Dobb dejó caer el auricular sobre el teléfono. Estaba
desganado y totalmente frustrado. Acababan de notificarle otro crimen y sabía
que eso ya desataría una histeria colectiva imparable. No sería fácil tratar de
calmar a los londinenses cuando sabían que había alguien que mataba a cualquiera
sin un aparente motivo. Lo peor era que se veía venir todo tipo de acusaciones
y presiones. Él era el jefe de policía, pero tenía sus superiores que en cualquier
momento podían mandarle un telegrama de despido.
Mas frustrado se sentía por haber errado de camino la noche
anterior. Estaba seguro que esa chica tenía algo que ver, y sin embargo dejó de
vigilarla para interrogar a un delincuente que nada tenía para decir, salvo un
montón de recuerdos sobre su madre asesinada. Se dejó engañar por ella, fue
mínimo, pero lo hizo, porque pensó que esa noche no pasaría nada, y sucedió
otro crimen.
Miró su escritorio, donde se amontonaban varias carpetas
amarillas. Buscó la que tenía la declaración de Mélisande y la releyó. No podía
ser mentira, no había lugar a sospechas. Pero las había. Y si todo lo que decía
allí era mentira, estaba ante una profesional, ante un cerebro inteligente y astuto.
Una oleada de rabia se apoderó de él, ganas de ir a buscarla
y llevarla de los pelos a declarar, hasta que confesara. Pero no podía hacer
eso, no tenía pruebas, y si quería tenerlas, debía pedir una orden de
allanamiento al juez, mostrarle los motivos de sus sospechas y, si el juez
quería, recién podía actuar en una semana, o mas. La justicia era lenta y no
había tiempo. Además, quería demostrarle a esa chica que él era mas astuto. Había
que hacerla caer, y mientras tanto vigilarla. Haría otras investigaciones y
elaboraría un plan. Un plan en el que usaría a los cuatro de Liverpool.
-¡La culpa es de George! –se burló John, señalando a su
compañero.
-¿Mía? ¿Y yo qué hice ahora?
-Escribiste la canción que la asesina usó.
-Ey, ¿cómo sabes que es una
asesina? –preguntó Ringo.
-Es claro que es esa chica, la del nombre raro. No sé porqué
no la encarcelan y listo.
-No hay pruebas –intervino Paul.
-¿Seis asesinatos en poca prueba?
-Pero no se sabe si fue ella o no....
-Como sea, la culpa es de George –dijo John, entre risas.
-No me causa gracia –replicó el guitarrista, cruzándose de brazos
–En realidad, me preocupa mucho esto ¿Miren si no para hasta acabar con nosotros?
-Creo que mejor sería desentendernos de todo. Que la policía
se arregle como pueda. –dijo Ringo.
-Ey, ey, ey ya estamos dentro, no podemos salir, dijimos que
ayudaríamos....
-Pues yo me bajo Paul. Si quieren, sigan ustedes, yo no
quiero saber nada con psicópatas.
-Ringo no te acobardes
-¡No me acobardo Paul! –gritó exasperado.
-¿Qué está pasando aquí? –Brian los miraba
inquisitivamente, parado en la puerta.
-Nada....-respondió Paul de malas maneras.
-¿Seguros? –insistió el manager.
-Seguros –afirmó John, mirando a Paul y Ringo –Oigan, mejor
vamos, quiero mostrarles una canción que escribí hace unos días.
Mélisande frunció el ceño cuando el viento frío le pegó en
la cara. Metió sus manos enguantadas en los bolsillos de su tapado, y caminó mas
rápido. Mientras, miraba con el rabillo del ojo las vidrieras de los negocios,
en busca de algún cartel donde solicitaran personal. Le molestaba muchísimo
tener que “rebajarse” a trabajar, pero no tenía alternativa. Podría seguir con su
derrotero sangriento y mientras tanto robar, o dedicarse sólo a asaltar, algo
en lo que no tenía experiencia. Pero ya
estaba muy cercada y quería detenerse, mas que nada para desorientar a Dobb, a
quien ya le había tomado un odio voraz.
Su búsqueda fue infructuosa, y después de caminar largo
rato, decidió que no buscaría lugares donde solicitaran empleados, sino que
entraría a cualquier comercio y se ofrecería. Miró atrás, en busca del auto del
inspector pero no lo encontró. Esta vez, Dobb la seguía caminando, totalmente
disfrazado.
Después de entrar en diez negocios, en vano, eligió uno cualquiera.
Sino tenía suerte, probaría otro día.
-Buenos días –saludó a la vendedora del local de ropa.
-Buenos días –contestó la mujer amablemente -¿En qué puedo
ayudarla?
-Mire, estoy buscando trabajo. No tengo experiencia previa,
pero puedo aprender rápido –trató de hacer su mejor sonrisa.
-Entiendo, pero sólo soy una empleada. Preguntaré al dueño,
espéreme un momento –la mujer entró en una oficina, mientras Mélisande
observaba con detenimiento la ropa.
La mujer salió apresuradamente de la oficina.
-Dice el señor Rubrs que por ahora no necesita a nadie, pero
que igualmente deje un número de teléfono para contactarla.
-No tengo teléfono –respondió Mélisande con sequedad –Pero
puedo dejarle mi dirección.
-Perfecto, anote aquí –la mujer le dio un papel celeste, y
un bolígrafo, donde Mélisande anotó su nombre y dirección.
-Gracias, es usted muy amable –saludó, y ajustándose la
bufanda, salió del negocio, sin poder disimular su mala cara.
Ni bien salió vio a un hombre que se le hizo conocido, y en
cuestión de segundos reconoció a Dobb, apoyado en una pared, anotando algo en
una libreta y tratando de ocultarse bajo un gracioso sombrero.
-Viejo estúpido, se cree que no lo vi –pensó, y comenzó a
caminar rápido, rumbo a su casa. Era la primera vez que sentía un poco de miedo
por ser descubierta.
Dobb miró el registro que llevaba anotado. Eran todos los
lugares que Mélisande había visitado, todos comercios donde entraba y al cabo
de unos pocos minutos, salía sin comprar nada. Los primeros, eran negocios
donde solicitaban personal. Los otros no. Era evidente que la chica estaba
buscando trabajo, y a juzgar por las caras que le había visto, estaba de muy
mala suerte. Recordó los datos personales de ella: vivía sola, estudiaba arte,
y nunca había trabajado. Eso explicaba porqué nadie la tomaba, no tenía experiencia
en nada. Y si recién en ese momento buscaba un trabajo quería decir que quien
la mantenía había dejado de hacerlo. Quizás eran sus padres, algún pariente, un
amante....Lo que sí sabía con certeza era que con ese dato, podría elaborar el
plan.
-Llegó el momento de que actúen.
-No quiero.
Dobb miró a George, sorprendido por la convicción de su
respuesta.
-Yo tampoco.
Ahora le tocó mirar a Ringo, que parecía tan firme como su amigo.
Sin embargo, el inspector no se ablandó.
-Lo lamento, pero no pueden decir que no. Lo que tengo
pensado los involucrará a los cuatro, quieran o no.
Ringo bufó y miró a George, que negaba con la cabeza. John y
Paul los miraban, sin expresión.
-¿Sabe qué? La culpable es la chica esa. Arréstela y fin del
problema. -dijo John, fastidiado por la tensión del ambiente.
-Yo también creo que es ella, pero sin pruebas no podemos
hacer nada.
-Me exasperan las vueltas que da la policía y la justicia
–dijo Paul
-Créeme que a mí también. Es un sistema perverso, al que tenemos
que obedecer igual.
-Usted dijo que en casos como éste todo el mundo es
sospechoso ¿pero cómo saber quién es el culpable y quién un pobre inocente? –preguntó
George.
-Para saber eso ideé este plan. Esta chica está buscando
trabajo. Encubiertos, nosotros se lo daremos. Será asistente de ustedes.
-¿QUÉ? –cuatro gritos alterados se escucharon.
-¡Está loco, nos matará a todos! –exclamó Ringo.
-Tranquilos, tendrán seguridad, mas seguridad de la que
tienen ahora.
-No creo que pongan una escolta policial en la puerta de mi
habitación por si la loca esa quiere entrar con un cuchillo a descuartizarme.
-George, cálmate. No vivirá con ninguno de ustedes. Será,
por ahora, durante un mes. Anotará sus cosas, los acompañará, bueno, todo lo que
hace una asistente. Cuando entre en confianza, será el momento ideal, porque
será cuando tenga la guardia baja y dirá o hará algo que la descubra.
-No me parece bueno, se dará cuenta. –dijo Paul.
-No importa si se da cuenta o no –Dobb parecía hartarse- Lo que
importa aquí es que esté cerca de ustedes, y si quiere hacerles algo, agarrarla
en el momento justo.
-Sigue siendo una pésima idea –Paul estaba contrariado, y
miró a sus amigos. Ellos no parecían así, mas bien parecían asustados.
-Oiga ¿cómo hará para que ella sea nuestra asistente? –preguntó
John -¿Tendremos que ir nosotros a tocarle el timbre y decirle “Hola, ganaste
un concurso en el que nunca participaste y ahora serás nuestra asistente por un
mes”? Porque si es así, no dudará en matarnos allí mismo, y yo le daré la razón,
porque todo esto es patético.
Dobb calló. El plan que al él le parecía perfecto, se estaba
viniendo abajo con las críticas que todos le lanzaban, pero no aportaban
ninguna idea.
-Se repartirán volantes en la escuela a la que asiste. Se anunciarán
supuestas entrevistas de trabajo. No creo que los estudiantes de arte sean
afectos a trabajar como asistentes, así que no se presentarán muchos, a menos
que tengan urgencia de empleo, como ella.
Luchaba para que no se le cayera ninguna de las carpetas que
llevaba en sus brazos, cuando un jovencito le entregó un volante. Como pudo, lo
tomó. Al bajar las escalinatas de la salida, vio como varias chicas comentaban
algo, mirando los volantes que repartían. Intrigada, acomodó bien sus carpetas
y leyó: “Se solicita asistente para famosa banda de rock. No se necesita
experiencia”. Se le hizo imposible reprimir una carcajada. Evidentemente, la
policía iba de mal en peor, eran tan básicos....
-Vamos Dobb, sé que ésta es una jugadita tuya –dijo aún riéndose,
mientras caminaba leyendo la dirección del papel –Ya te vi siguiéndome, si eres
un policía bueno ya sabrás que busco trabajo. Y hoy, mágicamente, aparece uno,
en la puerta de mi escuela. Igualmente, te daré el gusto. Ser la asistente de The
Beatles será divertido. Muy divertido.
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Hola!!! Perdonen la tardanza, ya saben, la universidad.......
Quiero hacerle publicidad aun nuevo fic, es de Jane, y la verdad me encantó, léanlo, recién empieza, se llama Hombres de ningún lugar, y es muy original: http://hombresdeningunlugar.blogspot.com.ar/
Nos vemos!
Hello!
ResponderEliminarQué genialidad de capítulo! Mélisande definitivamente no es tonta y rápidamente se pudo dar cuenta del plan, pero qué bueno que fingirá caer en él para divertirse con los chicos, aunque eso me suena bastante peligroso, con lo loca que está podría intentar cualquier cosa. Dobb definitivamente está desesperado y se le ocurren planes descabellados, pero gracais a eso se va a poner demasiado interesante la historia! Me imagino cómo sería para los chicos recibir semejante psicópata como su asistente.
Agradezco que le hicieras publicidad a mi fic y qué bueno que te haya gustado :D
Un abrazo!
AHhhhhhhhhhhH! Nooooo!!! Sigo diciendo que esta Mélisande es más lista que los ratones colorados. Me muero, me muero... Y pienso como los chicos... No sé como los pobres aceptan! XDDD
ResponderEliminarBueno, bueno, al capi que es que me pongo nerviosa y me pierdo... XDDD A Mélisande, pese que asesina, le toca ponerse a trabajar. Este mundo es muy cruel, mucho. Hasta a los asesinos en serie les cuesta trabajar... XD Y ya... Debe de ser jodido intentar buscar trabajo sin tener experiencia en absolutamente nada... No obstante, yo desde aquí le doy una idea: por qué no va a pedir trabajo a una carnicería? Mira, puede decir que tiene experiencia. Si alguien lo duda, seguro que se le disipan esas dudillas cuando la vea cortar la carne con ese ímpetu y esa maestría, jajajaja.
Bien... Dobb sabe que ella es la asesina, muy bien, pero ella también sabe que Dobb sospecha... Tenemos un problema, sí señor. Y un problema acrecentado y multiplicado por mil gracias al iluminado del Dobby, que tela... Ponerla de asistente de los chicos??? Qué bien! Yo si fuera cualquiera de los chicos, dormiría de lo más a gusto pensando que tengo que pasar un montón de horas al día con una asesina obsesionada conmigo, jajajajaja. Pobrecitos, de verdad XD
Como siempre, el capi me encantó! estoy ansiosa por saber qué pasará con esto! Sigue pronto! :)
Me encanta la mente retorcida de Mélisande, me hace acordar mucho a los personas de Edgar Allan Poe. Es genial!
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