domingo, 7 de octubre de 2012

Secretos Compartidos Capitulo VI


Dobb dejó caer el auricular sobre el teléfono. Estaba desganado y totalmente frustrado. Acababan de notificarle otro crimen y sabía que eso ya desataría una histeria colectiva imparable. No sería fácil tratar de calmar a los londinenses cuando sabían que había alguien que mataba a cualquiera sin un aparente motivo. Lo peor era que se veía venir todo tipo de acusaciones y presiones. Él era el jefe de policía, pero tenía sus superiores que en cualquier momento podían mandarle un telegrama de despido.
Mas frustrado se sentía por haber errado de camino la noche anterior. Estaba seguro que esa chica tenía algo que ver, y sin embargo dejó de vigilarla para interrogar a un delincuente que nada tenía para decir, salvo un montón de recuerdos sobre su madre asesinada. Se dejó engañar por ella, fue mínimo, pero lo hizo, porque pensó que esa noche no pasaría nada, y sucedió otro crimen.
Miró su escritorio, donde se amontonaban varias carpetas amarillas. Buscó la que tenía la declaración de Mélisande y la releyó. No podía ser mentira, no había lugar a sospechas. Pero las había. Y si todo lo que decía allí era mentira, estaba ante una profesional, ante un cerebro inteligente y astuto.
Una oleada de rabia se apoderó de él, ganas de ir a buscarla y llevarla de los pelos a declarar, hasta que confesara. Pero no podía hacer eso, no tenía pruebas, y si quería tenerlas, debía pedir una orden de allanamiento al juez, mostrarle los motivos de sus sospechas y, si el juez quería, recién podía actuar en una semana, o mas. La justicia era lenta y no había tiempo. Además, quería demostrarle a esa chica que él era mas astuto. Había que hacerla caer, y mientras tanto vigilarla. Haría otras investigaciones y elaboraría un plan. Un plan en el que usaría a los cuatro de Liverpool.

-¡La culpa es de George! –se burló John, señalando a su compañero.
-¿Mía? ¿Y yo qué hice ahora?
-Escribiste la canción que la asesina usó.
-Ey, ¿cómo sabes que es una asesina? –preguntó Ringo.
-Es claro que es esa chica, la del nombre raro. No sé porqué no la encarcelan y listo.
-No hay pruebas –intervino Paul.
-¿Seis asesinatos en poca prueba?
-Pero no se sabe si fue ella o no....
-Como sea, la culpa es de George –dijo John, entre risas.
-No me causa gracia –replicó el guitarrista, cruzándose de brazos –En realidad, me preocupa mucho esto ¿Miren si no para hasta acabar con nosotros?
-Creo que mejor sería desentendernos de todo. Que la policía se arregle como pueda. –dijo Ringo.
-Ey, ey, ey ya estamos dentro, no podemos salir, dijimos que ayudaríamos....
-Pues yo me bajo Paul. Si quieren, sigan ustedes, yo no quiero saber nada con psicópatas.
-Ringo no te acobardes
-¡No me acobardo Paul! –gritó exasperado.
-¿Qué está pasando aquí? –Brian los miraba inquisitivamente,  parado en la puerta.
-Nada....-respondió Paul de malas maneras.
-¿Seguros? –insistió el manager.
-Seguros –afirmó John, mirando a Paul y Ringo –Oigan, mejor vamos, quiero mostrarles una canción que escribí hace unos días.


Mélisande frunció el ceño cuando el viento frío le pegó en la cara. Metió sus manos enguantadas en los bolsillos de su tapado, y caminó mas rápido. Mientras, miraba con el rabillo del ojo las vidrieras de los negocios, en busca de algún cartel donde solicitaran personal. Le molestaba muchísimo tener que “rebajarse” a trabajar, pero no tenía alternativa. Podría seguir con su derrotero sangriento y mientras tanto robar, o dedicarse sólo a asaltar, algo en lo que no tenía experiencia.  Pero ya estaba muy cercada y quería detenerse, mas que nada para desorientar a Dobb, a quien ya le había tomado un odio voraz.
Su búsqueda fue infructuosa, y después de caminar largo rato, decidió que no buscaría lugares donde solicitaran empleados, sino que entraría a cualquier comercio y se ofrecería. Miró atrás, en busca del auto del inspector pero no lo encontró. Esta vez, Dobb la seguía caminando, totalmente disfrazado.
Después de entrar en diez negocios, en vano, eligió uno cualquiera. Sino tenía suerte, probaría otro día.
-Buenos días –saludó a la vendedora del local de ropa.
-Buenos días –contestó la mujer amablemente -¿En qué puedo ayudarla?
-Mire, estoy buscando trabajo. No tengo experiencia previa, pero puedo aprender rápido –trató de hacer su mejor sonrisa.
-Entiendo, pero sólo soy una empleada. Preguntaré al dueño, espéreme un momento –la mujer entró en una oficina, mientras Mélisande observaba con detenimiento la ropa.
La mujer salió apresuradamente de la oficina.
-Dice el señor Rubrs que por ahora no necesita a nadie, pero que igualmente deje un número de teléfono para contactarla.
-No tengo teléfono –respondió Mélisande con sequedad –Pero puedo dejarle mi dirección.
-Perfecto, anote aquí –la mujer le dio un papel celeste, y un bolígrafo, donde Mélisande anotó su nombre y dirección.
-Gracias, es usted muy amable –saludó, y ajustándose la bufanda, salió del negocio, sin poder disimular su mala cara.
Ni bien salió vio a un hombre que se le hizo conocido, y en cuestión de segundos reconoció a Dobb, apoyado en una pared, anotando algo en una libreta y tratando de ocultarse bajo un gracioso sombrero.
-Viejo estúpido, se cree que no lo vi –pensó, y comenzó a caminar rápido, rumbo a su casa. Era la primera vez que sentía un poco de miedo por ser descubierta.


Dobb miró el registro que llevaba anotado. Eran todos los lugares que Mélisande había visitado, todos comercios donde entraba y al cabo de unos pocos minutos, salía sin comprar nada. Los primeros, eran negocios donde solicitaban personal. Los otros no. Era evidente que la chica estaba buscando trabajo, y a juzgar por las caras que le había visto, estaba de muy mala suerte. Recordó los datos personales de ella: vivía sola, estudiaba arte, y nunca había trabajado. Eso explicaba porqué nadie la tomaba, no tenía experiencia en nada. Y si recién en ese momento buscaba un trabajo quería decir que quien la mantenía había dejado de hacerlo. Quizás eran sus padres, algún pariente, un amante....Lo que sí sabía con certeza era que con ese dato, podría elaborar el plan.


-Llegó el momento de que actúen.
-No quiero.
Dobb miró a George, sorprendido por la convicción de su respuesta.
-Yo tampoco.
Ahora le tocó mirar a Ringo, que parecía tan firme como su amigo. Sin embargo, el inspector no se ablandó.
-Lo lamento, pero no pueden decir que no. Lo que tengo pensado los involucrará a los cuatro, quieran o no.
Ringo bufó y miró a George, que negaba con la cabeza. John y Paul los miraban, sin expresión.
-¿Sabe qué? La culpable es la chica esa. Arréstela y fin del problema. -dijo John, fastidiado por la tensión del ambiente.
-Yo también creo que es ella, pero sin pruebas no podemos hacer nada.
-Me exasperan las vueltas que da la policía y la justicia –dijo Paul
-Créeme que a mí también. Es un sistema perverso, al que tenemos que obedecer igual.
-Usted dijo que en casos como éste todo el mundo es sospechoso ¿pero cómo saber quién es el culpable y quién un pobre inocente? –preguntó George.
-Para saber eso ideé este plan. Esta chica está buscando trabajo. Encubiertos, nosotros se lo daremos. Será asistente de ustedes.
-¿QUÉ? –cuatro gritos alterados se escucharon.
-¡Está loco, nos matará a todos! –exclamó Ringo.
-Tranquilos, tendrán seguridad, mas seguridad de la que tienen ahora.
-No creo que pongan una escolta policial en la puerta de mi habitación por si la loca esa quiere entrar con un cuchillo a descuartizarme.
-George, cálmate. No vivirá con ninguno de ustedes. Será, por ahora, durante un mes. Anotará sus cosas, los acompañará, bueno, todo lo que hace una asistente. Cuando entre en confianza, será el momento ideal, porque será cuando tenga la guardia baja y dirá o hará algo que la descubra.
-No me parece bueno, se dará cuenta. –dijo Paul.
-No importa si se da cuenta o no –Dobb parecía hartarse- Lo que importa aquí es que esté cerca de ustedes, y si quiere hacerles algo, agarrarla en el momento justo.
-Sigue siendo una pésima idea –Paul estaba contrariado, y miró a sus amigos. Ellos no parecían así, mas bien parecían asustados.
-Oiga ¿cómo hará para que ella sea nuestra asistente? –preguntó John -¿Tendremos que ir nosotros a tocarle el timbre y decirle “Hola, ganaste un concurso en el que nunca participaste y ahora serás nuestra asistente por un mes”? Porque si es así, no dudará en matarnos allí mismo, y yo le daré la razón, porque todo esto es patético.
Dobb calló. El plan que al él le parecía perfecto, se estaba viniendo abajo con las críticas que todos le lanzaban, pero no aportaban ninguna idea.
-Se repartirán volantes en la escuela a la que asiste. Se anunciarán supuestas entrevistas de trabajo. No creo que los estudiantes de arte sean afectos a trabajar como asistentes, así que no se presentarán muchos, a menos que tengan urgencia de empleo, como ella.


Luchaba para que no se le cayera ninguna de las carpetas que llevaba en sus brazos, cuando un jovencito le entregó un volante. Como pudo, lo tomó. Al bajar las escalinatas de la salida, vio como varias chicas comentaban algo, mirando los volantes que repartían. Intrigada, acomodó bien sus carpetas y leyó: “Se solicita asistente para famosa banda de rock. No se necesita experiencia”. Se le hizo imposible reprimir una carcajada. Evidentemente, la policía iba de mal en peor, eran tan básicos....
-Vamos Dobb, sé que ésta es una jugadita tuya –dijo aún riéndose, mientras caminaba leyendo la dirección del papel –Ya te vi siguiéndome, si eres un policía bueno ya sabrás que busco trabajo. Y hoy, mágicamente, aparece uno, en la puerta de mi escuela. Igualmente, te daré el gusto. Ser la asistente de The Beatles será divertido. Muy divertido.



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Hola!!! Perdonen la tardanza, ya saben, la universidad.......
Quiero hacerle publicidad  aun nuevo fic, es de Jane, y la verdad me encantó, léanlo, recién empieza, se llama Hombres de ningún lugar, y es muy original: http://hombresdeningunlugar.blogspot.com.ar/
Nos vemos!

3 comentarios:

  1. Hello!
    Qué genialidad de capítulo! Mélisande definitivamente no es tonta y rápidamente se pudo dar cuenta del plan, pero qué bueno que fingirá caer en él para divertirse con los chicos, aunque eso me suena bastante peligroso, con lo loca que está podría intentar cualquier cosa. Dobb definitivamente está desesperado y se le ocurren planes descabellados, pero gracais a eso se va a poner demasiado interesante la historia! Me imagino cómo sería para los chicos recibir semejante psicópata como su asistente.
    Agradezco que le hicieras publicidad a mi fic y qué bueno que te haya gustado :D
    Un abrazo!

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  2. AHhhhhhhhhhhH! Nooooo!!! Sigo diciendo que esta Mélisande es más lista que los ratones colorados. Me muero, me muero... Y pienso como los chicos... No sé como los pobres aceptan! XDDD

    Bueno, bueno, al capi que es que me pongo nerviosa y me pierdo... XDDD A Mélisande, pese que asesina, le toca ponerse a trabajar. Este mundo es muy cruel, mucho. Hasta a los asesinos en serie les cuesta trabajar... XD Y ya... Debe de ser jodido intentar buscar trabajo sin tener experiencia en absolutamente nada... No obstante, yo desde aquí le doy una idea: por qué no va a pedir trabajo a una carnicería? Mira, puede decir que tiene experiencia. Si alguien lo duda, seguro que se le disipan esas dudillas cuando la vea cortar la carne con ese ímpetu y esa maestría, jajajaja.
    Bien... Dobb sabe que ella es la asesina, muy bien, pero ella también sabe que Dobb sospecha... Tenemos un problema, sí señor. Y un problema acrecentado y multiplicado por mil gracias al iluminado del Dobby, que tela... Ponerla de asistente de los chicos??? Qué bien! Yo si fuera cualquiera de los chicos, dormiría de lo más a gusto pensando que tengo que pasar un montón de horas al día con una asesina obsesionada conmigo, jajajajaja. Pobrecitos, de verdad XD
    Como siempre, el capi me encantó! estoy ansiosa por saber qué pasará con esto! Sigue pronto! :)

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  3. Me encanta la mente retorcida de Mélisande, me hace acordar mucho a los personas de Edgar Allan Poe. Es genial!

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Por cada comentario, tu beatle preferido te dará un beso.

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