-Así que usted salió con Deppart y lo acompañó hasta el
hotel.
-Así es.
Dobb miró inquisitivamente a la chica. Al parecer, hablaba
con sinceridad, y para él era un alivio que alguien se presentara a atestigüar
en ese caso tan complicado, del que tenía pocas pistas que no llevaban a nada,
y en el que, para colmo, el gobierno estaba metiendo presión.
-¿Y después?
-Tomamos u n café y hablamos de arte.
-Mmmm....sí –respondió leyendo una carpeta -¿Puede ser que
hablaran en francés? Porque le tomamos declaración al empleado que los atendió,
y dijo que le pareció que hablaban es ese idioma.
-Sí, era francés –sonrió para sus adentros. Su coartada
estaba resultando perfecta. La vieja de la galería no había hablado aún, por lo
tanto nadie podía decirle que concurrió a declarar para defenderse. Y ahora se
enteraba de lo del camarero. Era obvio que no supiera nada, porque aquella
noche, cuando Deppart la invitó a subir a su habitación, el lugar estaba vacío,
y nadie los había visto subir juntos. Y para cuando ella salió del hotel, el
pettit café estaba abarrotado de gente y había otros camareros. Sin dudas, todo
era perfecto.
-¿Y luego señorita Leroux? ¿Usted se retiró?
-Sí, el señor Deppart se sentía muy cansado, así que nos
despedimos y acordamos vernos a la mañana del día siguiente.
-Usted pinta, ¿no es así?
-Exacto. Estudio arte.
-¿No tenía ningún tipo de relación con él? Me refiero a algo
amoroso.
-No, lo conocí ese mismo día.
-Bien...-Dobb cerró la carpeta, con lentitud –Le agradezco
que se haya presentado a declarar. ¿Por qué lo hizo?
-Quiero que de una vez se termine todo esto y se resuelvan
los crímenes. Ya sabe, el de Deppart y el de mi anciana vecina.
-Lamento informarle que no sabemos nada sobre ninguno de los
dos. Faltan pruebas, testigos......Ojalá fueran todos como usted.
Mélisande sonrió, agradeció y desapareció por la puerta. Sin
embargo, Dobb dudaba. Pero ya era tarde y continuaría al día siguiente.
“Queridos mamá y papá:
Les escribo, otra vez, para pedirles que
me envíen el dinero de la renta. Estoy a punto de deber dos meses y el dueño es
un pesado. Por favor, es urgente.
Espero
que estén bien, aquí todo siguen igual.
Con cariño,
Mélisande.”
Dobló y metió el papel en un sobre, en el que garabateó una
dirección. Lo cerró, y le pegó unas estampillas.
Entró al ascensor esperando no encontrarse con el dueño del
edificio. Por suerte, el hombre no estaba haciendo su recorrida habitual. Salió
a la calle mirando a todos lados, otra vez se sintió algo paranoica. Pero esta
vez tenía razón en estarlo: aunque no lo sabía, un coche negro estaba aparcado
en la esquina. Desde allí, Dobb observaba sus movimientos.
Sentados alrededor de la pequeña mesa, tomaban café. Cuidaban
no decir algo que a su manager le pudiera resultar sospechoso. Estaban conscientes
de que cuantas menos personas lo supieran, mejor. Luego de finalizar la charla,
el hombre se despidió y se fue.
-Bien, es hora de continuar grabando -Paul se puso de pie y
se colocó su chaqueta.
-Si, ya es tarde –Ringo bostezó.
-Con unos detalles mas estará lista –agregó John.
Estaban a punto de
salir de la cocina del estudio de grabación cuando se toparon con Dobb.
-Qué bueno que no vino antes –le dijo John –Se hubiera
encontrado con nuestro mánager y todos tendríamos que darle explicaciones.
-Entonces fue una suerte quedarme sin gasolina. ¿Tienen
tiempo? Necesito decirles algo.
-Hable rápido –dijo George -¿Se descubrió algo?
-No. Hace unas horas declaró la anciana.
-¿Y qué dijo? –John se veía entusiasmado.
-Que no ve.
-¡Eso ya lo sabíamos!
-Dijo lo mismo que les dijo a ustedes: una chica que salió
con Deppart luego de haber hablado un rato. Agregó que con Deppart había cruzado
unas palabras en otras visitas que hizo a la ciudad. Pobre mujer, estaba muy
impresionada.
-No se fíe de las viejas –dijo George –A veces pueden
engañar.
-Como policía debería saberlo –agregó Paul.
-No desconfío de ella porque desconfío de otra persona:
Mélisande Leroux.
-¡La del nombre raro! –exclamó John.
-¿Es verdad que es linda?
-Paul, estoy diciendo que desconfió de ella ¿y preguntas
semejante cosa?
-Está bien, no se enoje....sólo quería saber.....
-¿Por qué sospecha de ella? –preguntó Ringo.
-Anoche se presentó a declarar. Dijo que quiere que se esclarezcan
los crímenes. Ella es la chica que la anciana vio.
-¿Y qué mas?
-Su testimonio fue coherente. Tomamos declaración al
camarero que dijo haber visto a Deppart con una chica, y ella lo admitió, no lo
niega. Pero no me convence.
-¿Y si es inocente?
-Esa pregunta no conviene. En un caso así son todos
sospechosos.
Pasaron quince días. Dobb continuó vigilando a Mélisande,
era un procedimiento que quería hacer por sí mismo. Pero no había ningún tipo de
actitud sospechosa. La chica iba de compras, volvía, salía hacia la Escuela de arte, volvía. Y
así todos los días. Nunca se detenía a hablar con nadie y siempre parecía
caminar absorta en sus pensamientos. A veces dudaba, le parecía que la chica no
tenía nada que ocultar, además, acababan de encontrar a un hijo de la anciana muerta
en el edificio, un delincuente que estaba prófugo y se sospechaba que fuera él
quien hubiera asesinado a su propia madre, para evitar que ella lo delatara o
para conseguir dinero, aunque no faltó ni un centavo.
Pero no se dejaría persuadir por eso. Seguiría pensando que
esa chica estaba involucrada hasta que se demostrara totalmente lo contrario.
-Viejo idiota, se piensa que no lo vi –masculló, abriendo la
puerta.
Vio en el suelo una carta, la tomó y miró el remitente. Era
raro, siempre enviaban un giro postal, o depositaban en su cuenta, no enviaban
dinero en un sobre. Lo abrió y se sorprendió, sólo había una hoja de papel. La
desdobló y leyó.
“Mélisande:
Nos duele decirte esto, pero
con tu madre hemos decidido no enviarte mas dinero. Sabes que todo sería fácil
si hubieras vuelto con nosotros, pero insististe en quedarte en Londres. Acepté
tu decisión y seguir manteniéndote, pero no veo ningún avance en esa “carrera”
que elegiste. Hija de exposiciones y cuadros no vas a vivir, eso ya te lo he
dicho muchas veces. Por lo tanto, es hora de que te hagas responsable y vivas
independiente, después de todo eso es lo que siempre quisiste, ¿no?
Con los años comprenderás
nuestra decisión.
Te quiere,
Tu
padre.”
-¡IDIOTAS! –gritó fuera de sí, mientras rompía en pedazos la
carta -¡Son unos estúpidos! ¡Los odio, los odio! –arrojó los pedazos de papel a
cesto de basura, y se pasó las manos por el cabello, desesperada.
Miró el calendario, ese día o el siguiente volverían a reclamarle
la renta. Se dirigió a su habitación, y del último cajón de su armario, sacó un
fajo de billetes. Eran los que había robado a su tercer víctima. Dejó el dinero
sobre la cama y tomó el teléfono. No quería gastárselo en la renta, pero prefería
eso a que la echaran a la calle.
-Hola señor, soy Mélisande Leroux....Tengo el dinero.
-Dobb ¿usted no tendría que estar vigilando a la chica? –preguntó
uno de los agentes de mayor confianza.
-No hace falta, en la noche no sale. Además quiero
interrogar a este tipo yo mismo. –dijo mirando a través del cristal de una habitación, donde el hijo delincuente
de la anciana estaba sentado.
-Ya lo interrogamos dos veces.....
-Pero yo no. Esta basura me va a conocer –entró a la
habitación y cerró de un golpe la puerta. El agente vio como Dobb tomaba del
cuello de la camisa al sospechoso, amenazándolo para que hable.
Se ajustó su bufanda, ya que el viento helado se hacía presente
en la calle, y mas a esas horas. Miró hacia las equinas, buscando el auto
negro, y le pareció raro que no estuviera allí.
Caminó pese a que adonde iba quedaba muy lejos, pero no quería
gastar en un bus o en un taxi. Tendría que empezar a ahorrar, y a buscar un
trabajo, algo que no le hacía ni la mas mínima gracia. Pisaba fuerte, para
calentarse los pies, y también de la rabia al recordar la carta de su padre. Mas
que nunca le parecían unos miserables.
Cuando llegó, tocó timbre y esperó a ser atendida.
-Señorita Leroux –saludó el hombre –Pase, hace mucho frío –entró
y se encontró con una acogedora sala. Era amplia y co muchos adornos, alfombras
y cuadros.
-Qué bonitos –dijo mirándolos.
-Sí, los ha traído mi
mujer de sus viajes. Usted pinta ¿no?
-Si. Me gusta este –señaló uno
-Ese es de Italia.
-Ahh....¿Su esposa es ella? –señaló una foto enmarcada, la de
una mujer rubia.
-Si, es ella. Ahora no está, se fue de vacaciones con su
madre.
Saber que el hombre estaba solo le gustó. De repente, se le
presentaba una gran oportunidad, como una venganza al tipo y a sus padres. Pero
también sería un riesgo, ya estaban tras sus huellas. Aunque ella era mas lista.
-Bien, iré a buscar el recibo de pago –el hombre salió de la
sala.
Miró rápidamente a todos lados, y vio una puerta, que sería
de la cocina. Entró y divisó una cuchilla de carne. Perfecto. Además, tenía
puestos sus guantes de cuero.
El hombre volvió con el bloc de recibos y un bolígrafo,
haciendo un comentario corriente sobre el clima. Ese era momento, tenía que
actuar antes que escribiera su nombre en los recibos.
-¿Podría deletrearme su apellido? Es que siempre lo olvido.....-dijo
el hombre, antes de ver como la chica se acercaba, en una extraña actitud. Sólo
vio el brillo de algo que llevaba en la mano, antes de que le hundiera la
cuchilla en el pecho. Lo volvió a hacer dos
veces mas, hasta que cayó, aún consciente, al suelo. Dijo algo ininteligible y
quedó con los ojos abiertos por la impresión y el espanto. La alfombra, que parecía
ser de Oriente, se tiñó de rojo.
Ni se molestó en desenterrarle la cuchilla, de todos modos
era de él. Hasta le parecía que ello hacía una especie de composé con el resto
de la decoración.
Miró su mano derecha. Su guante se había manchado mucho, y
parte de su tapado también. Con suavidad, se lo quitó y lo guardó en el bolso. Dio
vuelta el tapado, y se lo puso del revés, para que nadie por la calle notara las
manchas. Les parecería raro una chica con el tapado puesto del revés, pero eso
no importaba. Con su mano izquierda, aún enguantada, levantó con cuidado el
bloc de recibos y lo guardó en el cajón de un mueble cualquiera. Tomó el bolígrafo
y, un poco molesta porque no podía escribir con la mano izquierda, y mas si tenía
el guante puesto, escribió “Don’t bother
me” nada mas y nada manos que sobre la foto de la rubia esposa.
Se sintió tentada en llevarse algún cuadro, pero eso sería
levantar demasiadas sospechas. Arrojó el bolígrafo por ahí, y con cuidado, abrió
la puerta y se fue.
Hola!!
ResponderEliminarPor fin traes un nuevo cap :D Y como siempre, me fascinó!
Razones tiene el detective para dudar de ella, cualquiera lo haría con una chica tan extraña. Adoro a esa loca demente!! Y ese Paul lo único que le importaba era si estaba linda e_e Don't bother me, perfecta para la ocasión. Genial la parte del asesinato, Mélisande tan tranquila como siempre, como si matar a sangre fría fuera tan natural y común.
Yo también ando con problemas de la universidad, pero los míos radican en el hecho de que no sé qué estudiar ahora que terminé la escuela :S
Un saludito, te estaré esperando :D
Hello!!!! Pues aquí yo! Seeeeee!!!! Casero, adiós con el corazóóóóóóóón, que con el alma no puedoooooo... Jajajajajaja. Bueno, bueno, nena, yo creo que a todas nos pasa: este fic de cada día está más de puta madre! O sea que sí, que me gusta muchoooooo!!!
ResponderEliminarEn primer lugar, me gustaría decir por primera vez desde que empieza la nove que... bien por Dobb! Sí! Es cierto! Yo leía el pricipio del capi y ya les estaba dando gritos al inspector este diciéndole "que no ves que los que primero se te acercan y los que más buena voluntad manifiestan tener siempre son de los que primero se ha de sospechar?" Mira, ya me estaba poniendo el hombre este de los nervios hasta que he leído la parte en el que le está siguiendo la pista a Mélisande desde el coche, jejeje. Ahí ya me tranquilicé y dije: "muy bien, Dobb, te mereces unas palmaditas en la espalda, colega", jajaja. Y es que hace bien en sospechar de ella. De hecho, como buen detective seguro que ya se ha dado cuenta de que ella es la única que tiene algún nexo de unión entre las dos víctimas anteriores: la anciana vecina suya y el pintor con el que estuvo. Y ahora con lo del casero... No sé... Yo creo que el círculo ya se cierra bastante en torno a ella porque es otro que tiene una relación más o menos directa con ella...
Bueno, dejemos estar las suposiciones, que eso ya vendrá, jejeje. Madre mía... Los padres de Mélisande son unos hijos de p... pues eso, ya me entiendes. Joder, tú no le puedes decir a tu hija que vale, que la mantienes, y de repente decirle "pues mira, no, ahora te buscas la vida, chata, apáñatelas como puedas. Pero te quiero, eh? Recuerda eso". Joder es un poco... No sé, es una putada. Si no te parecía bien que tu hija estudiara Bellas Artes en Londres, pues haberlo dicho de primera hora, no le quites de repente el caramelo. Y eso, es aún más peligroso cuando se lo dices a tu hija asesina... Que enseguida le sale la vena psicópata y se pone a acuchillar al personal, jajajaja.
Los chicos veo yo que no quieren decirle nada a Brian. Pues sí, lo veo bien. Porque con lo exagerado que era el Eppie, capaz que le dé un infarto o algo, jajaja.
Ainsh! El Dobb este es que ya no es que sea bobo, es que el pobre encima tiene mala suerte... Porque mira que dejarse la vigilancia de Mélisande justo el día en el que se va a interrogar a ése... Joder, que barbaridad. Espero que su cabecita deduzca "no la vigilé esa noche, por ende, más razones para sospechar de ella", pero este hombre capaz que no lo piense siquiera, jajajaja.
Por cierto, que la pérdida del casero tampoco me sabe a mí muy mal... Además, ha sido una muerte útil para Mélisande. Mira por dónde se va a ahorrar un dinerillo con esto... XDDD
En fin, nena, yo ya te voy dejando. Por lo que dices de lo de los fics, no te preocupes. Tómate tu tiempo y escribe con calma, aunque ya me hayas dejado picada con el de Mercy, con lo que va a pasar... jejeje
En fin, un beso, monseñora! :P
Me encantó el capítulo. Adoro la personalidad rara de Mélisande. Con razón, ya me parecía raro que no subieses un capítulo de la de Mercy, pero no te hagas problema, aunque tus fics son adictivos ajkfhaksjf Suerte con eso de los exámenes!
ResponderEliminar