, también se había enganchado y ahora rogaba que el protagonista no entrara a un edificio abandonado.
-Esa ametralladora es buena.
-¿Cómo sabes eso, Paul?
-Eh...lo vi en otras peliculas.
-Mmm...me parece que me estas mintiendo.
Paul rió y le robó una papa frita.
-Oye...¿y dónde vives?
-En una granja.
-¿De verdad?
-Sí, y es genial. Bueno, no me había  dado cuenta de eso hasta que pisé ésta ciudad. Aquí hay mucha gente y edificios y me siento perdida.
-¿Y tienes animales?
-Sí, y me los como.
-Eres una bestia.
Midori rió pero Paul le mantuvo la mirada, serio.
-Me los como a todos menos a mi pato. Tengo un pato de mascota.
-¿Un pato?
-Claro, así como otros tienen un perro, yo un pato. Y oye, que es tan o más fiel que el perro. Tú deberías tener uno.
-No sé....ensucian mucho.
-¿Y?  Tienes mucamas. El mío se llama Giuseppe. Mira –sacó de un bolsillo su teléfono celular y buscó una fotografía –Mira qué bonito.
-¿Un pato con corbata?
-Claro, es elegante. Mira ésta otra, le até un sombrero a la cabeza.
Le dio el teléfono a Paul para que siguiera mirando y él reía con cada foto que veía.
-¿Y ella quién es? –señaló una donde no había patos, sólo Midori y otra mujer.
-Mi madre.
-¿Tu...madre? ¿Viene a ser mi....?
-Sí, tu supuesta hija.
-Vaya...es muy linda.
-No sé...-se encogió de hombros –...está un poco loca.
La miró unos segundos más y le devolvió el celular.
-Midori, quiero hacerte una pregunta.
-Claro, la que quieras.
-¿Sólo peleaste con tu novio?
-Si...¿por?
-¿Segura? ¿No te pegó?
-Ay no, ¡Jeremy es incapaz de eso! Puede ser que esté un poco trastornado, pero no tanto.
-¿No me mientes?
-Que no...eres un pesado, ¿sabes?
-Sí.
-Como tu nueva canción.
-Ey, ey, ey, ya te dije que no te pases. ¿Y sabes qué? Me cuesta creerte. ¿Te han dicho que te pareces a Doris?
-Sí, me lo dijo Ringo.
Paul bufó, rodando los ojos y negando con la cabeza.
-¿Por qué no me crees? –preguntó Midori con la vista fija en la televisión.
-Justamente porque eres parecida a tu abuela.
-Un momento, ¿estás diciendo que mi abuela era una mentirosa? ¡No te lo voy a permitir!
-Ey tranquila, deja que termine de explicar. Doris era muy buena para contar historias. Las inventaba con una velocidad increíble y eran atrapantes.
-Entonces quieres decir que lo que te he contado es una historia inventada porque heredé los genes de mi abuela, ¿no? Genial.
-Que me dejes terminar....A veer, otra cosa de Doris era que tenía la misma facilidad para ocultar lo que le pasaba, por eso inventaba cosas, para que nadie se diera cuenta. Por eso no creo lo de tu novio.
-Te dije la verdad en todo, nunca inventé nada para ocultar nada.
-Ok, te creo.
Se quedaron en silencio mirando la televisión, dando de cuando en cuando un respingo de sorpresa por lo que allí veían.
-Paul...
-¿Si?
-¿Qué quería ocultar mi abuela?
Suspiró y negó con la cabeza, sonriendo.
-Sabía que preguntarías eso. Verás...Doris solía pelearse mucho con su familia y lo ocultaba, nunca lo decía. Y con su marido también.
-Espera, espera, espera...¿después de casada siguió viéndose contigo? –no salía de su asombro, era algo que no sabía.
-Sólo una vez, durante una gira con Wings. Pero no pienses nada raro, sólo me visitó y charlamos. Antes me había escrito una o dos cartas, pero me daba cuenta de que mentía, su matrimonio no podía ser color de rosa, básicamente porque no quería a su marido. Es así ,simple.
-¿Y nunca te dijo sobre mi madre?
-Jamás.
Asintió, volviéndose hacia el televisor, y se llenó la boca de palomitas.
-Bien, me iré a dormir, pero junta toda esta comida y no desordenes nada.
-¿Por qué? Tienes empleados –forzó una sonrisa pícara.
-Midori Nomeacuerdotuapellido, es la tercera vez que te digo que no te pases. A la próxima vas a la calle.
-Como digas, abuelo. Y mi apellido es Watts.
Paul soltó un suspiro de resignación y salió dejándola allí, todavía comiendo.



-¿Y la señorita es...?
-Aída, por favor...
-Disculpe el señor, pero ya sabe que me interesa saber quiénes son los extraños que entran  a la casa, me preocupa su seguridad.
-Lo sé, lo sé. Trabaja en la productora, vino a traerme unas maquetas  de sonido. Se llama Midori Watts.
-Pero anoche también vino.
-Sí, así es.¿Conforme?
La mujerona asintió, poco convencida, y se alejó con una jarra de jugo de naranja.
-Discúlpala, pero me cuida mucho y se lo agradezco. Es la mejor ama de llaves que he tenido.
-¿Es tu ama de llaves y te sirve el desayuno? En las películas hacen cosas mas dignas.
-Midori...
-Sí, ya sé, “no te pases”. Oye, éste desayuno está genial.
-¿Siempre tienes hambre?
-Siempre.
-¿Y no has considerado que quizás seas nieta de George?
Lo miró con tal seriedad que enseguida se le borró la sonrisilla que tenía en la cara.
-Nunca te harás el ADN, ¿no? –comentó al pasar, untando una tostada con tal fuerza que la partió.
-Aún no lo se....Escucha Midori.
-Otro se lo haría enseguida para sacarse el problema de encima lo antes posible.
-¿Nunca te enseñaron a no interrumpir?
-Perdón.
Paul tomó aire y bajó la voz.
-Sé que otra persona haría eso pero yo necesito pensar. No sé porqué, pero necesito hacerlo, todo esto es muy raro y tengo que poner en orden mi...-vio que Midori asentía con la cabeza, llena de fastidio y untando otra tostada –...mi cabeza. Pero si quieres saber si lo haré, sí, te digo que me lo haré.
-¿De verdad? –dijo casi en un grito, sorprendida.
-No sé, cuándo, pero lo haré. Vamos, disfruta de tu victoria, te has salido con la tuya.
Sólo sonrió feliz, y le dio un gran mordisco a otra tostada.
-Me falta convencerte para que te apures, pero sé que lo lograré –dijo con la boca llena.
-Tu optimismo asusta.
-Bueno, ya es tarde, no quiero que llegue Nancy y se arme un lío.
La acompañó hasta la puerta y antes de abrir, miró bien que no hubiera ningún curioso rondando.
-Bien, espero volver a verte.
-Que digas eso es genial. Yo espero que te decidas pronto.
-Ah, una cosa antes de que te vayas. Dile  a tu novio que es un cabrón y que me cae mal.
-Será un honor saber que Paul McCartney te odia. Aunque él ni sepa quién eres.
Sonrió, desviando la vista, mirando su jardín.
-Paul...muchas gracias  por todo. De verdad. –se acercó y le dio un beso en la mejilla –Nos vemos.
Entraba al jardín con paso alegre, esperando que se abrieran las rejas para salir a la calle.
-¡Midori!
-¿Si?
-Estuve pensando y creo que tendré un pato.
-Sabia decisión, Macca.
Las rejas se abrieron y se alejó por la calle, silbando una canción.


 *************
Hola! Cómo están? Al fin he regresado con el capitulo 6, les aviso que falta poco para el final, no sé cuánto exactamente (tengo que hacer cuentas jaja) pero falta poco porque no alargaré taaaaanto el fic, además avisé que es un fic corto :)
Ahora les dejo un saludo grande, y...hasta más vernos!




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