lunes, 17 de junio de 2013

¡Mi abuelo es un beatle! Capitulo 1

El disco siguió girando en la bandeja unos segundos más después que los últimos acordes de “I’ll be back” sonaran. Con delicadeza levantó la púa y tomó el disco para guardarlo en la vieja y autografiada funda. Después contempló la tapa, sonriendo, y lo guardó en el baúl. Se sacudió el polvo que se le había pegado a sus jeans y miró por la pequeña ventana del desván. Afuera, el descuidado jardín era luminado por el cálido sol del invierno. Intentó que su mente no fuera invadida por los recuerdos y permaneció un rato allí, inmóvil, mirando sin mirar.
Midori tenía sólo 18 años y muchas ganas de saber la verdad. Y sí, ése era su nombre.
Se apartó su cabello enrulado de la cara y metió las manos en el bolsillo de su buzo celeste.
Era la hija de Caster y lo que era mas importante, la nieta de Doris. La abuela Doris, vaya personaje. Durante su vida había causado caos y confusión por el simple hecho de ser una mujer demasiado independiente y por lo tanto, adelantada a su época. Por esa razón, había abandonado la escuela y el hogar, dispuesta a ver mundo. En su familia no la aceptaron nunca más, pero poco le importó. La abuela Doris había sido todo: mod, rocker, hippie, burguesa conformista, madre soltera y...abuela. No pudo ser punk porque ya llevaba años casada con un hombre al que nunca quiso pero que le daba estabilidad económica, hasta que murió, y otra vez volvió a vivir “mal”, junto a su hija., y la hija de su hija.
Pero, pese a ser una mujer mayor, Doris nunca dejó de hacer de las suyas. En su pequeño pueblo inglés, la amaban y la defenestraban a partes iguales. Sería por eso que Caster se llevaba tan mal con su madre, “desde que nació”, decía Doris. Nunca aceptó su destino de hija natural y la vida un tanto disoluta de su madre. Doris disfrutaba haciéndola rabiar aunque no soportaba una cosa: el odio de su hija hacia The Beatles.
Midori se llamaba así porque su nombre fue el primer nombre oriental que se le cruzó a su madre, no por su significado de “Sol del amanecer”. Hubiera querido ponerle Yoko, pero sabía que semejante provocación acabaría con la poca relación que tenía con su madre.
Pero Midori se convirtió en el karma de su madre y en el disfrute de su abuela. Cuidada por Doris en las largas horas de trabajo de Caster, absorbió ese fanatismo irrefrenable de su abuela por la banda mas famosa de Liverpool. Por eso, abuela y nieta pasaban sus tardes haciendo sus actividades juntas, acompañadas por la mejor banda sonora y contándose anécdotas o las últimas noticias que sabían de ellos. Todo eso acababa cuando Caster llegaba y luego de la discusión diaria con Doris, ponía a los Rolling Stones a todo volumen, sabiendo que su madre los detestaba como detestó al novio rolinga que le preguntó una vez y que se convirtió en el padre de Midori.
La abuela Doris murió de repente, dejando un vacío en la pequeña familia. Sólo quedaron  Caster, Midori y un montón de recuerdos y peleas. Y un secreto, que Doris se llevó a la tumba. Un secreto que nadie podía descubrir, salvo si Midori se decidía.
Bajó las escaleras y entró a la cocina, donde el humo y un fuerte olor  a quemado le pegó en la cara.
-Mamá, tengo que decirte algo.
-Ahora no, ¿no ves que estoy ocupada con esta porquería? –Caster arrojó una sartén humeante  a la pileta y se desprendió el delantal.
-¿Comeremos eso? –preguntó Midori, señalando una mezcla de....algo. Trató de que no se le notara su cara de asco.
-Otra cosa no hay. Pon los platos.
Puso la mesa y su madre le sirvió el revuelto de papas quemadas, carne casi cruda y exagerada cantidad de sal. Caster comió, demostrando que eso no era problema, pero Midori apenas probó dos bocados y empujó su plato.
-Te dije que quería hablarte de algo.
-Espera –Caster subió el volumen del televisor, quería escuchar su programa de farándla preferido. Su hija sólo bufó, entre molesta y resignada. –Ah sí, ¿decías?
-Que tengo que decirte algo. Ya tengo el dinero ahorrado y me iré a Londres. Quiero averiguar.
-¿Qué cosa?
-Mamá, ya hablamos de esto...Quiero saber quién fue mi verdadero abuelo.
-Otra vez con eso. Tu abuelo fue Jim, fin de la cuestión.
-Mamá, sabes bien que Jim no era tu padre. La abuela se casó con él cuando ya tenías 7 años.
-Ya, ya, no hace falta que me lo recuerdes.
-¿Por qué nunca quisiste saber quién es tu verdadero padre?
-Porque para mi fue Jim, fue él quien me dio una familia y me sacó de la locura en la que vivía mi madre. Además, ¿para qué saber? ¿Para que me niegue como hace el tuyo?
Otra vez bufó. Su madre siempre sacaba ese maldito tema.
-Papá está en Canadá.
-Tiene otra familia.
-Ya lo sé.
-¿Cuánto hace que no te llama, eh?
-¡Estamos hablando de tu padre, no del mío!
-¡Es igual! ¡Todos son iguales!
-No me importa. Yo me iré a buscarlo y punto.
-Claro, anda, gástate todo el dinero buscando a alguien que no existe., quién sabe todo los cuentos que te habrá metido en la cabeza tu querida abuela.
Como siempre, la discusión finalizó con un portazo por parte de Midori. En su habitación contó por milésima vez su dinero. Sí, era justo la cantidad que necesitaba. Después abrió su libreta y arrancó una hoja, con la primera de las direcciones a las que debía ir. Se echó en la cama, a recordar otra vez, una de las últimas conversaciones con su abuela.
-Tu abuelo no fue Jim.
-Eso hace rato que lo sé, abuela...
-¿Quieres saber quién fue? –Doris sonreía con picardía, mientras seguía tejiendo, como si fuera una dulce abuelita que siempre llevó una vida intachable.
Midori le prestó atención y dejó a un lado su libro. Se acomodó mejor en el suelo, como hacía cada vez que su abuela comenzaba un cuento. Pero esa vez sentía que de cuento no habría nada, sólo escucharía verdad.
-Dime.
-Qué impaciente eres.
-Vamos abu, ¿quién es?
-Eso es lo que quisiera saber.
-¿Cómo? ¿Entonces no lo sabes? Me engañaste.
Se volvió hacia su libro, fastidiada por la vana interrupción.
-Tu abuelo es un beatle.
Se giró rápido y soltó una carcajada.
-No me jodas Doris –dijo entre risas.
-Hablo enserio Midi.
-Pues no te creo.
-Te explicaré mejor, y me dices si me crees o no. Verás...Tú sabes que nunca fui una santa. Y que siempre amé a The Beatles, mas que a tu “abuelo adoptivo”. Y bueno, estuve con dos de ellos. Anda, envídiame, yo pude y tú no.
Iba a seguir riendo, pero conocía muy bien a su abuela, sabía que no le decía eso sólo para molestarla.
-Abuela...tengo la horrible sensación de que hablas enserio.
-No sé porqué lo de horrible, tendrías que estar contenta. El problema es que no sé cuál puede ser. Pero tranquila nena, tu abuelo está vivo.



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Hola!!! Bueno, acá volví con una nueva locura, no sé si andará bien o no, pero eso, ¿a quién le importa? jajajaja Espero que les guste esta aventura, aviso que seguro que tardaré en actualizar, pero haré lo posible.
Besos a todos/as los/las que lean!

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