sábado, 9 de noviembre de 2013

¡Mi abuelo es un beatle! Capitulo 7

“Para Elisa” comenzó a sonar de un modo que hasta al propio Beethoven hubiera enloquecido, aunque fuera sordo. El teléfono celular reproducía el sonidito una y otra vez hasta que calló producto de un manotazo que lo arrojó al suelo. Midori suspiró aliviada, quizás acababa de romper su teléfono, pero se había callado. Ni bien pensó eso, el sonido volvió, histérico, y arrastrándose cama abajo hasta tocar el suelo, Midori lo agarró, dispuesta a tirarlo por la ventana si era necesario. Vio que en la pantallita resplandecía un “Mamá” junto con el número de llamadas perdidas. Suspiró otra vez, y atendió.
-¡Midori! ¡Al fin!
-Hola mamá...Son las ocho de la mañana.
-¡Ya lo sé!
-¿Es necesario gritar? –alejó el aparato de su oído.
-Es que con estas porquerías de teléfonos no sé si me escuchas o no, ¡y además estás dormida!
Midori negó con la cabeza. Aquel, seguramente, sería el comienzo de un mal día.
-¿Pasó algo, Caster?
-¡No me llames por mi nombre! ¡No soy una extraña, soy tu madre!
-Bueno mamá...-bostezó, harta ya de la conversación -¿Pasó algo?
-No.
-¿Y entonces para qué me llamas?
-Quería saber cómo estabas.
-¿Y porqué no llamaste mas tarde?
-Una madre tiene derecho a saber qué hace su hijo a cualquier hora.
-Bueno, estaba durmiendo. ¿Conforme?
-¿Dónde está Jeremy?
-Y yo qué sé, desde ayer por la tarde que no lo veo.
-¡Lo mandé a cuidarte! ¡Qué inútil!
-Mamá, para de gritar...
-Ay, está bien. ¿Y? ¿Has logrado algo?
-Lo has dicho tú: algo.
-¿Qué cosa?
-Paul ha aceptado hacerse el ADN.
-¿Y tú le creíste? Eres ingenua, Midori Watts. Ay...¿cómo he podido criarte así? Si yo....
Dejó el teléfono en el piso y se recostó en la cama, dejando que su madre hablara y hablara hasta que se diera cuenta de que ella no la estaba escuchando.
Se tapó hasta la cabeza. Tenía ganas de volver, extrañaba su casa, su  cama, su pato, sus cosas, pero cuando hablaba con Caster prefería quedarse a vivir eternamente en esa pocilga antes que volver.

*************
El día pasó tranquilo. Se preparaba para ir esa misma tarde a ver a Ringo, tenía la extraña seguridad de que lograría convencerlo.
De cuando en cuando, releía el diario de su abuela. A veces, eso la hacía sentir una tonta, Doris había vivido como quería, y ella estaba ahí, esperando que dos tipos se dignaran a hacerse una ADN, aguantando a su madre y a un novio loco.
Hablando de novio, Jeremy golpeó la puerta  y entró sin siquiera esperar repuesta.
-Hoy podríamos ir  a Hyde Park, ¿qué dices?
-Hola, ¿no? ¿Dónde estabas?
-Por ahí. ¿Vienes o no?
-No puedo, iré a ver a Ringo.
-¿Para qué?
-Para hablar con él, para eso vine a Londres.
-Puedes ir mañana. Mira, hoy es un día hermoso.
-No puedo Jeremy. Pero si quieres puedes acompañarme, te gustará.
-Ni loco, no quiero ver a ese viejo.
-Podría ser mi abuelo.
-¿Y a mí qué? Ojalá te dé mucho dinero, así nos casamos y pongo mi empresa.
-Eres un estúpido.
-Tú eres la estúpida. Deja esos sentimentalismos de “ay, puede ser mi abuelo” y piensa en el dinero. Sino, ¿de qué vas a vivir? ¿De amor de abuelo? Por favor...
-Sí, eres un estúpido, cada vez que hablas, lo confirmo más. ¿Sabes qué, Jeremy? No quiero estar más contigo. Esto se acabó.
-¿Me estás dejando?
-¿Y a ti qué te parece?
-¿Me estás dejando?
-No, tú me dejas a mí, porque te vas.
Jeremy levantó una ceja y luego se echó a reír hasta quedar tirado en la cama, agarrándose la panza.
-¡Eres muy chistosa!
Midori le pegó con un suéter.
-Ay, ¿por qué haces eso?
-Para que te levantes, no estoy contando chistes. Te vas.
-Un momento, un momento. ¿Me estás dejando?
-¿Jeremy estás drogado o qué? ¡Qué sí, te dejo, adiós, no soy más tu novia! ¿Entiendes o te explico con manzanitas?
-No, no entiendo. ¿Por qué?
-Porque nos llevamos mal. Parecemos un matrimonio con 20 años de casados.
-La culpa es tuya.
-¿Lo ves? Esto no es un noviazgo.
-¿Te compro chocolates, peluches, flores?
-No. Compra un pasaje y vuélvete a tu casa.
-Eres mala, Midori.  Tu madre tiene razón cuando te lo dice.
-A ver Jeremy...ven – lo tomó de un brazo y lo sentó en la cama –Piensa esto, ¿cuando nos llevamos bien?
-Mmm...bueno, cuando empezamos a salir nos llevábamos genial.
-Eso fue hace mucho, ¿ahora?
-Está bien, tienes razón, nos llevamos pésimo. ¡Pero es porque no te entiendo! Haces cosas raras, como ésta, venir a Londres.
-Sabes que es algo importante para mí. Tú creciste con tus abuelos, con tus padres...yo no. Quizás por eso no me entiendas. Jeremy, de verdad, creo que lo mejor es que cortemos.
-No. Mejor tomémonos un tiempo.
-¿Para qué?
-No sé, para mejorar.
-Está bien...
-¿Sabes? Anoche encontré a un amigo que se vino a vivir aquí. Pasaré el resto de mis vacaciones con él, así no te molesto, ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
Jeremy le dio un beso en los labios y se fue caminando cabizbajo. Le daba mucha pena verlo así, pero las cosas se presentaban de esa manera. Y también, le daba culpa haberle dicho que se darían un tiempo, cuando estaba segura de que no volverían nunca.

*************
Luego de que Jeremy al fin decidiera juntar sus cosas e irse, Midori terminó de arreglarse y, nerviosa, se dirigió a la casa de Ringo. Pese a que ya la conocía y lo más seguro fuera que la tratara muy bien, tenía miedo, ya que no sabía con quién se encontraría allí. Quizás su casa estuviera llena de amigos o lo que era peor, de familiares. Familiares que quizás también fueran suyos. Decidió que si se encontraba con esa situación, volvería la hotel “con el rabo entre las piernas”, sin haber hablado con Ringo. La verdad era que no quería pasar un mal momento con gente que seguramente no la aceptaría.
Se presentó con una sonrisa forzada, que más bien parecía una mueca, ante la mujer que la atendió.
-Y...¿por qué quiere verlo? –preguntó la mujer, desconfiada.
-Sólo dígale que estoy aquí.
-Mmmm...de acuerdo. –la mujer caminó de mala gana hacia adentro.
-¡Oiga, espere! –gritó Midori. Con cara de pocos amigos, a mujer se giró –Antes de llamarlo...¿podría decirme si está solo?  Quiero decir, si está con su familia y eso....
-Mire señorita, no sé qué quiere, jamás la he visto, así que no responderé a su pregunta. Agradezca que le avisaré al señor que usted está aquí.
Midori resopló, era inútil llevarle la contraria.
Casi quince minutos después, la mujer volvió, arrastrando los pies.
-Entre.
Midori la siguió. La casa de Ringo no era tan despampanante como la de Paul, pero también estaba repleta de objetos exóticos y obras de arte de todo tipo.
-Ahí lo tiene. –la mujer señaló una habitación o sala,  o lo que fuera. La puerta estaba abierta y se escuchaban los sonidos característicos de un partido de fútbol y unos grititos que no podían ser otros que los de Ringo.
-Vamos, entre de una vez. –insistió la mujer, y luego se marchó, murmurando por lo bajo.
Midori entró con cuidado: había un corto pasillo desde la puerta hasta la sala propiamente dicha, así que no veía nada de lo que allí sucedía. Como todo estaba alfombrado, seguramente no escucharían sus pasos, así que golpeó la puerta, pero nadie contestó. Tragando saliva, se decidió  y entró de una vez, ya estaba perdida así que no ganaría nada parada allí sin saber quiénes estaban.
Cuando entró y vio lo que sucedía, no pudo más que estallar en una carcajada: frente a un gran televisor de plasma, Ringo jugaba al fútbol con la Play Station.
-¡AAAHHH! ¿Qué haces aquí? ¿Pretendes matarme de un susto? ¡Deja de reírte!
-Perdón, pero tu ama de llaves, -muy antipática, por cierto- parece que no se dignó a anunciarme. Lamento interrumpir tu...hora de juego.
-Me hacía falta un contrincante, me aburro jugando solo. ¿United o City? ¿Barça o Real?
-No sé jugar...
-¿Cómo que no sabes jugar?
-Ringo, soy chica.
-¿Y con eso? Pensé que las jóvenes de hoy ya no se fijaban en cuáles cosas son de hombre y cuáles de mujer. Anda, ven a jugar.
-Es que venía a hablarte sobre...
-¡Para eso hay tiempo! ¡Ven!
Y sin otorgarle derecho a réplica, le tendió uno de los joysticks.
************
La tarde estaba pasando a velocidad supersónica, y además, era la mejor tarde que tenía en mucho tiempo. También, no recordaba haber reído tanto en un lapso de pocas horas.
-¡Vamos Messi! ¡Patea de una vez!
Otra vez largó una carcajada, despatarrándose en el amplio sofá que había frente a la tele, mirando la indignación de Ringo, que ya estaba parado, insultando a todos los equipos.
-Oye Ringo, ¿por qué no jugamos al Rock Band?
-Ni-lo-sue-ñes. Odio verme en dibujitos.
-En Yellow Submarine estás bien, pareces tierno.
-No parezco, lo soy, y en todas partes, no sólo  en Yellow Sumbarine.
-Recién, insultando a un jueguito, no lo eras...
-¿Viniste a dudar de mi ternura, mi dulzura, y todas esas cosas que me adjudican?
-Sí.
-Has venido a Londres sólo por eso. Eres rara, Midori Watts.
-Ya lo sé.
-Dime una cosa, ¿cómo supiste dónde vivo?
-Internet. Google. Street View. Qué se yo, hay dos millones de cosas que te dicen dónde vive un beatle.
-Qué horror. Vamos, juega otro partido.
-Quiero el Rock Band.
-Estás en MI casa y jugaremos a lo que YO quiera. ¡Y yo quiero el Pro Evolution Soccer!
-¡Uy pareces niñito que invita a sus compañeritos a jugar y sólo a lo que él quiere!
-Sí. –Ringo se sentó, serio, y comenzó a buscar qué partidos jugar –Vamos, el último.
De mala gana, Midori se posicionó para jugar. Un rato después, los dos estaban parados, cada vez mas pegados a la pantalla, gritando y gritándose cosas.
-¡GOOOL!
-¡Niña! ¿No era que no sabías jugar? ¡Me has ganado todos los partidos!
-¡Oe Oa ser del Barça es lo mejor que hay!-cantaba, saltando sobre el sofá.
-Bueno, bueno, suficiente, deja de saltar sobre mis muebles.
-No te gusta perder, ¿eh?
-¿Y a quién le gusta?
-Hagamos otro y te cobras venganza, ¿qué te parece?
-Excelente idea.
Comenzaron a jugar, encarnizados cada vez más.
-¡Goool! Te voy ganando, chica.
-Me da igual porque te estoy dejando ganar, sólo porque eres un señor grande.
-Eres cruel. ¡Mira qué pase!
-Hermoso, pero aquí va mi...¡goool!
-Ay...eres buena, o quizás sólo tengas la suerte del principiante –la miró de reojo, sin dejar de manipular el joystick. –Oye...¿y para qué viniste?
-Ah no, no intentes distraerme.
-Me salió mal la treta...Bien, dejemos esto en un empate, ¿sí?
-¿Lo haces porque quieres hablar o porque no quieres perder otra vez?
-Digamos que por ambas cosas.
Apagó la televisión, se sentó y le ofreció un vaso de jugo, que ella tomó casi sin respirar.
-¿Y bien? –la miró, serio.
-Antes que nada, una pregunta: ¿tienes un pato?
-¿Eh?
-Un pato. Una mascota pato.
-¿Te refieres a una mascota electrónica? Una vez tuve un tamagotchi, pero se me murió...
-No, electrónica no, ¡deja la tecnología! Hablo de un pato de verdad, con sus plumas, su pico, y su cua cua.
-No, no.
-Deberías tener uno, estás viviendo mal.
-Tengo un gato, se lo comerá.
-Naaa....se harán amigos. Bueno, ahora sí, a lo que vine: Paul ha aceptado hacerse el ADN.
-Ay...
-¿Piensas imitarlo?
-A ver Midori., esto es complicado, ¿sabes? Eres muy simpática, mira qué bien nos llevamos, pero ya que seas mi nieta....Joder, te hablo como le hablaba a las chicas que querían ser mi novia.
-Qué espanto, usabas las mismas frases que usan todos los hombres.
-Supongo que saber eso será una desilusión para ti... –sonrió-Oye, esto es muy raro y además tengo que explicárselo a mi familia.
-No hace falta, puedes hacerlo a escondidas. Si no somos  familiares, quedará como que no pasó nada.
-Igual...
Ringo se quedó pensativo, mirando un punto fijo en la pared. Después suspiró, sin volver la vista a ella.
-De acuerdo. Hagámoslo.



***************
No puedo creerlo, he metido a Messi en mi fic. XDDDD

Como ya es costumbre, con casi un mes de retraso, les traigo el capitulo 7! Espero que les haya gustado, fue escrito en un Mc Donalds feo (para mí todos lo son, pero tenía hambre jaaj) mientras hacía tiempo para ir a la universidad.

Les dejo saludos a todos/as, nos vemos en el próximo capitulo!




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