-¿Cómo
lo sabes? –alucinada, sin poder creérselo, Midori miraba a Ringo. Tenía una
sensación extraña: alegría y a la vez preocupación por el repentino cambio de
humor de Ringo. Que la reconociera como nieta de su abuela, quizás era un
inconveniente: a saber qué habría hecho Doris como para que aún la recordara.
-Es
que eres igual –respondió Ringo, tras unos segundos que a Midori se le hicieron
eternos.
-¿Igual?
Mi abuela era rubia.
-Lo
sé pero...eres parecida. Muy parecida, ¿nunca te lo dijeron?
Como
respuesta, sólo se encogió de hombros y negó con la cabeza. La verdad era que no
se acordaba si alguna vez se lo habían dicho.
-¿Y
entonces?
-Entonces,
¿qué?
-¿A
qué viniste? Lo de que eres mi nieta es mentira, ¿no?
-Ya
le dije que hay un cincuenta por ciento de probabilidad.
-No,
eso es broma. –al fin volvió a reír, a la vez que negaba con la cabeza.
-No,
no lo es. Mi abuela estuvo con Paul, y luego con usted.
-Sí,
fue algo muy gracioso. La primera vez que le robaba una chica a Paul. Ya sabes,
todas estaban “Ay Paul” –hizo una vocecita aguda, a la que Midori no pudo
evitar festejar con una risita –Así que robársela fue genial, la primera de una
larga lista de “robos”, ya que se repitió muchas veces. Creo que hasta ahora lo
conseguiría.
Midori
levantó una ceja y Ringo dejó de reírse.
-Perdón,
esto no lo debe escuchar una niña como tú.
-No
soy tan niña, tengo 18.
-Uy,
qué adulta.
Midori
volvió a repetir el gesto de la ceja, y se cruzó de brazos.
-Para
mí, a los 18 eres una niña –se excusó Ringo al verla enojada.
-Claro,
porque tú a los 18 hacías cosas de niños. Por favor...
-¿Qué
sabes tú de eso? Ah, y ya decídete de una vez si me tutearás o seguirás
tratándome de “usted”.
-Yo
sé todo.
-Bueno,
bueno, deja las amenazas. Dime una cosa, ¿como está Doris?
-Muerta.
Ay perdón...no quise decirlo así. ¡Qué animal soy!
-No
te preocupes. –bajó la cabeza -¿Cuándo fue?
-Hace
unos meses. Por eso estoy aquí, me quedé sin abuela y busco a mi abuelo.
-Entiendo
que estés mal y sufriendo pero mira...yo no lo soy.
-¿Y
cómo lo sabe?
-¿Y
como lo sabes tú?
-Bueno...me
lo dijo ella. Dijo que alguno de ustedes dos lo eran. Mi madre siempre lo supo,
pero nunca se dignó a buscarlos. Yo sí.
-Ajá.
Así que supuestamente tengo una hija.
-Algo
así.
-¿Y
cómo se llama?
-Caster.
Pero te odia. Y también odia Yellow Submarine.
-Lo
supuse. Pero...¿cómo le creíste a tu abuela?
-Mi
abuela no mentía. A veces podía inventar cosas pero cuando se ponía seria,
decía la verdad con todas las letras. Y a mí me lo dijo muy seria y a mi madre
también, muchas veces, pero ya le digo, mi madre nunca quiso saber nada con
ustedes.
Ringo
se quedó pensativo, mirando el suelo. En ese momento, entró Bárbara.
-¿Quién
es? –peguntó sin más.
-Ah,
la mandó Paul por una cosa.
-¿Qué
cosa?
-Ya
te diré.
Midori
notó que Bárbara la miraba de arriba a abajo para luego irse por el mismo lugar
por donde había aparecido.
-Escucha...¿cómo
era tu nombre?
-Midori.
-¿De
dónde sacaron tus padres ese nombre? Ah, un momento, borraré mi tuit, yo
pensaba que todo esto era broma y...¡no! ¡Ya tiene 200 retuits!
-Me
iban a llamar Yoko.
-¿Eh?
Ay no...
-Finalmente
optaron por otro, pero oriental. Fue para llevarle la contraria a mi abuela.
-Pobre
Doris. Igual es un bonito nombre, se me hace tierno. En fin, te decía que todo
esto es muy improbable, y que se necesitan pruebas.
-Las
tengo. Mire, el diario de mi abuela y fotos.
-A
ver, dame eso –estiró a mano y Midori le dio las cosas. Lo vio leer con detenimiento,
a veces con una media sonrisa algo nostálgica.
-¿Y?
–preguntó cuando no aguantó más.
-Todo
esto es muy lindo, pero no me sirve. ¿Qué te dijo Paul?
-Casi
lo mismo.
-¿Ves?
Es que esto no son pruebas.
-Entonces
el ADN.
-¿Qué?
¿Te hiciste un ADN?
-No,
pero se lo propongo.
-¿Se
lo propusiste a Paul? ¿Qué dijo?
-Que
no.
-Si
él no se lo hace, yo tampoco.
******************
Era
muy tarde cuando el autobús la dejó en una de las calles de Londres. Llovía,
como siempre, y el frío calaba los huesos.
Se
sentía frustrada, le habían dicho que “no” otra vez, y no sabia cómo convencerlos.
Pero entendía el porqué de esos “no”: miedo a que la gente se enterara, el
enojo de sus esposas y de sus hijos sus demás nietos. Otro integrante en la familia significaba dividir futuras
herencias y eso no le gustaba a nadie.
Caminó
el trecho que la separaba del hotel, rogando que no hubieran sido tan malditos
como para alquilar la habitación que ella ya había dejado paga. Al acercarse,
vio la figura de alguien parado en la puerta con un paraguas. Una vez llegó a
la puerta y lo vio mas claramente, iluminado por la luz que salía del lobby del
hotel, se paralizó.
-¿Jeremy?
–preguntó con miedo.
******************
Sentada
en la cama, con la cabeza apoyada en las manos, miraba con indiferencia cómo su
novio revisaba todo el cuarto, pronunciando una lista de quejas.
-No
puedo entenderlo, ¡mira dónde duermes!
-¿Y
qué hay con eso?
-¿Qué
te pasa? Tú no eras así cuando te conocí.
-Cuando
me conociste tenía 5 años y estábamos en el jardín de niños, es obvio que no
soy igual.
-No
seas sarcástica, que no te queda bien.
-Sólo
te respondo. Si tú dices idioteces tengo que contestar con el mismo nivel.
Jeremy
se sentó a su lado, soltando un suspiro de resignación.
-No
sé qué tienes, pero ya estoy cansado. ¿Dormimos?
-¿Qué?
-Si
dormimos. Juntos, claro.
-No
pienso dormir contigo.
-¿Por
qué? Soy tu novio,¿qué tiene?
-Tiene
que te conozco demasiado bien.
-Midori
siempre me dices que no. Me ponías la excusa de tu abuela, de tu madre, de tu
casa. Pues ya no tienes abuela, tu madre y tu casa están lejos y estamos en un
hotel.
-Eres
un animal, Jeremy. Vete.
-¿Me
echas?
-Sí.
Te alquilaré un cuarto.
-Pero...
-Fuera.
De
mala gana, Jeremy se puso de pie y se colgó su mochila. Midori abrió la puerta.
-¿De
dónde sacaste dinero como para ahora alquilar otro cuatro sólo porque no quieres
dormir conmigo?
-Fuera.
-¿Te
lo dio alguno de tus abuelos?
-¡Fuera!
-Dame
el dinero para pagar la habitación.
Del
bolsillo de su jean sacó un par de billetes y se los dio.
-¿Enserio
no quieres que me quede y...?
-¡Fuera!
¡Lárgate de una vez!
Cerró
la puerta de un golpe, cansada de aguantar
tanto en un día.
*******************
-Bueeeenos
días chica bonita.
Abrió
los ojos, extrañada y maldiciendo porque sentía que había dormido muy poco. Se
encontró con Jeremy parado a su lado, con una bandeja.
-Pregunté
si podían subir el desayuno y milagrosamente me hicieron caso. Así no tienes que
levantarte y tomar frío.
-Gracias
Jeremy –se incorporó bostezando.
-Ey,
no te ves mal cuando te levantas.
-Gracia
por el cumplido.
Jeremy
sonrió y le alcanzó una taza de humeante café.
-¿Me
perdonas por lo de anoche? No estuve nada bien...
-La
verdad que te comportaste como un idiota. Pero te perdono.
-¿Puedo
darte un beso?
Adoraba
cuando Jeremy se ponía así. De hecho, siempre había sido dulce y cariñoso. Pero
últimamente se ponía más insoportable y se enojaba por todo, y eso le hacía pensar en dejarlo, por lo menos hasta
que su carácter se estabilizara.
Le
dio un beso y dos más, hasta que él propuso que, pese al mal tiempo,
salieran a pasear. Jeremy conocía muy
bien la ciudad, cuando era niño y su familia tenía dinero, iban bastante seguido.
Después, el dinero se acabó y las visitas a la ciudad, también.
La
tomó de la mano y juntos salieron del hotel.
-¿Cómo
supiste que estaba aquí?
-No
lo sé, creo que fue una corazonada. En realidad conocía un hotel parecido a este,
pregunté allí y me dijeron que no estabas, pero que quizás te alojabas aquí y
así fue.
-O
sea que no te hice buscar mucho.
-No,
en eso te portaste bien.
-Y...¿por
qué viniste?
-Quería
cuidarte, ver qué hacías...y tu madre también. Hasta hace cuatro días estaba
bien, pero se puso insoportable, venía a casa a cada rato para preguntarme si
sabía algo de ti y a casi ordenarme que viniera. Fue ella la que me dio el
dinero para el pasaje.
-Debí
suponerlo.
Pasaron
el día recorriendo lugares y a Midori se le hacía extraño que Jeremy no le
preguntara nada de su búsqueda. Era mejor así, pero lo que tanto temía, ocurrió
cuando volvían al hotel al caer la tarde.
-No
te he preguntado....¿Qué tal te fue? ¿Ya hablaste con ellos?
Quiso
mentirle pero no pudo. Jeremy se había comportado tan bien con ella que se sentía
casi tan enamorada como la vez que se pusieron de novios.
-No
he tenido suerte.
-¡Te
lo dije! ¡Viniste sólo para gastar dinero!
Su enamoramiento
se esfumó de inmediato. Ahora Jeremy era el cabrón de siempre, soltando
reproches a los gritos y a la vista de todos.
Pronto
llegaron al hotel y allí siguió con su escena.
-¡Es
hasta lógico que no te hayan hecho caso!
-Jeremy...
-¿Qué?
¿Vas a decirme que no tengo razón?
-No,
no la tienes.
-¡Mira
lo que dices! ¡No reconoces que perdiste!
-Esto
no es un juego, no sé porqué hablas así.
-Vamos,
dime que yo tenía razón, ¡dímelo!
-¡No
te voy a decir nada!
-¡Eres
egoísta, Midori! ¡Egoísta y orgullosa! Te dejaste influenciar por tu abuela, ¡y
estaba loca!
-¡Basta,
eres una basura! ¡Me iré ya mismo! –juntó sus cosas y las metió en su maleta.
-¿Dónde
crees que vas?
-¡No
lo sé, y tampoco te importa!
Salió
dando un portazo y tratando de no llorar. Cuando llegó a la calle se dio cuenta
de que había olvidado el dinero en la habitación. Ahora estaba sola, en la
calle, era de noche y no tenía ni una libra.
Tuvo
una idea y sin pensárselo dos veces, enfiló sus pasos hacia la calle que alguna
vez había visto en internet.
Quizás,
otra vez, no tendría suerte, pero tenía toda la noche para intentarlo.
Al fin
llegó a la inmensa casa rodeada de jardines y muros altos y se prendió del timbre,
dispuesta a que la atendieran. Y esa vez no mentiría.
-¿Si?
–se escuchó una voz femenina a través del portero eléctrico.-¿Es el chofer?
-No.
¿Está Paul? Dígale que soy Midori.
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Hola a todos! Un milagro ocurrirá porque he subido dos veces en el mes! Aleluyaaaa!
Bueno, aquí les dejo el capi 5, espero que les guste. Voy a mandarle un saludo a Valeria, que ha leido mi primer fic (bueno, no era mi priemr fic pero sí el primero en blogger jaja) y ahora está leyendo esto. Hola Vale!
Y a Karen, que anda buscado fotos de patos en Google, no, no está Giuseppe en Google, está en YouTube y es éste (agradezco a Cris que me pasó este video tan genial)
Y ahora me voy!!! Un saludo para todos!