Llevaba
diez minutos, o quizás más, tiritando de frío en la puerta. Y haciéndose a la idea de que tendría que dormir en la
calle porque Paul no la atendería. Una y otra vez se dujo que ir a Londres a
comenzar su búsqueda había sido la peor decisión de su vida. Si no lo hubiera
hecho, a esa hora estaría calentita en su casa y no allí.
Al
fin vio a través de una puerta de hierro y cristal que una luz amarilla se encendía
y que alguien caminaba hacia ella con unas llaves.
-¿Qué
haces aquí? –gritó Paul cuando abrió la puerta.
-Déjame
pasar. Por favor....-suplicó desde la acera.
Paul
entró nuevamente y presionó un botón, que hizo que las rejas exteriores
se abrieran automáticamente. Midori entró al jardín y se dirigió a la casa.
Paul salió nuevamente, cruzado de brazos para protegerse del frío.
-Qué
noche horrible. Dime qué haces aquí.
-Es
que...
-Anda,
entra o te congelarás –la interrumpió.
Midori
paseó sus ojos al entrar a la gran galería cubierta de mármoles blancos mientras
Paul cerraba la puerta.
-Mandé
al servicio a dormir así no te ven y piensan cosas que no son. Ahora dime porqué
estás aquí.
-Es
que....es que vino mi novio y bueno, peleamos mucho y me fui del hotel donde dormía,
pero olvidé el dinero. Y no quería dormir en la calle.
-¿Tienes
novio?
-Sí.
-¿Y
te dejó ir con esta noche que está haciendo?
-Sí
pero...me fui yo.
-Da
igual, él no te tendría que haber dejado. Estos jóvenes....Bien, sígueme.
Siguió
a Paul por un extenso corredor donde los pisos parecían espejos de tan limpios
y lustrados que estaban, y donde había también una colección de cuadros y
adornos de todo tipo.
-¿Tienes
hambre? –preguntó Paul cuando llegaron a una sala que mas bien parecía
biblioteca por lo repleta de libros que estaba.
-Hambre
tengo siempre.
Sonrió
y con la mano le hizo un ademán para que lo siguiera. Al fin llegaron a una
cocina que Midori comparó con la extensión total de su casa.
-Bien,
aquí tienes comida, elige lo que mas te guste.
-¿De
verdad? –Midori abrió el refrigerador -¡Hay de todo!
-Sí.
-¿Y
puedo comer todo?
-Oye,
con cuidado, que no tengo ganas de llevar chiquillos al doctor porque tuvieron
un atracón.
-No
soy una chiquilla.
-Me
da igual. Ah, mira, ¿ves ésa escalera? –señaló una escalera de caracol.
-Sí,
claro que la veo.
-Puedes
subir por ahí hasta las habitaciones. Las de la derecha son para huéspedes,
elige la que mas te guste.
-Pero
Paul....¿qué dirá tu familia? Bueno, Nancy...la verdad es que tiene cara de que
no le gusta nada.
-Oye
no ye pases.
-Lo
dice todo el mundo –se excusó poniendo cara de inocente -¿Qué le dirás?
-Nancy
no vuelve hasta mañana al mediodía. Y no hay nadie mas en la casa, salvo la
mujer que te atendió por el portero eléctrico y dos choferes.
-Ahh...bueno,
si tienes problemas....
-No
habrá ninguno –la cortó con una sonrisa –Tú tranquila. Y mira, puedes pasar a la
sala donde está la televisión y elegir una película para ver mientras comes.
-¡Genial!
¡Muchas gracias!
-De
nada. Iré a seguir con mis cosas, nos vemos.
Paul
se retiró y Midori comenzó su saqueo a la cocina. Había cosas vegetarianas,
demasiadas, pero al parecer los empleados de Paul eran carnívoros como ella, así
que se armó un sándwich, buscó papas fritas y descongeló una pizza, y encontró
palomitas de maíz para ver la película que se le antojara. Con una bandeja cargada
con toda la comida, encontró la sala a la que Paul se había referido: era enorme,
con un gran sofá y un televisor que ocupaba casi toda la pared. Se sentó
cómodamente y eligió una película de acción.
Estaba
muy entretenida, mirando y comiendo cuando sintió que alguien sentaba a su
lado.
-AAAAHHH!!!
-Tranquila
–rió Paul -¿Cómo no me viste?
-Es
que estaba concentrada en la pelicula. Es muy buena.
-Pero...se
están matando a tiros.
-Por
eso está buena.
-No
veo que seas una chica muy pacifista.
-No,
no lo soy, ¿quien te dijo que lo era?. ¿Quieres comer? –señaló la bandeja.
-¿Qué
comes? Ey, eso es carne.
-Si...¿no
quieres?
-¿Estás
loca? Lo que te estás comiendo era una vaca que estaba en el campo, pastando
tranquila y...
-Y
las lechugas que tú te comes eran lechugas que también estaban en el campo. Y
alguien las arrancó con crueldad, separándolas de sus hermanas, y viniste tú y
te las comiste.
-¿Sabes?
Tienes capacidad para hacer sentir culpable a la gente.
-Lo
sé –sonrió con malicia.
Siguió
comiendo y mirado la película. Paul, muy a su pesar, también se había
enganchado y ahora rogaba que el protagonista no entrara a un edificio
abandonado.
-Esa
ametralladora es buena.
-¿Cómo
sabes eso, Paul?
-Eh...lo
vi en otras peliculas.
-Mmm...me
parece que me estas mintiendo.
Paul
rió y le robó una papa frita.
-Oye...¿y
dónde vives?
-En
una granja.
-¿De
verdad?
-Sí,
y es genial. Bueno, no me había dado cuenta
de eso hasta que pisé ésta ciudad. Aquí hay mucha gente y edificios y me siento
perdida.
-¿Y
tienes animales?
-Sí,
y me los como.
-Eres
una bestia.
Midori
rió pero Paul le mantuvo la mirada, serio.
-Me
los como a todos menos a mi pato. Tengo un pato de mascota.
-¿Un
pato?
-Claro,
así como otros tienen un perro, yo un pato. Y oye, que es tan o más fiel que el
perro. Tú deberías tener uno.
-No
sé....ensucian mucho.
-¿Y? Tienes mucamas. El mío se llama Giuseppe.
Mira –sacó de un bolsillo su teléfono celular y buscó una fotografía –Mira qué
bonito.
-¿Un
pato con corbata?
-Claro,
es elegante. Mira ésta otra, le até un sombrero a la cabeza.
Le
dio el teléfono a Paul para que siguiera mirando y él reía con cada foto que
veía.
-¿Y
ella quién es? –señaló una donde no había patos, sólo Midori y otra mujer.
-Mi
madre.
-¿Tu...madre?
¿Viene a ser mi....?
-Sí,
tu supuesta hija.
-Vaya...es
muy linda.
-No
sé...-se encogió de hombros –...está un poco loca.
La
miró unos segundos más y le devolvió el celular.
-Midori,
quiero hacerte una pregunta.
-Claro,
la que quieras.
-¿Sólo
peleaste con tu novio?
-Si...¿por?
-¿Segura?
¿No te pegó?
-Ay
no, ¡Jeremy es incapaz de eso! Puede ser que esté un poco trastornado, pero no
tanto.
-¿No
me mientes?
-Que
no...eres un pesado, ¿sabes?
-Sí.
-Como
tu nueva canción.
-Ey,
ey, ey, ya te dije que no te pases. ¿Y sabes qué? Me cuesta creerte. ¿Te han dicho
que te pareces a Doris?
-Sí,
me lo dijo Ringo.
Paul
bufó, rodando los ojos y negando con la cabeza.
-¿Por
qué no me crees? –preguntó Midori con la vista fija en la televisión.
-Justamente
porque eres parecida a tu abuela.
-Un
momento, ¿estás diciendo que mi abuela era una mentirosa? ¡No te lo voy a
permitir!
-Ey
tranquila, deja que termine de explicar. Doris era muy buena para contar
historias. Las inventaba con una velocidad increíble y eran atrapantes.
-Entonces
quieres decir que lo que te he contado es una historia inventada porque heredé
los genes de mi abuela, ¿no? Genial.
-Que
me dejes terminar....A veer, otra cosa de Doris era que tenía la misma
facilidad para ocultar lo que le pasaba, por eso inventaba cosas, para que
nadie se diera cuenta. Por eso no creo lo de tu novio.
-Te
dije la verdad en todo, nunca inventé nada para ocultar nada.
-Ok,
te creo.
Se
quedaron en silencio mirando la televisión, dando de cuando en cuando un
respingo de sorpresa por lo que allí veían.
-Paul...
-¿Si?
-¿Qué
quería ocultar mi abuela?
Suspiró
y negó con la cabeza, sonriendo.
-Sabía
que preguntarías eso. Verás...Doris solía pelearse mucho con su familia y lo
ocultaba, nunca lo decía. Y con su marido también.
-Espera,
espera, espera...¿después de casada siguió viéndose contigo? –no salía de su
asombro, era algo que no sabía.
-Sólo
una vez, durante una gira con Wings. Pero no pienses nada raro, sólo me visitó
y charlamos. Antes me había escrito una o dos cartas, pero me daba cuenta de
que mentía, su matrimonio no podía ser color de rosa, básicamente porque no
quería a su marido. Es así ,simple.
-¿Y
nunca te dijo sobre mi madre?
-Jamás.
Asintió,
volviéndose hacia el televisor, y se llenó la boca de palomitas.
-Bien,
me iré a dormir, pero junta toda esta comida y no desordenes nada.
-¿Por
qué? Tienes empleados –forzó una sonrisa pícara.
-Midori
Nomeacuerdotuapellido, es la tercera vez que te digo que no te pases. A la
próxima vas a la calle.
-Como
digas, abuelo. Y mi apellido es Watts.
Paul
soltó un suspiro de resignación y salió dejándola allí, todavía comiendo.
-¿Y
la señorita es...?
-Aída,
por favor...
-Disculpe
el señor, pero ya sabe que me interesa saber quiénes son los extraños que entran a la casa, me preocupa su seguridad.
-Lo
sé, lo sé. Trabaja en la productora, vino a traerme unas maquetas de sonido. Se llama Midori Watts.
-Pero
anoche también vino.
-Sí,
así es.¿Conforme?
La
mujerona asintió, poco convencida, y se alejó con una jarra de jugo de naranja.
-Discúlpala,
pero me cuida mucho y se lo agradezco. Es la mejor ama de llaves que he tenido.
-¿Es
tu ama de llaves y te sirve el desayuno? En las películas hacen cosas mas
dignas.
-Midori...
-Sí,
ya sé, “no te pases”. Oye, éste desayuno está genial.
-¿Siempre
tienes hambre?
-Siempre.
-¿Y
no has considerado que quizás seas nieta de George?
Lo
miró con tal seriedad que enseguida se le borró la sonrisilla que tenía en la
cara.
-Nunca
te harás el ADN, ¿no? –comentó al pasar, untando una tostada con tal fuerza que
la partió.
-Aún
no lo se....Escucha Midori.
-Otro
se lo haría enseguida para sacarse el problema de encima lo antes posible.
-¿Nunca
te enseñaron a no interrumpir?
-Perdón.
Paul
tomó aire y bajó la voz.
-Sé
que otra persona haría eso pero yo necesito pensar. No sé porqué, pero necesito
hacerlo, todo esto es muy raro y tengo que poner en orden mi...-vio que Midori
asentía con la cabeza, llena de fastidio y untando otra tostada –...mi cabeza.
Pero si quieres saber si lo haré, sí, te digo que me lo haré.
-¿De
verdad? –dijo casi en un grito, sorprendida.
-No
sé, cuándo, pero lo haré. Vamos, disfruta de tu victoria, te has salido con la
tuya.
Sólo
sonrió feliz, y le dio un gran mordisco a otra tostada.
-Me
falta convencerte para que te apures, pero sé que lo lograré –dijo con la boca
llena.
-Tu
optimismo asusta.
-Bueno,
ya es tarde, no quiero que llegue Nancy y se arme un lío.
La acompañó
hasta la puerta y antes de abrir, miró bien que no hubiera ningún curioso
rondando.
-Bien,
espero volver a verte.
-Que
digas eso es genial. Yo espero que te decidas pronto.
-Ah,
una cosa antes de que te vayas. Dile a tu
novio que es un cabrón y que me cae mal.
-Será
un honor saber que Paul McCartney te odia. Aunque él ni sepa quién eres.
Sonrió,
desviando la vista, mirando su jardín.
-Paul...muchas
gracias por todo. De verdad. –se acercó
y le dio un beso en la mejilla –Nos vemos.
Entraba
al jardín con paso alegre, esperando que se abrieran las rejas para salir a la
calle.
-¡Midori!
-¿Si?
-Estuve
pensando y creo que tendré un pato.
-Sabia
decisión, Macca.
Las
rejas se abrieron y se alejó por la calle, silbando una canción.
*************
Hola! Cómo están? Al fin he regresado con el capitulo 6, les aviso que falta poco para el final, no sé cuánto exactamente (tengo que hacer cuentas jaja) pero falta poco porque no alargaré taaaaanto el fic, además avisé que es un fic corto :)
Ahora les dejo un saludo grande, y...hasta más vernos!