I.
Londres, 30 de noviembre de 2012.
Los pasos
resonaban por la habitación. Eran lo único que se escuchaba, lo único que
rajaba el silencio. Un suspiro y una negación, dicha al mismo silencio.
Después, resignación. Y porqué no, algo de entusiasmo ante la aventura.
George Harrison
dejó su cigarrillo medio apagado en el cenicero, olvidando que, si su mujer lo
veía, no pararía de quejarse por no cuidarse la salud y seguir prendido a ese
vicio. Se sentó, miró el cigarrillo hasta que se apagó, lentamente, mientras
pensaba y le daba vueltas al asunto. Sí, un poco de entusiasmo había.
***********
New York, 30 de noviembre de 2012.
-Que sí
Yoko, que ya guardé todo. No me atosigues más por favor, que estoy grandecito,
¿no crees?
La mujer
sólo bufó y subió las escaleras. Unos segundos después, se oyó un portazo.
John guardó
su guitarra en el estuche. Era una guitarra nueva, lista para estrenar.
Para qué mentirse,
se moría de ganas de usarla, de rockear un poco, así, informalmente. Contaba las
horas que faltaban.
**********
Londres, 30 de
noviembre de 2012.
Había llegado
el momento. Bueno no, el momento aún no, sino la noche previa al momento, y eso
era mucho más emocionante. McCartney sabía que esa anoche no dormiría, así que
se quedó jugando hasta tarde con su pequeña hija, hasta que la niñera se la
llevó a dormir, ya que al otro día debía ir al colegio. La niña se despidió de
él con un gran beso y un “Suerte papi” que lo llenó de ternura.
Repasó al descuido
las teclas del piano, tocando cualquier nota, que de inmediato lo inspiraron
para unir tres o cuatro acordes. Sonrió al ver que eso que creía haber
compuesto, ya estaba hecho, y por él.
***********
“Joder, más
de 70 años y otra vez con esto. Igual, me parece que estará bueno.” Ringo cerró
la ventana, ya entraba frío. Miró por décima vez el pasaje de avión que al día
siguiente lo llevaría a Toulouse. Maldijo, pero a la vez sonrió. John, y sus
locuras. No sólo era una vuelta, un regreso, sino que además era en un lugar
poco frecuente: Francia. Hasta allí tenían que viajar, sólo porque supuestamente,
ese lugar daba suerte. Sólo porque allí había nacido, pilas de años antes, un
tipo que cantaba al otro lado del Atlántico. Y que según John y sus jodidas
investigaciones que hacía para matar el tiempo, estaba vivo. Locura sobre
locura.
**********
Toulouse, Francia, 30 de
noviembre de 2012.
Apagó la
radio. Era lo único que escuchaba, no entendía la televisión y la vorágine que
reinaba allí, le gustaba la radio y más a la medianoche. A esa hora reinaba la
calma, la voz de Piaf, de Aznavour, de María Callas, de Pavarotti…de él. Odiaba
cuando estaba él también. No se consideraba digno. Odiaba también los
recuerdos. Por eso nunca recordaba a Buenos Aires.
“Charles Romuald
Gardés” le parecía volver a leer en sus libretas, una argentina, y otra
uruguaya. Ahora veía un simple “Charles Babin” en una libreta francesa, que era
una total farsa, que casi ni existía para él, como las otras dos, que se
quemaron en el accidente, junto con el avión, junto con sus cosas, junto con
él, Carlos Gardel.
De pronto,
el informe de noticias de la radio lo sacó de sus pensamientos con su enfermiza
música. Por obligación lo oyó y se enteró: Los Beatles llegaban al día
siguiente. Los Beatles…simpáticos muchachos que le hubiera gustado conocer,
aunque en sus épocas de esplendor, él vivía aún en el hospital. Una desgracia
que después se separaran. Pero ahora todos volvían a estar enloquecidos porque
regresaban, sólo para dar un concierto, y en Toulouse.
Cosas raras
de la vida, pensó.
II.
Londres, 1 de noviembre de 2012.
Toda Francia
había enloquecido. Bueno, no sólo Francia, el mundo entero era una locura, más
de lo acostumbrado. Y es que no todos los días la gente se desayunaba con que
The Beatles volvían. Muy pocos comprendían que era una actuación única, más que
nada para sacarse el gusto de probarse a sí mismos, y de sacarse a todos los
que, día a día, les preguntaban cuándo se juntarían. Ahí tenían, para que se
dejaran de molestar de una vez por todas.
John sonrió,
ése era el argumento que había usado para convencer a los otros tres. Lo que él
quería en realidad, era volver a pisar un escenario, ver qué tan viejos estaban
sus antiguos compañeros, armar lío, y sobre todo, averiguar el paradero de la
leyenda. Si bien sabía de su existencia desde que era pequeño, fue cuando se
retiró y empezó a notar cómo su pelo se plateaba, que le puso atención a ese
personaje. Como había leído alguna vez, “a todos les llegaba, más tarde o más
temprano, el momento en el que se identificaban con Gardel”. John no sabía si
se sentía identificado, lo que sí sabía era que estaba obsesionado y de que era
dueño de una verdad impactante: estaba vivo. Lo había mencionado varias veces
ante expertos en el tema, que le sonrieron como le sonreían todos cada vez que
él decía algo fuera de lo común: con cara de que sabían que estaba drogado.
Pero no, él no estaba drogado, él sabía la verdad porque sí, sin ayuda de nada,
simplemente lo sabía y no pararía hasta verlo.
Miró a sus
compañeros, sentados junto a él en el avión. George charlaba con Ringo, Paul
tenía los ojos entrecerrados, con audífonos escuchaba música. Le dio una
patadita, para despertarlo.
-Ey, ¿qué
pasa? –dijo quitándose los auriculares, molesto.
-Nada. Sólo
quería decirte que el mundo esperaba este momento convocado por ti, no por mí.
-Vete al
diablo, John.
-¿Qué? A ti
te gustaba seguir recaudando con los discos viejos y hacer los tuyos, ¿no? Pues
malas noticias.
-Repito:
vete al diablo.
John soltó
una risita entre dientes, le dio otra patadita.
-Vamos Paul,
levanta el ánimo. Sé que te gusta mi idea.
-Lo único
que sé es que todavía estoy a tiempo de escapar.
-Uy,
escucha. –levantó un dedo, puso atención-La azafata dice que ya estamos a punto
de despegar, qué mala suerte, Macca.
-Aún no está
dada la última palabra.
-John, tu
idea apesta. –intervino George.-Primero nos hiciste creer tus cosas de que con
esto dejarían de molestarnos, pero ya ves que nadie entenderá que sólo es una única
actuación. Y segundo, ya sabemos cuál es tu verdadera intención: buscar a ese
tipo. ¿Acaso no podías viajar tú solo, buscarlo, encontrarlo, y fin de la
historia? ¿Por qué nosotros también? ¿Por qué juntarnos?
-La verdad,
no sé. Pero me pareció divertido.
Bufaron, se
abrocharon los cinturones, dejaron de prestarle atención. Lo conveniente era
llevarse bien y nada más.
*************
Toulouse, 1 de
noviembre de 2012.
Carlos
escuchaba la radio con más interés que nunca. La mayoría de las noticias eran
sobre “esos muchachitos” como había empezado
a mencionarlos, ya que cada conductor de la radio los llamaba de forma
distinta. La noche siguiente sería el concierto, en la avenida más amplia de
Toulouse, que desde hacía días estaba cortada al tránsito, llena de gente
turnándose para proteger los puestos y lugares que habían conseguido. Los había
de diferentes nacionalidades, a muchos los había encontrado al ir a comprar
leche. Le preguntaban nombres de calles, él, que salía muy poco, apenas podía ayudarlos.
Se acercó a
la ventana, por la que entraba la luz pálida del sol. Los días ya eran frescos
y cortos, esos muchachitos tendrían frío. Aunque, sabiendo de dónde venían, no
lo pasarían tan mal, les parecería el verano más intenso.
Se giró, vio
su reflejo en el espejo. No le gustaba nada. Veinte operaciones en su cara, más
todos los años que llevaba encima, le hacían parecer completamente distinto a
lo que recordaba de sí mismo. Pero gracias
a eso, nadie lo reconocía, y eso lo dejaba tranquilo, la idea de que eso
sucediera algún día, lo inquietaba. No quería que se descubriera que nunca
había muerto, que se cayera esa creencia colectiva, que lo vieran decrépito, sin
voz. Prefería que toda su vida se hubiera convertido en cenizas, como aquella
tarde en Medellín, como aquel avión. Gardel había muerto, y eso era todo.
**************
-John, deja
esa computadora, ¿no estás cansado? Viajaste de New York a Londres, apenas te
bajaste de un avión, te subiste a otro.
-Y no me
saludaron como debían, hacía mucho tiempo que no me veían.
-¿Será porque
aún estamos molestos?
-Basta
George, cálmate hermano. Te gusta, admítelo.
George puso
los ojos en blanco, movió rítmicamente su pie al compás del bajo que Paul hacía
sonar.
-No. Me
gusta, pero no lo admitiré. –respondió serio, y luego esbozó una sonrisa llena
de picardía.
-¿Por qué no
se calman? A mí la idea tampoco me convence, pero vamos, no es para morirse.
-Siempre
amaré el optimismo de Ringo, aprendan viejos amargos.
-Bueno,
¿ensayaremos o qué?
-Volvió el
jefe Paul. Tranquilo, ensayaremos, no te pongas en plan mandón. Pero antes debo
buscar un par de datos más, ultimar detalles.
-¿Datos?
–preguntó Paul.
-Sí, datos.
Debo verificar su dirección.
-¡No, otra vez
con eso! ¡John, el tipo está muerto! Se murió en un avión, y si no fue así, se
murió de viejo! Nadie vive hasta los ciento no sé cuántos años.
-Él sí. Él
es eterno, como nosotros.
-Ay, qué
delirio…
-¿John
todavía te sigues dando con LSD?
-No George,
no necesito LSD para saber eso. Él es eterno, nosotros somos eternos, no veo porqué
no encontrarnos.
-Estás loco,
sí. Mira, yo acepté esto, pero ya ponerme a buscar a un muerto…No gracias.
–dijo Ringo.
-Es que no
lo van a buscar, yo ya me encargué. ¡Aquí está! ¡Y miren, es cerca de donde
será el concierto!
-No pienso
ir.
-Paul,
debemos hacerlo. Son cinco eternidades juntándose.
-¡Cálmate ya
con la eternidad! ¡Te creíste el cuento de que nunca moriremos! ¿No ves que eso
es una metáfora? Nos moriremos, como todos, porque te informo que somos
mortales. Mor-ta-les. Nos morimos, como se murió ese cantante.
-Te
demostraré que no. Si no quieres creer en tu eternidad, allá tú. Lo mismo va
para ustedes. Yo sí creo.
******************
Toulouse, 2 de
noviembre de 2012.
Casi no se
podía estar del griterío que había, los tímpanos amenazaban con explotar, la
ciudad entera vibraba como en un terremoto. Pero a pocos le importaba. El
planeta podía explotar si quería, pero después de ese concierto. Lo que pasara
de ahí en más, ya no era importante para nadie.
-Esto no me
gusta.
-¡Ringo dijiste
eso veinte veces! –exclamó Paul.
-Es verdad,
además eras el único entusiasmado después de John, ¿por qué ahora estás así?
-¡Hoy es 2!
¡El día de los muertos! Sin dudas, un pésimo presagio.
-Ay ya, deja
de decir idioteces, ya nadie se acuerda de ese día. Mira, asómate, fíjate
cuánta gente.
-Ohh…hemos
roto todos los récords…
-Estoy
seguro que sí. –afirmó George-Hasta me da miedo…
-Tranquilos.
–Paul, el que parecía tan reticente, estaba calmado, hasta entusiasmado. Si
bien estaba acostumbrado, la idea de volver a tocar con sus compañeros lo
exaltaba. -Todo saldrá perfecto, de eso estoy seguro.
-No
ensayamos como debíamos…-dudó John-Tendría que haber sido más responsable.
-John –dijo
George-No precisamos ensayos. Lo nuestro va en las venas.
Se escuchó
que los anunciaban, otra vez los aullidos, los oídos a punto de desmayarse.
Pisaron el
escenario. Y la tierra tembló.
III.
Toulouse, 3 de
noviembre de 2012.
El sol de la
mañana despuntaba detrás del edificio de enfrente. Hizo una mueca al dejar el
mate a un lado, asqueado de la yerba de tan mala calidad que le había
conseguido Margueritte, la frágil vecina de la esquina, la misma que la noche
anterior lo había arrastrado por la calle para que desde su balcón viera el
concierto, ya que su habitación quedaba frente a la avenida. Después, la chica,
cegada por su crecimiento y sus hormonas, intentó seducirlo, diciéndole que tenía algo que
no descifraba, pero que le atraía. Con la paciencia y la compresión que había
usado cuando era joven y galán, la apartó y le explicó que nada podía haber
entre ellos. La mirada de Margueritte le recordó la de Isabel, sólo que ella no
tomó las represalias de mujer despechada que utilizó durante tanto tiempo su
antigua novia. Isabel…¿qué habría sido de ella? Seguramente habría terminado
casada con algún magnate, porque ese era su oficio, buscar quien la mantuviera.
¿Lo habría llorado mucho? No lo sabía, tampoco lo quería saber. Ella también ya
estaría muerta, y deseaba que hubiera tenido una vida tranquila y feliz, lejana
a la que él le podría haber ofrecido. Volvió a pensar en la jovencísima
Margueritte, tan sola en el mundo como él, y sin poder darle nada. La chica
comprendió lo que él le explicaba, que se buscara chicos de su edad, que sólo
era un viejo…Pareció entender, pero no se convenció. Sacudió la cabeza, ya no
quería pensar en todo eso. Agarró el
paquete de yerba, leyó la marca y la anotó en un papel, para recordarla y
decirle a Magueritte que nunca más la comprara. Después, su mente vagó hasta el
concierto. Los muchachos que había visto ya no eran tan muchachos, sin embargo,
eran muchísimo más jóvenes que él. Así que el mote de muchachos no les sería quitado.
********************
-¡Arriba
todo el mundo! –gritó John pero mudó su sonrisa al ver que el teléfono móvil sonaba otra vez. Atendió, le
explicó a su mujer que sí, que esa misma noche partiría hacia Londres.
-¡Vamos,
vamos! –Ringo se incorporó de un salto, lejos de estar molesto por el saludo
casi violento de John, corrió hacia la habitación de Paul, abrió la puerta y al instante se arrepintió de no
haber golpeado. Su amigo quizás estaba “con visitas” femeninas. Pero no, Paul
roncaba, tranquilo.
-Paul, vamos.
-¿Eh? ¿Nos
vamos? Qué genial, pero esperen que aún no armé la maleta.
-No vamos al
aeropuerto. Vamos a la casa de Gardel.
-¿Qué? Tenía
la esperanza que después de lo de anoche, a John se le hubiera pasado la locura.
-Qué va,
está más entusiasmado que nunca. Y para qué mentir, yo también.
-Los detesto.
–sonrió-Bueno, vamos, a ver qué se cuenta don Gardel.
George, para
sorpresa de todos, también se levantó de buen humor. Sin dudas, la noche
anterior los había llenado de energía, y en sus mentes barajaban la posibilidad
de repetir. Pero no lo mencionaron. Y es
que sí, la noche anterior los había renovado, les había llenado de esperanzas
el corazón, esperanzas por volver a sentirse jóvenes y por disfrutar como lo hacían
años atrás. Ahora entendían porqué los molestaban tanto con la insistente preguntita
de cuándo volverían. Porque juntos hacían magia, porque sus miradas se entendían
y porque cuando daban el último acorde, el mundo era un poco más bueno.
Pensaban que
habían olvidado todo eso, pero no, lo tenían muy dentro y ahora que lo
redescubrían, querían vivirlo muchas veces más. Si no lo hacían, extrañarían
esa sensación.
Salieron del
hotel sin seguridad. Todos en Toulouse dormían, hasta sus propios
guardaespaldas. Incluso muchos visitantes dormían en las aceras, agotados, sin
importarles nada. De no ser porque el resto del planeta sabía qué había
ocurrido la noche anterior, todos pensarían que era un pueblo fantasma.
Salieron mal
vestidos y con la cara algo cubierta. Poco les costó encontrar el lugar. Ni Paul,
ni George, ni Ringo, preguntaron cómo John se las había ingeniado para saber
que Gardel estaba vivo y en esa ciudad. Lo que sabían era que los cuatro
estaban ansiosos como niños a punto de descubrir algo sumamente importante.
La casa
tenía tres plantas, era amarilla, algo descuidada. John presionó el botón del
portero eléctrico, tocó al azar.
Tardaron en contestar, seguramente todos en esa casa dormían a pesar de ser
casi las once de la mañana de un día jueves.
Al fin, una
voz somnolienta habló preguntando con modos bastante apáticos para ser franceses,
quién se atrevía a llamar.
-Busco al
señor Babin. –respondió John, chapuceando el idioma galo.
-En el
segundo. –dijo la voz, y colgó.
John apretó
el botón del timbre del segundo piso, temblando. Nadie respondió.
-Será mejor que
nos vayamos. –propuso Ringo.
-No,
intentaré una vez más. Si no responde, nos vamos y juro que no los molesto
nunca más con esto.
Otra vez presionó
el botón. Esperaron. De pronto, el chirrido de la puerta los sobresaltó, y ante
ellos, lo vieron.
Gardel
sonrió, y con esa sonrisa, volvió a ser Gardel. Los reconoció al instante.
-Los estaba
esperando.
***********************
Los cuatro
estaban sentados ante la pequeña mesa de madera mirando la figura del
misterioso hombre recortada a trasluz de la ventana. Apretaban los dientes,
nerviosos. John se maldecía, en todo ese tiempo no había pensado qué decirle
cuando lo viera. Quizás nunca lo hizo porque nunca pensó que lograría
encontrarlo alguna vez.
-¿Gustan?
–Gardel les tendió el mate. –Por suerte encontré un poco de yerba de mejor
calidad, alcanzará para unos pocos, pero algo es algo.
Paul
extendió su brazo y tomó el pequeño recipiente de madera. Sorbió, arrugó la frente
al sentir el gusto amargo. Después, se reconfortó con el sabor que le quedaba
en la boca.
-No está
mal. –miró a los otros tres.
-Tiene gusto
a domingo. Hoy es jueves, pero está todo tan quieto, que parece un domingo por
la mañana.
-Usted siempre
tan poeta. –sonrió John.
-Eso es algo
que no se va con nada.
-¿Cómo sabía
que íbamos a venir? –preguntó George, algo temeroso de que aquel hombre fuera
una figura a punto de desvanecerse, como un fantasma.
-No lo sé, lo
presentía. Anoche los vi. No soy muy…de esa música, pero mi hipnotizan ustedes.
Tienen una personalidad, un carisma…Hacen que todo brille.
-Cuidado, no
todo lo que reluce es oro.
-Lo sé, lo
sé muy bien. Pero ustedes brindan esa fantasía.
-Gracias
señor…-John dudó. Gardel sonrió.
-Carlos.
Solamente Carlos. Y…¿cómo me encontraron?
-Respondo
con su respuesta, Don Carlos. Lo presentía. –contestó John. –No sé cómo, pero lo
sentía, sabía dónde estaba, por dónde buscar, cómo encontrar datos válidos,
quiénes tenían informaciones claras. Es extraño, pero algo me guiaba.
-Quizás debíamos
encontrarnos. Todos. –dijo Paul, pensativo. –Esto me parecía loco, pero anoche,
sentí que ya no era así, que debíamos hacerlo.
-Será porque
sentiste que te miraba. Estaba en un balcón cercano.
-Puede ser…
-Esto es muy
paranormal, ¿por qué nos sucedió a nosotros? ¿Por qué sólo nosotros lo encontramos,
sabemos que usted está vivo? ¿Por qué debíamos hacerlo? Siempre he estudiado
estas cosas misteriosas, pero para esta no tengo explicación. Sinceramente, no
entiendo. –dijo George, más hablando para sí mismo que para el resto.
-No te
apures, hijo. –sonrió Carlos. –Hay una teoría que dice que las eternidades
deben juntarse.
-¡Se los
dije! La teoría de las eternidades. –John celebró con los brazos en alto.
-John la
sabe por la misma razón que yo: ambos estuvimos muy cercanos a la muerte. Yo
por el avión, él por un loco que casi lo mata. Ese es el momento de la
revelación, ahí te das cuenta de que sos especial, de que tenés la eternidad y
de que debés encontrar a tus semejantes. Es extraño, quizás fantasioso. A mí nadie
me lo dijo ni me lo comprobó, simplemente lo supe.
-A mí
también casi me matan, y sin embargo nunca sentí eso. –George sorbió el mate,
frunció el ceño.
-Porque no
estuviste tan grave. Digo yo que será por eso, ¿no? –Carlos miró a los demás-Es
lo poco que leí en el periódico sobre vos.
-Visto
así…puede ser…
-¿Y ahora
qué sigue? –preguntó Ringo
-Pues…nada.
La misión está cumplida, nos encontramos.
Los cinco se
quedaron unos minutos en silencio, pensado en todo aquello que habían dicho, en
todos los cabos sueltos que algún día debían atar. El mate fue pasando de mano en mano.
-Traje un obsequio.
–dijo John, de repente.
De su largo
tapado sacó un CD, Rubber Soul.
-No sé si le
gustará…
-Claro que
sí. Le pediré a Margueritte algo para reproducirlo…Sólo tengo radio. Ya ven soy
como un ermitaño acá.
-¿Cómo logró sobrevivir? –preguntó Ringo. –Todos
creen que murió.
-Y es mejor
que sigan creyendo eso. Por favor, ni una palabra sobre este encuentro. –todos
asintieron-Yo…yo escapé del avión en llamas, yo mismo estaba en llamas. Allí no
quedó nada más que una montaña de cenizas. Corrí hacia un monte cercano a la
pista, me escondí allí, me desvanecí. Cuando desperté estaba en un hospital,
pero no de Medellín, de otra ciudad lejana. Me habían encontrado unos fugitivos
que escapaban de la policía, que se habían refugiado en ese monte. Me llevaron
a ese hospital y me dejaron, y en ese lugar nunca nadie me preguntó quién era,
pensaban que era uno de ellos, y como esos tipos parece que eran los típicos
Robin Hood que les robaban a los ricos para dárselo a los pobres, nadie del
personal dijo nada sobre mí, ni habló. Me operaron muchas veces, hasta que
reconstruyeron una cara, que no era la mía en absoluto. Cuando estuve un poco
mejor, me dieron algo de dinero y me metí en un barco, en Cartagena. Quería llegar
a Francia, y lo logré. Y aquí estoy.
-Vaya
aventura…
-Así
es…¿Paul?
-Sí, Paul.
¿Por qué Francia y no Argentina?
-Aquí nací,
y no quería aparecer en Buenos Aires con esta cara…Nadie me creería. Es mejor
que crean en el mito, no en esto que soy ahora.
Otra vez el
silencio se apoderó de la pequeña cocina. El reloj de una iglesia cercana dio
el mediodía.
-Será mejor
que nos vayamos. –anunció John.
-¿No quieren
quedarse a almorzar?
-Gracias don
Carlos, pero nuestro avión sale en dos horas exactas. Fue un gusto verlo,
pronto volveré.
-Volveremos.
–corrigió Ringo.
-Sí, volveremos.
-Gracias por
la visita. Ah, les daré algo.
Carlos
caminó con la rapidez que le permitían sus piernas hasta la habitación. De un
cajón extrajo cuatro relojes, comunes, que había comprado el día anterior.
-Como sabía
que vendrían, les compré esto. Son baratos y feos, no había algo mejor para mi presupuesto.
No son para que los usen, porque como ven, ni siquiera funcionan. Son para que,
cada vez que los vean, recuerden que el tiempo, para nosotros, no tiene ningún
valor ni importancia.
-Excelente
lección. –sonrió Ringo.
-Ah, tomen un
disco mío. Lo conseguí en un anticuario, hace unos meses. Lo odio, pero no supe
porqué lo traje a casa. Ahora ya lo sé.
Tomaron el
disco, firmado, agradecieron. Lentamente, caminaron hacia la puerta.
-Gracias por
todo.
-De nada,
John. Gracias a ustedes por visitarme.
Salieron a la
calle, algo aturdidos. Se giraron, lo vieron parado en la puerta, lo saludaron.
Gardel se quedó allí hasta que los perdió de vista.
Todavía no
volvieron a encontrarse.
****************
¡Hola mundo! Como ven, acá subí un one shot bien raro, quizás lo más raro que escribí (y eso ya es mucho decir, me parece) y quizás también, el que más complicado me resultó escribir y sobre todo, terminar (estuvo mucho tiempo en stand by). Al fin, esta noche me decidí a darle la oportunidad de salir a la luz. Sé que es extraño, que la mayoría ni conoce a Gardel, pero siempre estuvo dando vueltas en mi mente una forma de unir mis dos amores, el tango y los Beatles, además de que Gardel es muy caro a mis sentimientos porque me crié escuchando su voz. Y aquí está la forma que encontré de juntarlos, esta fusión loca y carente de sentido y coherencia, ya que es lógico que jamás se encontraron ni se encontrarían por algo más que accidentes o asesinatos, por TIEMPO. Gardel nunca hubiera sobrevivido hasta el 2012, hubiera tenido más de 100 años. Pero como digo siempre, para que el que escribe no hay imposibles, y creo que eso es lo maravilloso de poder expresarnos de esta forma.
Antes de despedirme, les dejo el tango que titula esto:
Saludos a todos y gracias por leer.
María.
Que bonito relato, amiga mía.
ResponderEliminarY precisamente con Gardel. Yo también crecí escuchando su voz maravillosa.
Gracias por traerlo hasta aquí.
Un beso.
María!!! ^^
ResponderEliminarBueni aquí tienes de nuevo a esta pedante e hipócrita lectora llamada Lucy(!?
Me puedes creer o no pero mi padre escucha a Gardel y de alguna manera al igual que mi amor por el arte me transmitió un poco su obsesión.
Es raro que una chiquilla de 13... (el 23 hago 14 D:) tenga esos gustos.... PARA NADA lo raro es que las demás personas ignorantes y hormonadas de mi edad no les guste.
El one shot me encanto, ha sido increíble como has conectado varios campos que te gusten asi que.. Ante usted me quito el sombrero
Bueno María gracias por publicar esto y dar nos la oportunidad de deleitarnos con este one shot
Un beso :3
Lucy lennon
Darnos* ohh comentar con el móvil es desesperante :B
EliminarSos Una Grosa Te lo dije creeeme que lo leo y lo releeo se me pone la piel de gallina tenes un talento que este one shot lo senti real ,me saco la galera por vos sos muuuuuuy grosa y no me voy a cansar de decirlo te felicito por hacer un encuentro tan epico en uno de mis one shots favoritos
ResponderEliminarEsto es alucinante y te lo digo de verdad. Menudo one shot qué te has marcado,nena! Es, a la vez que extraño, hermoso. Y hermoso de verdad porque une ya no sólo a tus dos pasiones, sino a dos grandes genios de la música: los Beatles y Gardel. Bueno, mejor dicho, a 5 grandes genios de la música ;)
ResponderEliminarQué bonito hubiera sido que se produciera este encuentro de verdad! Ya no sólo porque hubiera unido a los chicos y al maestro del tango, sino porque eso hubiera significado que todos están aún aquí... Ayyyyy!!! Cuánta falta hacen!!! Ycreo yo qué más que nunca...
Me dijiste el viernes que no sabías si subir este magnífico one shot o no y la verdad es que después de leerlo me alegro de que al final decidieras hacerlo, porque realmente ha valido la pena. Como te dije, a veces, las cosas que parecen más extrañas son las más hrrmosas y tal vez las que más te llegan al corazón, tal y como ha ocurrido en este caso.
Pero ahora, si me permites, voy a comentarte esta genialidad que has hecho... jeje.
Cómo no, el que tenía que proponer esto no podía ser otro que John, y la verdad es que no te puedes imaginar cuánto me ha gustado esto! :) En primer lugar porque ver el nombre de John escrito en la fecha de 2012 ha supuesto una inmensa alegría para mí por motivos obvios, porque eso significa que sobrevivió a aquel fatídico diciembre de 1980. En segundo lugar, porque parece tener esa extraña conexión con alguien que también estuvo a punto de morir como es Carlos Gardel y, en tercer lugar, porque esa conexión qué le ha llevado a esa búsqueda ha supuesto que por fin The Beatles se reunieran de nuevo a dar un concierto, y eso siempre es una gran alegría aunque el concierto se haga con segundas intenciones como esta vez. Y hablando del concierto...Intento imaginarme lo que sería ahora mismo un concierto con los cuatro juntos en el supuesto caso de que todos siguieran aquí físicamente y sí, la verdad es que sería impresionante. Creo que serían capaces de llenar ya no sólo una ciudad como en este caso, sino muchísimo más. Y es que no todos los días se unen de nuevo las máximas leyendas de la historia de la música del siglo XX para tocar en directo. Si a eso le unes que en esa misma ciudad se esconde otra gran leyenda, podríamos decir que Toulouse se ha convertido en la nueva capital la música mundial. Pero claro, esto último no se sabe por nadie y no debe saberse porque así lo desea Carlos. Bueno, corrijo, sí que lo sabe alguien... Lo sabe John, que yo no sé cómo se las ha ingeniado para convencer primero a Yoko, que parece que no está demasiado contenta con la decisión de su esposo (por cierto, que alguien me explique por qué puñetas estos dos siguen juntos jajajajaja) y, segundo, para convencer a los otros tres, que tampoco parecen demasiado motivados con la causa, por lo menos al principio y en especial George, o esa es la sensación que me da a mí (cosa que, por cierto, creo que está muy acertada porque tal vez él hubiera sido el más reacio de todos a este nuevo reencuentro del grupo, por lo menos en mi humilde opinión). Pero bueno, sea como sea, los ha convencido y, aparte de que esto le brinda la oportunidad a él en particular de cumplir su sueño y comprobar que Gardel sigue vivo, brinda a todo el mundo el placer y el deleite de volver a verlos a todos juntos actuando en directo haciendo, tal y como dices, la magia que sólo estos cuatro chicos, ahora ya hombres, de Liverpool sabían, saben y sabrán hacer juntos. Así que bueno, supongo que al maestro del tango no sólo le debemos una voz y una música extraordinarias, sino que además ahora también le debemos algo que no ha conseguido nunca nadie: que estos cuatro se vuelvan a juntar.
Tu versión sobre el accidente de avión me ha parecido sublime. Imagínate que hubiera sido cierto! Imagínate por un segundo que hubiera conseguido escapar y que hubiera sobrevivido... Qué bonito sería, aunque, como en la historia, se hubiera retirado de su vida anterior y hubiera vivido escondido en Francia sin que nadie supiera de él. Pero y qué más da que nadie sepa que está vivo? Quien ha de saberlo lo sabe y lo encuentra... Y tanto que lo encuentra!!!!
ResponderEliminarEste encuentro me ha encantado: esa conversación entre los cinco, esa manera en la que los otros tres Beatles se han convencido de que la idea de John ha sido genial porque les ha brindado la posibilidad de conocer a este hombre. Cuánto les ha aportado en tan solo una pequeña reunión!!! Por cierto, qué genial eso de encontrarse a unos señoritos ingleses bebiendo mate en lugar de té: esto sí que ha sido épico! jajajajajajaja. Bromas aparte, he de decir que me ha emocionado esta conversación, sobre todo cuando Gardel les cuenta cómo sobrevivió y John habla de cómo sabía exactamente qué era lo que tenía que buscar, cuando se ve muy claramente esa conexión que tienen entre los dos. Eso me ha encantado, de verdad. Y por último ese momento en el que les da los relojes... Qué magnífico símbolo, unos relojes que no funciona, unos relojes en los que no pasa el tiempo, tal y como el tiempo no pasa para ellos... Eso creo que es la parte que más me gusta del one shot: esa manera en la que eres capaz de simbolizar la eternidad de la música sea cual sea su género. Por eso, no puedo hacer más que aplaudirte esta magnífica idea que has tenido y que seguro, seguro, seguro nadie ha tenido nunca. Esto sólo se te ocurre a ti y sólo te puede salir bien a ti, así que sin más, mi más sincera enhorabuena porque, nena, de nuevo te has lucido como nunca!
No dejes jamás de hacer esto porque se te da realmente bien y sería una lástima
En fin, que, aunque con retraso porque me pillaron las fiestas de por medio y no he podido leerlo hasta esta mañana, que sepas que te felicito y que acabas de situar esta pequeña historia entre mis favoritas.
Besotes, crack, y sigue así y no me cambies, gran escritora!!! jejeje
Muaaaaaaaaaaaaaa!!!!
Al pasarme por este blog, NO me esperaba en absoluto esto, juro que no me lo esperaba, me dejaste así O___O Cómo se nota que sos argentina, alabada seas, María, jajajajajajaj. Gardel, The Beatles... qué poco me esperaba esto. Nunca se me hubiera ocurrido algo así, la imaginación se te sale por las orejas XD
ResponderEliminarMuy bello, y, a pesar de las realidades, muy creíble. Gracias María por escribir algo así, y es que llego ''algo'' tarde, pero espero que de todas formas veas mi comentario, y sepas que estoy leyendo tus historias de este blog también, como habrás calculado. Aprovecho para decirte que Secretos Compartidos y Por ese Palpitar, son bue-ni-sí-mos, BRAVO, BRAVOOO, dignos de imprimir y ponerlos en el estante de una librería, confío en que se agotarían el primer mes jajajajajajaj. Cuídate muuuuchísimo, y trae pronto alguna maravilla como esta, o alguna novelita chiquita, o cualquier cosa escrita por vos. Beeeeeeeeso :*
¡Holaaa! No puedo creer que esté en un blog como este *-* y encontrarme con semejante escritora... naaah, no lo puedo creer. Me encanta cómo escribís, así bien argentina, así bien escrito. Nunca leí algo así de Los Beatles, te juro jajaja, esto es nuevo para mí y creo que me encanta. Desde chiquita escucho a Gardel más que nada por mis abuelos y porque ellos todas las mañanas hacían sonar su música y bueno, me trae lindos recuerdos :) NO SÉ, SEGUÍ HACIENDO TODO ESTO QUE SOS UNA GENIA<3.
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